Imagen distribuida por el ministerio de Defensa de Japón

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Japón aprueba el mayor gasto en Defensa desde la IIGM y China responde con maniobras militares

China considera que Japón “se desvía de su compromiso con las relaciones chino-japonesas y de los entendimientos comunes"

17 diciembre, 2022 03:05

El primer ministro nipón, Fumio Kishida, después de meses de debate, aprobó en el día de ayer la revisión de tres documentos clave que refuerzan su Estrategia de Seguridad Nacional (NSS). Japón se ha visto forzado a delinear una postura más dura ante la amenaza y provocación constante de Corea del Norte y China. Todo ello sumado a la tensión derivada de la guerra entre Ucrania y Rusia, a quienes han catalogado como "grave problema de seguridad". 

Se trata de la mayor inversión armamentística desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Fumio Kishida considera "imprescindible" la necesidad de proporcionar a su país la capacidad de defensa y de "contraataque" ante la postura bélica que están tomando algunas naciones que buscan “cambiar el statu quo por la fuerza". 

China, el "mayor desafío estratégico" en palabras del presidente japonés, ha criticando esta decisión y ha reaccionado enviando un escuadrón de la Armada a través de los estrechos cercanos a la isla nipona a modo disuasorio y provocativo.

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La postura adoptada desde Tokio está siendo cuestionada ante la posibilidad de vulnerar lo estipulado en su Constitución, en concreto en su artículo 9 por el cual se “renuncia de la guerra”. Y es que entre los cambios adoptados se incluye la denominada “adquisición de capacidad de contraataque”, en la que se invertirán a partir del siguiente año alrededor de 43 billones de Yenes (315 mil millones de dólares) que harán aumentar el gasto en defensa al 2% del PIB para el 2027. Con ello Japón busca equiparar su gasto militar al del resto de países miembros de la OTAN.

Para su diseño de “contraataque” Japón ampliará el alcance de sus misiles japoneses de separación Tipo-12 y comprará misiles Tomahawk de fabricación estadounidense con un alcance de unos 1.600 kilómetros. Se espera que los costes totales asciendan a los 5 billones de yenes. Además, a modo defensivo planifica instalar escudos antimisiles en localizaciones estratégicas, incluidos puntos cercanos a Taiwán.

A pesar de las discrepancias constitucionales que plantea la decisión el gobierno ha considerado que su decisión se encuentra dentro de la ley, siempre que se cumplan tres condiciones para el uso de la fuerza: que se haya producido un ataque o sea inminente, que no haya otra forma de detenerlo y que el uso de la fuerza se limite al mínimo necesario.

Según palabras de Fumio Kishida “la nueva política de seguridad es un cambio importante con respecto a la política de seguridad de la posguerra” y agregó que los cambios y la capacidad de contraataque se encuentran incluidos “dentro del alcance de la Constitución”. El presidente se mantiene en su decisión y defiende que “el camino de Japón como una nación pacífica permanecerá sin cambios”.

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China, no se quedó atrás y tomó la decisión como una provocación. En respuesta envió varios buques de su armada a las aguas colindantes a su país vecino. Por un lado, los destructores Lhasa y Kaifeng por el estrecho de Osumi, al sur de Japón. Mientras que por el Estrecho de Miyako al sur de Okinawa enviaron un barco de vigilancia de clase Dongdiao. Dichas maniobras activaron las alarmas niponas y desencadenaron la reacción japonesa con el envío de aviones y barcos militares a la zona.

En la rueda de prensa diaria del portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Wang Wenbin, dijo que Japón “se desvía de su compromiso con las relaciones chino-japonesas y de los entendimientos comunes entre ambos países" además de seacreditar "infundadamente" a China. Por otro lado, ha considerado que Japón “exagera la supuesta amenaza de China para encontrar una excusa para su fortalecimiento militar está condenado al fracaso”.

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