Jt Thor, Majok Deng, Sunday Dech, Peter Jok y Wenyen Gabriel, de Sudán del Sur, celebran la victoria en su debut olímpico frente a Puerto Rico

Jt Thor, Majok Deng, Sunday Dech, Peter Jok y Wenyen Gabriel, de Sudán del Sur, celebran la victoria en su debut olímpico frente a Puerto Rico Reuters

África

Sudán del Sur, el país más joven del mundo sin canchas de baloncesto que reta a EEUU en los Juegos

El joven estado se creó en 2011 y no conoce otra cosa que la guerra y la pobreza. En París 2024, los refugiados del país buscan representar a su país con orgullo y mostrar al mundo una cara positiva.

31 julio, 2024 02:00

Cuando Mareng Gatkuoth encaró hacia canasta y pasó a LeBron James, nadie se lo creía. Sudán del Sur acababa de ponerse catorce arriba contra la temible selección de baloncesto de Estados Unidos. Cuando Gatkuoth nació, su país ni siquiera existía. El base nació en Alaska, y de repente tenía la oportunidad de hacer historia contra el país que le vio crecer representando a una tierra que todavía ni ha pisado. Cuando quedaban segundos en el reloj y a Sudán del Sur le valía una canasta para ganar, fue él quien cogió la pelota, pasó por al lado de uno de los mejores defensores del mundo y lanzó una bomba. No entró, pero era un amistoso. Ahora tienen la oportunidad de revancha.

En Estados Unidos, todo el mundo se preguntaba cómo casi habían caído contra un país que ni siquiera ubican en el mapa. Sudán del Sur ha hecho historia clasificándose a los Juegos Olímpicos del país como la única selección de baloncesto africana. Lo ha hecho sin tener ni siquiera una cancha de baloncesto cubierta en el país, entrenándose en la vecina Uganda y reclutando a muchos jugadores que ni siquiera han nacido o crecido en el país.

El hito solo se puede explicar desde el empeño de una persona: Luol Deng. Cuando nació en 1985 en la localidad de Wau, su país no existía, pero ese mismo año comenzó la guerra. Los sudaneses del sur, en su mayoría católicos y con grandes diferencias sociales de sus vecinos del norte, buscaban la independencia, empujados por la fiebre del petróleo. La guerra duró décadas y provocó que miles de familias como la de Deng se convirtieran en refugiados.

Stephen Thompson, de Puerto Rico, ante Wenyen Gabriel, de Sudán del Sur, en los Juegos Olímpicos

Stephen Thompson, de Puerto Rico, ante Wenyen Gabriel, de Sudán del Sur, en los Juegos Olímpicos Efe

La familia Deng llegó a Egipto y conoció a Manute Bol, estrella del baloncesto sursudanés que le enseñó a botar el balón con las manos. El resto es historia: los Deng llegaron a Londres con estatus de refugiados y Luol acabó quince años jugando en la NBA. A mitad de su carrera baloncestística, su pueblo consiguió el objetivo: en 2011 Sudán del Sur consiguió la independencia. Deng iba a poder representar a su país, pero todavía quedaba mucho para hacer. Dos años más tarde, la guerra estalló entre sursudaneses.

Guerra civil

Con la tercera reserva de petróleo más grande de África, equivalente a unos 3.500 millones de dólares, los líderes políticos explotaron las diferencias étnicas para intentar ser quienes se llevaran el dinero del oro líquido. Salva Kiir, de la etnia dinka, que supone un tercio de la población en Sudán del Sur, y Riek Machar, de la comunidad nuer, la segunda más numerosa representando un 15% del país, comenzaron una guerra sin fin.

Desde su independencia hasta hoy, si Sudán del Sur ha sido noticia es relacionada con el conflicto. De la utilización de miles de niños soldado por ambos campos a los pagos a los soldados con violaciones a mujeres en lugar de con dinero. El 80% de la población vive bajo la pobreza, más de la mitad sufre hambruna y es el país africano con mayor número de refugiados: 2,4 millones de sus 11 millones de habitantes han tenido que huir de la guerra.

Mientras, el dinero del petróleo acaba en los bolsillos de las élites: tan solo entre 2018 y 2021 se desviaron 72 millones de dólares.

"Desde que nací, no he conocido nada más que conversaciones sobre la guerra", dijo Luol Deng a los medios tras el partido amistoso contra Estados Unidos. "Cuando estaba en el colegio, incluso cuando estaba en la NBA, siempre las noticias eran: 'refugiados que se fueron debido a la guerra' y 'país desgarrado por la guerra'. Ahora estamos descubriendo una nueva historia".

Una selección desde cero

- "¿Dónde vamos?"
- " A París"
- "¿Que dónde vamos?"
- "A París"

El vestuario de Sudán del Sur era una fiesta en Manila el 2 de septiembre de 2023. Acababan de ganar a Angola 101-78 y habían hecho historia: en su primer Mundial de baloncesto acababan de asegurar su billete para los Juegos Olímpicos.

La selección sursudanesa, en un entrenamiento durante los Juegos Olímpicos

La selección sursudanesa, en un entrenamiento durante los Juegos Olímpicos Reuters

En verano de 2019, Deng anunció su retirada como jugador de baloncesto tras quince temporadas en Estados Unidos. Tenía un nuevo reto: crear un equipo de baloncesto en su país de nacimiento. En noviembre asumió la presidencia de la Federación de Baloncesto de Sudán del Sur por unanimidad como símbolo de respeto, pero también de indiferencia.

No había infraestructuras deportivas, ni interés público en el proyecto. Por no haber, no había ni ganas. "Mucha gente no entendía cuál era el objetivo", dijo Deng. "Hacerles creer que esto podría ser algo especial fue difícil". La mayoría de la gente no entendía como una estrella que había ganado 168 millones de dólares en su carrera querría dedicar su tiempo y dinero a montar un equipo en un país sin canchas de baloncesto y envuelto en un conflicto en lugar de disfrutar de un retiro dorado.

Pero esa indiferencia no frenó a Deng. Se unió a su hermano, tuvo que poner el dinero de su bolsillo y se puso a formar un equipo. Pero, ¿dónde buscar? En Sudán del Sur no vivía ningún profesional, por lo que tuvo que empezar a viajar por todo el mundo.

La dificultad es que muchos de los elegibles ya habían jugado para otra selección, como él mismo hizo con Reino Unido. Thon Maker había jugado para Australia, Ater Majok para Líbano. Para otros, como Bol Bol, hijo del legendario Manute Bol, la selección no ha sido su prioridad y ha decidido quedarse fuera para centrarse en su carrera en la NBA.

"Todo aquel que juega en la selección nacional quiero que lo haga con orgullo y que salga de ellos", dijo Deng a los medios estadounidenses. "Lo que nos hace tan buenos es que cada jugador quiere jugar".

A pesar de las dificultades, Deng ha conseguido reclutar a doce jugadores. Ninguno de ellos juega en la NBA, están entre clubes del continente africano, Australia, China y ligas menores estadounidenses; pero todos saben perfectamente que su misión va más allá de jugar al baloncesto.

El partido preliminar contra Estados Unidos fue una ventana al mundo. Ahora buscan la revancha este miércoles 31 de julio en el partido de la fase regular de los Juegos Olímpicos. Ganen o pierdan, Wenyen Gabriel, alero titular del equipo, sabe que representarán con orgullo a su país: "Somos un grupo de refugiados que nos reunimos durante algunas semanas al año, haciendo nuestro mejor esfuerzo, jugando contra algunos de los mejores jugadores de la historia. Esto es más grande que el baloncesto. Mostramos a la gente que podemos competir y que el baloncesto en África es algo para el futuro".