Manifestación en la ciudad de Caracas, Venezuela, tras el anuncio de resultados de parte del régimen.

Manifestación en la ciudad de Caracas, Venezuela, tras el anuncio de resultados de parte del régimen. Europa Press

América

"Esto hay que pararlo": los barrios que alzaron a Chávez en 1998 se rebelan ante el fraude de Maduro

Masivas manifestaciones tuvieron lugar en zonas populares de Caracas, en contra de algunas medidas liberales de un gobierno opuesto al actual. 

31 julio, 2024 02:00

El hastío hacia la dictadura de Nicolás Maduro se hace ver en las calles de Venezuela. Tras el anuncio, para muchos 'fraudulento' del Consejo Nacional Electoral (CNE), son miles los ciudadanos que han salido a terreno con sus cacerolas a protestar en contra de un régimen que lleva años gobernando desde el autoritarismo y la violencia. Las consecuencias de la movilización también se han ido haciendo notar. Según la ONG Foro Penal, al menos 6 personas habrían fallecido, mientras que la Encuesta Nacional de Hospitales ha registrado tres víctimas mortales. Los heridos serían muchos más.

Desde el domingo por la noche, que decenas de medios de comunicación han subido imágenes de cientos de venezolanos corriendo 'cerro abajo' para llegar a las calles y manifestar su enojo. Son esos mismos cerros, los que hasta hace no tanto tiempo, eran propiedad del chavismo. Se trata de las zonas más populares de Caracas, capital de la nación sudamericana, que históricamente se han posicionado en favor del sector que hoy está tras las riendas del país. Después de 25 años, eso ha cambiado. 

El silencio se transformó en un ruido que tuvo un efecto 'remolino' en los vecindarios. Nadie quería mantenerse al margen de una lucha que pinta para histórica. Tampoco lo quisieron quienes llevaban años marchando detrás de Maduro y que hace poco más de dos décadas acudieron a las urnas para llevar a Hugo Chávez al poder. El régimen, de ese modo, no sólo queda aislado internacionalmente, sino también en su propia fortaleza. 

La calle no es más 'bolivariana' sino de oposición

El barrio Petare, uno de los con más habitantes en toda América Latina, se ha convertido en una de las zonas con más presencia de manifestantes. También figuran en ese listado localidades como La Vega y El Cementerio. la tónica, en cada una de las protestas, era trasladar a la gente desde sus vecindarios hasta la calle. Para más de uno, de hecho, el objetivo final era llegar a la Asamblea Nacional o al Palacio de Miraflores. Según dijo uno de los presentes a BBC MUNDO, "salimos porque este fraude hay que pararlo. Este gobierno tiene que salir".

Muchos se han trasladado incluso desde las afueras de la capital. Nadie quiere quedar al margen de las movilizaciones. Por más que el régimen insista en no abrir las actas y hacer un conteo legítimo, son muchos los que mantienen la esperanza. Y la rabia, por supuesto, de una multitud que quiere dejar de ser mera espectadora de cómo se toman las decisiones del país. La Plaza Altamira, fuente principal de encuentros de este tipo, se ha vuelto de nuevo en la sede preferida por la ciudadanía. 

Los líderes de la oposición lo han dicho en muchas ocasiones. Ellos entienden la indignación de la gente y han pedido, como lo hizo el candidato Edmundo González Urrutia a través de un video en su perfil de X, que las fuerzas policiales y militares eviten la represión excesiva. Esa indignación, a la que se hace referencia, se ha traducido en la caída de estatuas de Chávez en distintos puntos del país. La más viral tuvo lugar en la ciudad de Coro, en el estado Falcón, al noroeste de Venezuela.

Una de las razones por las cual las zonas más populares se han mantenido fieles al régimen (hasta ahora) es la ayuda humanitaria que éste les ha proporcionado durante años. Sin embargo, son tantas las ganas de cambio y es de tal magnitud la crisis que aqueja a la población, que ni siquiera esos antecedentes han detenido a la gente a salir de sus casas y a exigir un proceso electoral que esté a la altura de una democracia.

El 'barrio' como mayor amenaza para el régimen

La retórica de Maduro y sus más cercanos socios es la de aludir al "pueblo" en cada uno de sus discursos. Es ese 'pueblo', que nace desde los estratos más populares, el que le está dando la espalda. Sin la presencia de aquellas zonas que antes fueron 'bastión chavista', es poco el margen de maniobra que les queda a disposición. Y si bien las Fuerzas Armadas han mantenido su lealtad hacia el actual gobierno, la cada vez mayor presencia de todos los estratos sociales en el territorio podría hacerles dudar.

Mientras tanto, los ciudadanos que bajan descontentos por los cerros pocos se están permitiendo intimidar. Muchos de ellos han hasta roto y quemado carteles con el rostro del dictador, enfrentarse a las unidades policiales y hacer 'barricadas'. La actitud represiva y sin dobleces de parte de los agentes de seguridad no ha desincentivado la ofensiva de los manifestantes.

Dos manifestantes en Venezuela intentar romper un cartel electoral de Nicolás Maduro.

Dos manifestantes en Venezuela intentar romper un cartel electoral de Nicolás Maduro. Efe

Según algunos análisis, uno de los desafíos que tenía la oposición ante la elección era unir a aquel sector más tradicional y disidente al chavismo, con los sectores de menos recursos, antes siempre vinculados a la 'revolución bolivariana'. Fue ese logro, posiblemente, el que permitió que el candidato González Urrutia, según dicta más del 70% de las actas, haya sido el elegido por la población con más de 6 millones de votos.

La expectativa por un cambio en la gobernanza del país hizo aguas en un régimen que observa con nostalgia el arraigo social e ideológico que tuvo en los sectores populares. Es con cada vez menos gente con la que se debe conformar el régimen. Porque lo que se vio en 1998 con el triunfo en las urnas de Chávez, o antes de eso, cuando cientos de miles pidieron el cese de algunas medidas 'neoliberales', está hoy bajo tierra.

El 'Caracazo' irrumpe en la memoria de Venezuela

Más allá de la crisis que afectaba en ese entonces a su economía, en parte, por la dependencia que tenía (y aún tiene) hacia el petróleo, Venezuela destacaba por su estabilidad. Todo ello cambió el 27 de febrero de 1989, en la ciudad de Caracas, cuando fuertes protestas y disturbios se extendieron durante casi diez días. El objetivo del levantamiento era acabar con las últimas medidas económicas anunciadas por el presidente de ese entonces, Carlos Andrés Pérez. Un hombre asociado a la derecha y quien pocos días antes anunció un aumento en el costo de la gasolina y el transporte público.

Tal como a estas horas, hordas de gente bajaron corriendo de los cerros para arribar en las calles céntricas de la capital e implorar justicia. Cifras oficiales hablan de 276 muertos, mientras que otras investigaciones apuntan a miles de fallecidos. Las detenciones subían como espuma y las denuncias de tortura y desaparición forzosa continúan reflotando en la memoria de un país herido.

En aquel instante, el adversario era otro. El sector al cual combatir, también. Pérez impulsó desde el arranque de su administración una economía liberalizadora y de desregulación de las arcas fiscales. Es así como fue alimentándose el chavismo. Una fuerza política que ahora sufre lo que hace treinta años la ascendió al máximo poder.