“Aquí no hay miedo. ¿Qué más vamos a perder si ya lo hemos perdido todo? Queremos cambio”, responde Tibisay Castillo a la pregunta de por qué salió a protestar contra el Gobierno de Nicolás Maduro y participar en la manifestación convocada por la oposición y que recibió el nombre de “la toma de Caracas”.
Las amenazas del chavismo durante la última semana no quebraron la voluntad de los venezolanos. El ambiente en las calles era de alegría y ánimo. Ni las detenciones a dirigentes políticos del partido de Leopoldo López, Voluntad Popular, ni las retenciones a manifestantes en varios estados del país, ni el cierre de las vías de acceso a Caracas acobardaron a los ciudadanos.
La señora Tibisay viajó desde Coro, estado Falcón (al occidente del país) junto a su mamá, de 90 años, el martes, para evitar que las retuvieran en las carreteras. Se quedaron en la casa de unos familiares y este jueves, 1 de septiembre, salieron a protestar.
Desde el miércoles noche las informaciones sobre las acciones del Gobierno para dificultar la movilización opositora comenzaron a circular por Twitter. Largas filas de autobuses parados, llenos de manifestantes con rumbo a Caracas, esperando que la Guardia Nacional y el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), abrieran túneles o peajes.
Y entre la madrugada y primeras horas de la mañana del jueves, las fotos y videos que comenzaron a difundir los venezolanos retenidos en los accesos a Caracas, a través de las redes sociales, mostraban a decenas de personas que se bajaron de los autobuses y comenzaron a caminar a un costado de la vía. Ocurrió en la carretera Panamericana y en las autopistas Guarenas-Guatire, Caracas-La Guaira y Regional del Centro. Pocos pudieron llegar a la capital y algunos recibieron bombas lacrimógenas.
Arturo Montilla tardó 20 horas en llegar a Caracas. Salió el miércoles a las 10 de la mañana junto a más de 20 personas desde la ciudad de Barinitas, en los andes venezolanos, pero los retuvieron en la noche en el viaducto de La Cabrera, en el centro del país.
“A las 3:30 de la madrugada los guardias nos lanzaron bombas lacrimógenas porque la gente empezó a presionar para que abrieran el paso, se bajaron de los autobuses y comenzaron a protestar”, contaba a El ESPAÑOL desde la avenida Libertador, en Caracas.
Él y un amigo lograron correr y montarse en otro autobús, que encabezaba la fila de carros, y que pudo seguir el recorrido. Por ello pudieron estar en la protesta pero sus demás compañeros no pudieron llegar.
“Yo apoyé este proceso pero no me imaginé que esto iba a pasar, estoy bien arrepentido”, ha confesado el señor Arturo. “Estoy aquí porque quiero un cambio político y que les caiga todo el peso de la ley”.
“La guardia se montaba en los autobuses y preguntaba para dónde íbamos, nos revisaban los bolsos y los bolsillos de los pantalones. Sin miedo la gente les respondía que iban a protestar a Caracas”, ha contado también Luis José Mariñez, quien viajó en autobús desde el centro del país.
La más grande
La Mesa de la Unidad Democrática pidió a sus seguidores salir a protestar en tres avenidas de Caracas: Francisco de Miranda, Río de Janeiro y Libertador. Las tres se fueron llenando con miles de personas que marcharon hasta ellas desde siete puntos de la capital, y dos de los lugares donde se preveían enfrentamientos, por estar ubicados en el municipio Libertador (regido por un alcalde chavista), se llenaron de manifestantes que pudieron caminar sin impedimento de los cientos de policías dispuestos en varias esquinas.
Henrique Capriles Radonski, gobernador del estado Miranda y excandidato presidencial, expresó desde la avenida Francisco de Miranda que la respuesta de los venezolanos había sido contundente. “Muy probablemente hoy podemos estar hablando de la movilización más grande que se ha dado en la historia de nuestro país”.
La desmotivación que se había visto en convocatorias anteriores de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), no estuvo presente este 1 de septiembre, y varios de los manifestantes lo comentaron.
“Algo me decía que tenía que venir. Tenía años sin marchar, pero esta era diferente”, ha dicho Rosmary Pérez, una joven de 30 años. Ella llegó a Caracas con su mamá desde La Guaira, ciudad del Litoral venezolano, el miércoles.
Su motivación ha sido demostrar el descontento de millones de venezolanos que quieren que el Gobierno cambie y Venezuela se reconstruya, “porque desde mi punto de vista ya el país se cayó. Cuando el dinero se te evapora, cuando te debates entre estudiar en la universidad o trabajar para poder comer, cuando no consigues comida, es porque todo se ha caído. Siento que mi futuro profesional no está aquí”.
Si bien hubo manifestantes que viajaron desde distintos estados venezolanos, el grueso de los asistentes fueron caraqueños que decidieron salir, con una determinación que quedó demostrada con el ambiente vivido en la ciudad este jueves.
No fue un día laborable normal, parecía un domingo. Y aunque la mayoría de los negocios y oficinas públicas y privadas amanecieron con las puertas cerradas, quizás como señal de miedo por si ocurrían hechos violentos, la decisión permitió que la gente se volcara a las calles.
Eran jóvenes, abuelos y muchos padres solos porque sus hijos se han ido de Venezuela. “Estamos aquí cumpliendo un deber, porque queremos que nuestros hijos regresen otra vez”, ha expresado Zoraida Herrera junto a su esposo. Sus tres hijos emigraron por la crisis que ha dejado el chavismo.
Agenda de protesta
Jesús “Chúo” Torrealba, secretario ejecutivo de la MUD, aseguró que lo vivido en Caracas fue “una epopeya cívica, historia patria”, antes de leer un comunicado en el que ha informado que la oposición continuará protestando.
El próximo miércoles 7 de septiembre se movilizarán a todas las oficinas del Consejo Nacional Electoral en todas las capitales del país, en una protesta que se prolongará por seis horas. Una semana después, el miércoles 14 de septiembre, la MUD realizará la “toma de todas las capitales del país” durante 12 horas.
Y una vez que se apruebe el 20% de las firmas necesarias para convocar el referendo revocatorio en contra de Nicolás Maduro, la oposición convocará a “la toma de Venezuela” durante 24 horas continuas, según lo informado por Torrealba.
Con la lectura de ese comunicado la protesta de la oposición concluyó luego de seis horas en la calle, transcurridas en paz, como lo pidió la MUD en sus múltiples llamados.
En la retirada, un grupo de manifestantes que la MUD calificó como infiltrados, decidió tomar la autopista Francisco Fajardo, que conecta a la ciudad de este a oeste, y allí se encontró con un contingente de policías que los replegó con gases lacrimógenos.
El enfrentamiento continuó con piedras al aire que algunos jóvenes con capucha lanzaban a los policías mientras estos respondían, y se extendió hasta la zona de Chacaíto, donde quemaron bolsas de basura. Unas 20 personas fueron detenidas, la mayoría fue liberada horas después.
“Cacerolazo” para celebrar
Horas después de culminar la "toma de Caracas”, el balance dado por la coalición opositora indicaba que entre las tres avenidas caraqueñas habían logrado reunir a un millón de personas, una muestra de la cantidad de venezolanos que quiere votar este año en un revocatorio presidencial contra Nicolás Maduro. Pero desde la acera del chavismo se dijo que en la protesta opositora no había más de 30.000 personas.
Los seguidores de Maduro acudieron a su llamado, a la contramarcha que se realizó al oeste de la capital venezolana, en la avenida Bolívar.
Desde una tarima, Maduro aseguró que lograron desarticular el golpe de Estado que preparaba la oposición para el 1º de septiembre y que “capturaron” un campamento de paramilitares a 500 metros del palacio presidencial de Miraflores.
Además, pidió a los presentes mantenerse en la calle para defender a la capital venezolana. "Al pueblo de Caracas lo vamos a defender fortaleciendo las misiones socialistas, ganando la guerra económica. La juventud, las mujeres, el pueblo de Caracas tiene que salir en defensa de la paz".
Sus seguidores no se quedaron literalmente en la calle ni Maduro logró llenar la avenida Bolívar como en algún momento lo hiciera su antecesor, Hugo Chávez, en los primeros años de su presidencia.
El día finalizó con un “cacerolazo” nacional, convocado por la MUD, para “celebrar el éxito de la toma de Caracas”, como informó Chúo Torrealba al leer el comunicado con el que culminó la protesta en la tarde.
Las cacerolas sonaron por casi una hora en la capital y se escucharon tanto en zonas populares donde el chavismo tiene a grupos armados aliados, como en otras donde en años anteriores predominaba la preferencia por el Gobierno de Chávez y Maduro.