A Hillary Clinton le han desbaratado los planes. Hasta este fin de semana, la demócrata navegaba a velocidad de crucero hacia la Casa Blanca impulsada por el viento de las encuestas, sobre la ola de escándalos sexuales que vienen azotando a Donald Trump en el último mes. Sin embargo, la irrupción del FBI del pasado viernes, anunciando que reabre la investigación criminal por el uso que la ex secretaria de Estado hizo de su correo electrónico privado para asuntos de estado, puede mandar toda su estrategia a pique y situarla al mismo nivel de descrédito público que su rival, a sólo una semana de los comicios.
El equipo de Clinton, que está viendo amenazada seriamente sus posibilidades, trata de relativizar los daños que las nuevas informaciones sobre su correspondencia puedan causar. No en vano, al menos 21 millones de estadounidenses ya han votado por adelantado en todo el país y, en los estados donde más varía la balanza y que pueden decantar el Despacho Oval de uno u otro lado -Florida, Carolina del Norte, Colorado o Nevada- esta cifra llega casi a un 25%. El recuento de esos sufragios no se llevará a cabo hasta el mismo día de las elecciones, pero los demócratas registrados para ejercer su derecho al voto superan a los republicanos en los grupos demográficos y en las áreas urbanas claves, según publica este lunes The New York Times, lo que beneficiaría a la aspirante.
Cosa distinta es lo que pasará a partir de ahora. Según las últimas encuestas, realizadas sin registrar plenamente el efecto que la investigación del FBI, la distancia entre los dos candidatos se recorta a pesar de las denuncias por abuso sexual realizadas contra el republicano, la grabación en la que alardeaba de usar a las mujeres a su antojo, o el interminable listado de controversias y ataques a inmigrantes, minorías, militares y toda suerte de colectivos.
Las opciones del irreductible empresario siguen aún vivas. Así, un estudio realizado por la cadena ABC News y el Washington Post publicado el domingo muestra que Clinton adelanta a Trump por sólo un punto (46% frente a 45% a escala nacional). Y lo que es más llamativo, tres de cada diez personas confesaba que una nueva investigación federal sobre la ex primera dama haría menos probable que se decantasen por ella, una cantidad nada despreciable. Ello sin conocer ni el contenido de los correos investigados ni si pueden constituir delito alguno.
No obstante, los sondeos realmente relevantes son los que se circunscriben a los estados decisivos. El domingo, en Carolina del Norte, la NBC, el Wall Street Journal y la Marist University pronosticaban a Clinton un 47% de los apoyos, frente al 41% de su oponente. En Florida, la misma encuesta revelaba casi un empate, con un 45% y un 44%, a favor de la demócrata, que pese a todo perdía un punto sobre otros estudios anteriores. El New York Times, en cambio, vaticinaba que Florida sería para Trump con un 46% frente el 42% de su rival.
Con estas perspectivas y con la investigación del FBI acaparando la atención de todos los medios, se abre una nueva ventana para el magnate, que hasta ahora veía complicado salir victorioso el próximo martes 8 de noviembre. Clinton mantiene cierta ventaja, pero cualquier nueva revelación por parte de Wikileaks o la difusión de los detalles desconocidos sobre los correos que analiza la agencia federal puede convertir esta semana final en un calvario para ella. Ante este panorama, la estrategia de los demócratas va a cambiar.
CLINTON MANDA A SU 'EJÉRCITO'
La aspirante a ocupar la Casa Blanca ha pasado al contraataque y en estos últimos días va a hacer uso del 'ejército' demócrata, desde el matrimonio Obama al que fuera su rival demócrata hasta el último momento en las primarias del partido, Bernie Sanders, pasando por famosos o miembros de su familia. El objetivo: volver a centrar el foco sobre su contrincante, incidiendo en que no es apto ni moral ni intelectualmente para el cargo.
“Preveían un aterrizaje suave y ahora van a tener que ponerle las cosas más difíciles de lo que pensaban a Trump en esta última semana”, explicaba este fin de semana a la CNN el analista político David Axelrod.
Sin poder bajar por lo tanto la guardia, la demócrata centrará el tramo final de su campaña en Florida y Ohio, estados que se disputa con Trump, y Carolina del Norte, en el que lleva ventaja. Si vence en cualquiera de esos tres, las opciones del millonario se reducen drásticamente. También visitará Arizona, que pese a ser tradicionalmente republicano, podría dar sorpresas en estas elecciones.
Para movilizar al electorado, Clinton enviará a diferentes actos a su esposo y ex presidente Bill Clinton, al presidente y la primera dama, Barack y Michelle Obama, al vicepresidente, Joe Biden, a su hija Chelsea, y al que fuera su principal contrincante en las primarias, Bernie Sanders. A esta agenda política se sumarán otras figuras del mundo de la cultura como Cher, Jay Z, Jon Bonjovi o Katy Perry.
Desde este viernes, "Clinton ha adoptado tres estrategias dirigidas a diferentes audiencias: minimizar el problema, atacar a través de terceros al director del FBI, James Comey, del que parte esta investigación (¿violó la ley al hacer pública la investigación?), y evadir su responsabilidad personal en esta nueva fase del escándalo de los correos”, explica a EL ESPAÑOL Benjamin R. Bates, profesor de la Escuela de Estudios de Comunicación de la Universidad de Ohio.
“La candidata trata de lanzar el mensaje de que no hay nada nuevo en esta correspondencia que investiga el FBI y, que si lo hubiera, no es importante. Esto puede funcionar para el electorado que ha estado siguiendo su campaña desde el principio y que puede ver que se trata de más de lo mismo, de un caso que ya se dio por superado. Pero a los indecisos debe hacerles ver que esto es un truco sucio de los republicanos, por motivos políticos, no legales”, añade.
Desde el lado conservador, la noticia de la reapertura del caso refuerza los argumentos defendidos hasta ahora por su cabeza de cartel sobre que Clinton es “una criminal”. "Sus actos fueron criminales, intencionados y deliberados. Hillary usó un servidor ilegal con el evidente propósito de proteger a su conducta criminal de la exposición pública”, afirmó este fin de semana en Las Vegas un Donald Trump visiblemente satisfecho con este viraje electoral, que deja en un segundo plano sus polémicos episodios. Poco importa que lo que diga el republicano no sea cierto, o al menos de momento el FBI lo descartara cuando dio por cerrado el caso de los correos a inicios del verano. Ahora lo ha reabierto, pero sin realizar acusación alguna contra la demócrata.
TRUMP, ¿MEJOR CALLADO?
Pero una cosa es que el republicano haya recibido como un ‘regalo’ esta nueva vuelta de tuerca al caso de los correos electrónicos, y otra que pueda sacarle provecho. “Debería permanecer en silencio, a pesar de que probablemente no lo hará. El caso de los correos electrónicos habla por sí mismo, especialmente para los votantes que aún no confían en la capacidad de Clinton para manejar material clasificado", valora Bates. "Si Trump habla acerca de los mensajes, es probable que anime la percepción de que el acto de Comey estuvo motivado por la política y no por la ley. Si explota el escándalo, debilitará su impacto". Este experto advierte de que aún queda recorrido a esta polémica, ya que los demócratas pueden replicar planteando por qué el director del FBI se dedica a este asunto y no otros como "la influencia de Rusia en la campaña”.
No todos comparten esta opinión. “Trump ya está sacando ventaja a esta investigación, avisando de que si Clinton es presidenta, el escándalo continuará y dañará a la institución presidencial. Si sigue haciendo esas declaraciones, los votantes indecisos, especialmente los que están aguardando una buena razón para decidirse por él, podrían darle su voto”, comenta a este diario Katherine Jellison, doctora en Comunicación y Marketing y conocida analista de la campaña de salud pública liderada por Michelle Obama.
En cuanto a Clinton, en su opinión, está actuando correctamente “cuestionando públicamente el momento elegido para sacar este tema a la luz por el FBI, levantando sospechas sobre su director y sus motivos”.
Otros expertos directamente desconfían de que los republicanos sean capaces de rentabilizar este nuevo argumento. "El problema de Trump es que ha tenido siempre mucho material para usar contra Clinton que no ha utilizado bien. Ahora necesita sólo, por una vez, mantener un enfoque claro y constante durante los próximos días sobre las cuestiones que pueden hacerle ganar”, manifestó a la CNN Mark McKinnon, exestratega para el presidente George W. Bush y el senador John McCain.
Los deberes para el millonario no son sencillos. Avanzar en Florida y Ohio, dar la vuelta a la situación en Carolina del Norte, sacar provecho de su ventaja en Iowa y tratar reconquistar estados como New Hampshire y Nevada.
Pero al igual que ocurre con los demócratas, el equipo de Trump también teme un golpe, escándalo o denuncia de última hora. Este mismo lunes el semanal Newsweek publicaba que las empresas del candidato llevan décadas destruyendo también correos electrónicos y otros documentos demandados por los jueces en procesos judiciales abiertos contra sus compañías.
El artículo sostiene que el equipo del aspirante conservador “ocultó o destruyó miles de correos, registros digitales y documentos solicitados oficialmente en procesos judiciales”. Para ello, Newsweek asegura haber revisado miles de páginas de sentencias y órdenes judiciales de casos en los que, según informa, la táctica de las empresas del magnate consistía en alargar los juicios, negar evidencias y así encarecer el proceso a la parte contraria.
Queda por ver el recorrido de esta información, pero lo que está claro es que en los próximos días las elecciones van a ser de infarto para ambos bandos.
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