Shapiro cree que Trump no se opondría a perpetuar a Asad en el poder.

Shapiro cree que Trump no se opondría a perpetuar a Asad en el poder. Jorge Barreno

EEUU

Exasesor de Clinton: “Estoy de acuerdo con políticas de Trump. El problema es él"

Jeremy Shapiro trabajó con Hillary Clinton cuando era secretaria de Estado. Considera al presidente electo un peligro para la seguridad.

23 noviembre, 2016 01:16

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Jeremy Shapiro formó parte de la primera Administración del ahora presidente saliente de Estados Unidos, Barack Obama. Trabajó en el Departamento de Estado asesorando directamente a Hillary Clinton en materia de política exterior para el Norte de África y la región mediterránea de Oriente Próximo. También asesoró al secretario de Estado adjunto para Europa y Eurasia, Philip Gordon, en cuestiones transatlánticas. Hoy es director de investigación en el European Council on Foreign Relations (ECFR), un laboratorio de ideas paneuropeo centrado en la política exterior del Viejo Continente.

En esta entrevista con EL ESPAÑOL aborda la agenda exterior del presidente electo, Donald Trump, sus últimos fichajes y sólo tiene buenas palabras para su antigua jefa.

¿Piensa que la reivindicación de Donald Trump relativa a la OTAN asegurando que Europa se aprovecha de Estados Unidos es válida?

Tiene cierta validez. Hay un debate desde hace décadas sobre [la necesidad de] “compartir la carga” a lo ancho del Atlántico. Es una visión que básicamente todos los presidentes estadounidenses desde Eisenhower han promovido: que Europa tiene que contribuir más a su propia defensa. Pero no iría al extremo de decir que esto suponga un mal acuerdo para Estados Unidos.

Creo que el trato que tienen EEUU y Europa es muy beneficioso para ambas partes. Y, principalmente, no se trata de dinero, se trata de estabilidad. Y hasta [la llegada de] Trump, los dos bandos han reconocido que estas cuestiones de dinero son importantes y nos peleamos por ellas desde hace décadas, pero no son la esencia de la relación. La esencia es la seguridad que nos proporcionamos mutuamente y la estabilidad que damos a la región. Y eso no tiene precio.

Para mí, está claro que la relación transatlántica es un buen negocio. Los estadounidenses podrían llevarse un mejor negocio si los europeos pagasen más. Pero eso no va a cambiar su naturaleza y eso es lo que Trump no entiende.

¿Y no puede tratarse de una estrategia del presidente electo para asustar a sus aliados y conseguir lo que considera un trato mejor?

Tal vez entender no sea la palabra correcta… No lo acepta. Él piensa que no necesitamos la seguridad y estabilidad que derivan de la alianza transatlántica. Y si uno no cree que eso es importante, lo único que queda son las cuestiones de dinero, el quién paga qué. Y por eso quiere negociar con más dureza con los aliados que otros presidentes estadounidenses, porque no le importa si el acuerdo se va al traste. Y la verdad es que decir “me puedo ir” le da más poder negociador, pero sería un desastre que se fuera. Ésa es la contradicción.

Desde que ganó las elecciones, Trump ha intentado parecer más moderado y conciliador. Asimismo, el presidente saliente, Barack Obama, ha asegurado que su sucesor mantendrá el compromiso de Estados Unidos con la OTAN. ¿Usted lo cree verdaderamente capaz de abandonar la organización?

Me parece que él nunca ha dicho que saldría de la OTAN y no considero que eso sea lo importante. Lo que importa es si mina el acuerdo de la OTAN, no si saca a Estados Unidos de ella. Si Estados Unidos deja de pensar que contribuir a la seguridad europea lo beneficia o si sólo contribuye si los europeos esencialmente le pagan una tasa de mercenario, entonces la OTAN ya está muerta. La esencia de la OTAN no es quién es miembro o dónde está el cuartel general: es la solidaridad entre 28 países que deciden unirse para protegerse mutuamente. Y si no lo hacen, la OTAN no existe.

Europa no debería correr a congraciarse con Trump, porque sólo lo interpretará como un signo de debilidad

¿Qué cree que deberían hacer los europeos ante este nuevo escenario?

Creo que deberían demostrar unidad, aumentar los esfuerzos para desarrollar su propia defensa, incrementar su inversión en seguridad para poder ofrecerle algo a Trump y mostrar paciencia y no correr a congraciarse con él, porque sólo lo interpretará como un signo de debilidad. También creo que es poco probable que sigan esas recomendaciones.

¿Y qué impacto puede tener la buena relación de Donald Trump y Vladímir Putin en el panorama internacional?

El punto principal en el que creo que a Putin y Trump les gustaría colaborar es la lucha antiterrorista en Oriente Próximo. Quieren sumar fuerzas para combatir lo que definen como grupos terroristas islamistas, particularmente, en Irak y Siria y tal vez Libia también. Y éste es el asunto que más le importa a Trump en política exterior. Claramente es uno que le importa a Putin también. Es un ámbito obvio de cooperación. Por lo tanto, hay bastantes opciones de que empiecen a hacer ese tipo de cosas.

Pero a lo largo de la presidencia de Trump, mantener una cooperación efectiva y mantener buenas relaciones con Rusia le va a resultar más difícil de lo que piensa.

¿Cree que Putin puede ganar más influencia en el panorama internacional durante el mandato de Trump? La semana pasada, sin ir más lejos, el presidente de Francia, François Hollande, defendió que había que hablar con Rusia y verlo como un “socio”.

Pienso que ese será el resultado en el corto plazo. Pero la realidad es que los rusos son muy débiles. Los rusos necesitan al “enemigo americano”, porque sostiene su política interna. Lo que los ha contenido no es la oposición estadounidense. La razón por la que no logran tener tanta influencia en el mundo es porque no son lo suficientemente poderosos o lo suficientemente interesantes para otros países. Y eso no tiene nada que ver con Estados Unidos.

Existe la creencia en geopolítica de que lo que importa es el impulso que tienes en un momento determinado y quiénes son tus amigos. Esas cosas tienen cierta importancia, pero la influencia de un país vendrá determinada por su capacidad y su poder multidimensional, pero tiene mala pinta para los rusos en todos los frentes.

Los chinos son los que están mejor posicionados para beneficiarse de la política exterior de Trump, fundamentalmente, porque son un poder emergente. Por tanto, retirar el “obstáculo estadounidense” de sus ambiciones geopolíticas en el Sudeste Asiático es una cuestión mucho más significativa.

Los rusos son muy débiles. Necesitan al “enemigo americano”, porque sostiene su política interna. Los chinos son los mejor posicionados para beneficiarse de la política exterior de Trump

Sin embargo, Trump habla de China como un “manipulador de divisas” y asegura que se ha aprovechado de EEUU comercialmente. ¿No anticipa una relación de confrontación entre ambos países?

Los veo teniendo una relación conflictiva con respecto a esas cuestiones (comerciales). Creo que eso será muy importante y, probablemente, muy dañino para los dos. Pero lo que Trump ha dado a entender también es que no le interesa la competición geopolítica con China en el Sudeste Asiático.

No va a respaldar a Japón, no va a apoyar a Vietnam, Filipinas o incluso Australia para crear una alternativa a la dominación china de la región. Y los chinos son capaces de aprovecharse de eso, lo que podría tener un impacto enorme en lo que se está convirtiendo en la región del mundo más importante y económicamente dinámica.

El problema es que la política para China de Trump genera pobreza para ambos. Y si están luchando y reduciendo actividad comercial entre sí, eso va a tener efectos colaterales en todas partes.

El problema es que la política para China de Trump genera pobreza para ambos. Pero en términos de poder, a los chinos les irá muy bien. Aunque, obviamente, tendrán muchos problemas económicos que emanan de una guerra comercial con EEUU. No tengo claro que esos problemas económicos vayan a ser peores que los que llegarán a EEUU, pero ambos países pueden perder. Y, a propósito, éstas son las mayores potencias económicas del mundo, por lo que si están luchando y reduciendo actividad comercial entre sí, eso va a tener efectos colaterales en todas partes.

Shapiro es director de investigación en el European Council on Foreign Relations.

Shapiro es director de investigación en el European Council on Foreign Relations. Jorge Barreno

Volviendo a Siria, ¿se imagina a Trump y Putin perpetuando a Bashar al Asad en el poder para intentar poner fin al conflicto?

No veo a Trump haciéndolo per se; simplemente no lo veo oponiéndose a ello. La postura de Trump parece ser -asumiendo que la podemos entender, porque hay que tener en cuenta que no podemos entender la mayor parte (de su política)-, y me reservo el derecho a estar equivocado, que la guerra en Siria no nos compete. No importa si Asad se queda o se va. Importa el terrorismo, Estado Islámico, por lo que vamos a combatirlos.

Eso probablemente ayude a Asad de manera indirecta. Es probable que los rusos aúpen a Asad y pueden hacerlo si quieren. Pero no veo por qué participaría en nada de esto, no le importa lo suficiente.

La cuestión es que es un narcisista, un ególatra, no tiene experiencia, no tiene buen juicio, no tiene el temperamento apropiado y es un racista

¿Piensa que la propuesta de Hillary Clinton de implantar una zona de exclusión aérea en Siria para proteger a la población de los bombardeos de Moscú y Damasco habría contribuido a mitigar el conflicto? Esa era una medida que Trump y el dirigente del Estado Mayor Conjunto de EEUU criticaron.

No, no creo que hubiera ayudado. Pero ése era sólo un elemento menor en su política exterior. Uno de los problemas que tengo personalmente a la hora de evaluar la política exterior de Trump es que hay muchas de sus medidas, particularmente en política exterior, con las estoy más de acuerdo que con las de Clinton. Algunas. Pero el problema no son sus políticas -me parece que estoy más de acuerdo con su política para Siria que con la de Clinton-, el problema es él.

Algunas de sus medidas son horribles, otras están bien y otras son mejores que las de Clinton. Pero ésa no es la cuestión. La cuestión es que es un narcisista, un ególatra, no tiene experiencia, no tiene buen juicio, no tiene el temperamento apropiado y es un racista. Y estas cosas no pueden generar buenas políticas independientemente de cuál sea tu ideología. Y me parece que le hacemos un flaco servicio a nuestros ciudadanos al normalizarlo a él de esta manera.

No hay nada que separe a Trump de la aniquilación de la especie humana. No hay mecanismo que controle eso

Alguna gente dice sentirse intranquila por el hecho de que Trump tendrá en su poder los códigos nucleares de Estados Unidos. ¿Considera que es una preocupación legítima?

Totalmente. Cualquiera que sea tan irascible, tan fácil de enfadar, tan vengativo que puede enzarzarse en peleas en Twitter con una ex Miss Universo a las tres de la mañana, que puede mantener una vendetta de diez años contra [la actriz] Rosie O'Donnell, es alguien que no conviene que controle esas cosas. Tenemos que entender lo que significa decir que tendrá los códigos nucleares. No hay nada que le separe de la aniquilación de la especie humana. No hay mecanismo que controle eso. Los misiles no pueden volver atrás. Él es el único que hace falta para autorizar el uso de esas armas.

Hay quien argumenta, aun así, que Trump no será un presidente beligerante ni militarista desde el punto de vista de la política exterior.

No es beligerante en lo que respecta a política exterior; es extremadamente beligerante en el ámbito personal.

¿Y qué opina de sus posibles candidatos a dirigir el Departamento de Estado?

No creo que importe quién sea su secretario de Estado. El secretario de Estado no hace la política exterior; el presidente no puede delegar la política exterior en el secretario de Estado.

La idea de que podemos descifrar la política exterior de Trump a través de su elección para secretario de Estado es equivocada. Cuando George W. Bush escogió a Colin Powell como secretario de Estado, todo el mundo pensaba que podría entender la política exterior de Bush por medio de su secretario de Estado. En realidad, resultó ser lo contrario a lo que su elección podía predecir. Colin Powell no pudo hacer nada al respecto. Y ésa es la situación que se encontrará el secretario de Estado de Donald Trump.

El secretario de Estado no hace la política exterior; el presidente no puede delegar la política exterior en el secretario de Estado

¿Cree que su elección del congresista Mike Pompeo como director de la CIA y del exjefe de la Agencia de Inteligencia de la Defensa Michael Flynn como asesor en Seguridad Nacional es una especie de venganza contra Hillary Clinton? Pompeo integró la comisión parlamentaria que investigó el atentado en Bengasi (Libia) de 2012 y responsabilizó personalmente a Clinton y Flynn es muy crítico con su política para Oriente Próximo.

No podría especular en lo que respecta a Hillary Clinton.

Mike Pompeo es muy tendencioso. Se ha centrado en el tipo de cosa que hizo de Donald Trump un éxito: (difundir) escándalos falsos y mantenerlos con vida durante meses y meses, que es lo que él y muchos republicanos hicieron con Bengasi.

Ver lo que Mike Pompeo hizo con Bengasi es bastante increíble. Investigaron durante meses y meses (y) básicamente nunca hubo prueba alguna de negligencia. E incluso después de que unas siete comisiones, incluida en la que él servía, decidieran que habían malgastado millones en dinero de los contribuyentes para concluir que nada había ocurrido, sintió la necesidad de presentar un informe sin pruebas, que incluso sus compañeros republicanos no querían firmar salvo uno, que decía que había habido un encubrimiento.

Pero éste es el tipo de política de destrucción que hizo que Trump saliera elegido. Creo que Bengasi fue menos importante, pero el escándalo de los correos electrónicos [que nació a partir de ese caso] tenía la misma naturaleza y se sumaron.

Pienso que Donald Trump tomó una muy mala decisión cuando se presentó a presidente. Y el problema no es tanto Michael Flynn o Mike Pompeo; es Donald Trump.

Si estuviera en su lugar [el de Trump] y estuviera pensando en quién me gustaría tener al frente de una agencia de Inteligencia muy importante, alguien dispuesto a poner la información al servicio de mi agenda política sin prestar demasiada atención a los hechos podría ser de mucha ayuda.

Me parece que Michael Flynn no procede de la misma escuela [que Pompeo]. La Administración Obama básicamente lo despidió porque se volvió extremadamente radical. Lo conocí brevemente en Afganistán y me pareció un muy buen oficial. Pero se ha obsesionado al menos en el último par de años con la idea de que hay una conspiración islamista global contra Estados Unidos, que el islam es el problema y que ése debería ser el eje vertebrador de la política exterior estadounidense.

Y eso va en la línea de la campaña de Trump. Generalmente, [Trump] no estaba excesivamente interesado en la política exterior pero lo que le realmente le motivaba era la lucha antiterrorista. Hizo muchas promesas de centrarse en ello.

¿Tomó Trump una mala decisión al escogerlos para estos puestos tan sensibles?

Pienso que Donald Trump tomó una muy mala decisión cuando se presentó a presidente. Y el problema no es tanto Michael Flynn o Mike Pompeo, es Donald Trump. Y con la campaña que realizó y el tipo de persona que es, supongo que Michael Flynn y Mike Pompeo son buenos fichajes porque él quiere a alguien que vaya a politizar la Inteligencia, alguien que se va a centrar exclusivamente en el terrorismo islamista. Eso es lo que prometió a los votantes. Y es muy estúpido en muchos sentidos.

¿Por qué perdió Hillary Clinton las elecciones?

No lo sé. Me temo que ésa no es mi área de especialización. Me dedico a la política exterior. Lo que puedo decir es que él ganó.

¿Cómo fue trabajar con ella en el Departamento de Estado?

Fui designado por Obama a su Departamento de Estado, por lo que no había sido un simpatizante [de Clinton] hasta que llegué. Pero me convenció, porque daba gusto trabajar con ella y con su gente en general. En contra de la opinión general, a la gente que trabaja con Hillary Clinton le gusta mucho ella, porque se lo toma todo increíblemente en serio, trabaja muy duro, no politiza nada. Y tiene un deseo claro de servir a la ciudadanía y mejorar la vida de las personas.

Lo mejor de trabajar con Hillary Clinton era que realmente escuchaba. Con los egos en Washington, es poco común ver a alguien que pide las opiniones de otros. Una pena que eso no se pudiera ver en campaña.

Y supongo que lo mejor de trabajar con ella era que realmente escuchaba, se lo leía todo. Claramente tenía sus juicios y opiniones, pero era muy buena [a la hora de escuchar], más que ninguna otra persona de su estatus político con la que yo haya estado familiarizado. [Con] los egos en Washington y la forma de pensar que la mayoría de la gente de ese nivel tiene de que no se les puede decir nada porque ya lo saben todo, es poco común ver a alguien que pide las opiniones de otras personas, que está tan abierta a escuchar, que tiene tanto cuidado a la hora de evaluar los consejos que le dan y que está tan desprendida de ideas preconcebidas.

Todas esas cosas me parecen bastante extraordinarias y no se pudieron ver en la campaña, lo cual es una pena. Donald Trump, en cierta medida, es lo opuesto de eso. No escucha a nadie que no tenga su apellido.