Donald Trump, hace una semana, tras un cristal protector en un mitin de campaña en Pensilvania.

Donald Trump, hace una semana, tras un cristal protector en un mitin de campaña en Pensilvania. Eloisa Lopez Reuters

EEUU

El intento iraní de asesinar a Trump pone el foco de nuevo en las redes de criminales a sueldo de los ayatolás en Occidente

Beirut (Líbano)
Publicada

Cuando el Gobierno israelí habla de la acción exterior de Irán, gusta de recurrir a la metáfora de un pulpo. Según este tropo, los grupos afines a la república islámica que operan en nombre del Eje de la Resistencia —Hamás, Hezbolá, los hutíes de Yemen— serían los ‘tentáculos’ de un organismo mayor. La cabeza, firme e inmóvil, articularía sus extensiones desde sus aposentos en Teherán.

La imagen es fácil de ver. Sin embargo, ignora la miríada de grupos que sirven al país de los ayatolás y que, en realidad, hacen que el pulpo tenga una infinidad de pies.

Este viernes, se hacía pública la acusación de Estados Unidos contra un hombre iraní y dos colaboradores norteamericanos que supuestamente planeaban asesinar al presidente electo Donald Trump, además de a varios disidentes persas, a petición de la Guardia Revolucionaria de Irán. El encargo, que se habría hecho el 7 de octubre, incluía el objetivo matar al candidato republicano antes de las elecciones presidenciales que se celebraron este martes. Según el Pentágono, este hombre iraní se habría compinchado con los dos estadounidenses de Nueva York para llevar a cabo la conspiración.

Antes de que la noticia de este viernes conociera la luz, el Departamento de Justicia estadounidense preparaba ya cargos penales en relación con un ciberataque iraní perpetrado contra la campaña presidencial de Trump e interceptado por el FBI. La estrategia incluía, presuntamente, hackeos y campañas encubiertas en redes sociales diseñadas para alterar la opinión pública. La injerencia iraní en la política estadounidense es una amenaza real desde las elecciones de 2020. En marzo de 2021, cuatro meses después del plebiscito que dio la presidencia a Joe Biden, el Consejo Nacional de Inteligencia publicó un informe que aseguraba que Rusia e Irán habían llevado a cabo operaciones para influir en los resultados.

En la antesala de los comicios de este año, el fiscal general adjunto del país, Matthew Olsen, dijo que Irán estaba haciendo “un mayor esfuerzo por influenciar las elecciones de este año de lo que lo ha hecho en ciclos electorales anteriores y la actividad iraní está siendo cada vez más agresiva de cara a las elecciones”.

Llueve sobre mojado

Según una investigación publicada en septiembre por el Washington Post, la república islámica subcontrata a redes delictivas para atacar a sus objetivos en Europa y EEUU, entre ellos disidentes iraníes en el exilio, periodistas y activistas feministas y por los derechos LGTB. Los sicarios de Teherán son en algunas ocasiones iraníes, pero en muchas otras —como en el caso del supuesto complot de asesinar a Donald Trump— son ciudadanos del país donde se pretende llevar a cabo el ataque.

Un ejemplo de este modus operandi es el de los ataques contra Iran International, un canal de noticias por satélite con sede en Londres seguido por millones de iraníes dentro y fuera de la república islámica a pesar de estar vetado por el Gobierno. La pasada primavera, su presentadora, Pouria Zeraati, fue apuñalada a las puertas de su casa de Londres.

En aquel episodio, ninguno de los agresores de Zeraati era iraní, ni siquiera libanés, sirio o yemení: todos eran europeos. El Washington Post identifica aquí una tendencia. De Sudamérica a Escandinavia, existen varios grupos de naturaleza distinta con el elemento común de que están dispuestos a ser los esbirros de Teherán en el extranjero. La red la integran desde los vory rusos hasta los Hells Angels, una banda californiana de motociclistas asociada desde hace 75 años con actividades criminales. España es uno de los diez países occidentales con presencia de ‘sicarios’ de Irán, sólo por detrás de Reino Unido, EEUU, Países Bajos, Francia y Alemania.

En un momento en el que los ataques fuera de Irán no los perpetra ya la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), sino una plétora de actores coordinados con el Ministerio de Inteligencia, las labores de contención se vuelven inabarcables en Occidente. Según el periódico estadounidense, la contratación de criminales locales es un verdadero obstáculo a la hora de proteger a los iraníes que reciben refugio político en EEUU, Canadá y Europa. “Los servicios de seguridad, antes centrados en el seguimiento de agentes de la agencia de espionaje rusa GRU o del Cuerpo de la IRGC, se enfrentan ahora a complots entregados —a menudo a través de canales cifrados— a redes delictivas profundamente arraigadas en la sociedad occidental”, apunta la investigación.

El caso Vidal-Quadras

En España, este fenómeno es perceptible desde hace menos de dos años. La más reciente de las conspiraciones fue el intento de asesinato de Alejo Vidal-Quadras en la puerta de su casa del barrio de Salamanca noviembre del año pasado. El político ultraderechista, vinculado al grupo opositor iraní Muyahedín-e Jalq, fue uno de los primeros políticos europeos en ser añadido a la lista negra de Teherán. Tras el ataque, las autoridades detuvieron a dos hombres españoles, a una mujer holandesa y a Mehrez Ayari, un francés de origen tunecino. Puesto en libertad, Ayari reincidió y el pasado mes de junio intentó asesinar a un disidente iraní cerca de Ámsterdam.

El Washington Institute for Near East Policy da cuenta de otro ataque anterior al de Vidal-Quadras. En febrero de 2023, una activista iraní afincada en España recibió un mensaje anónimo por Telegram que amenazaba: “Te vamos a buscar en Madrid y te vamos a matar. Igual que el resto de tus amigos fueron detenidos y ejecutados en Irán, tú también serás castigada”. La víctima, de nombre Farzane, pidió a los medios que mantuvieran su anonimato y limitaran su cobertura.

Según el Washington Post, otras naciones han empezado a emular la estrategia iraní. El pasado otoño, los servicios de seguridad de la India recurrieron a grupos criminales para matar a un activista sij en Canadá. Rusia, que tradicionalmente ha recurrido a sus propios agentes para operaciones letales, también ha adoptado el modus operandi iraní. El pasado mes de febrero, Moscú recurrió a “miembros de la mafia en España” para matar a un piloto de helicóptero militar que había desertado a Ucrania y luego se había reubicado en Villajoyosa.