Un año después de que la UE y Turquía forjaran un polémico acuerdo para frenar el torrente de solicitantes de asilo a las islas griegas, el flujo de llegadas se ha suavizado, pero las ONG denuncian que el coste humanitario ha sido excesivo mientras las tensiones políticas amenazan con resquebrajar el pacto.
“El acuerdo no ha sido una historia de éxito, sino una historia de horror, con terribles consecuencias para la vida y la salud de las personas atrapadas en él”, denuncia Médicos Sin Fronteras (MSF), que asegura que los refugiados que atiende sufren a menudo ansiedad y depresión al verse inmersos en un “limbo” sin aparente fin.
Los términos del trato eran los siguientes: la UE podría devolver a migrantes y refugiados a Turquía a cambio de financiación y la promesa de reenergizar el proceso de adhesión de Ankara. Asimismo, por cada sirio devuelto a Turquía, la Unión se comprometía a reasentar a otro desde allí.
Después de que más de 800.000 personas alcanzaran las islas helenas en 2015 en el pico de la crisis de refugiados y más de 100.000 arribaran en los primeros meses de 2016, el número de llegadas cayó drásticamente tras la aplicación del acuerdo UE-Turquía, según datos del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), y este año han llegado 3.000 solicitantes de asilo.
Aunque la presión sobre Grecia se ha reducido, las llegadas a Italia desde el Norte de África superaron las 180.000 el año pasado, el más mortífero del que existan registros en lo que respecta a ahogamientos y desapariciones, y los últimos dos meses y medio han llegado unas 16.000 personas.
Mientras, decenas de miles de solicitantes de asilo permanecen varados en Grecia y muchos se encuentran en los Balcanes, ruta por la que esperaban alcanzar Europa Occidental y que quedó sellada en la cúspide de la crisis migratoria.
Roland Schönbauer, portavoz del ACNUR en la República Helénica, cuenta desde la isla de Lesbos -uno de los principales puntos de entrada de migrantes y refugiados- que las condiciones han mejorado aunque la situación es aún complicada.
“En Lesbos sigue habiendo demasiados refugiados y migrantes para las estructuras que hay, pero se han hecho muchos traslados a Grecia continental y a apartamentos y hoteles a precios especiales”, afirma al teléfono. “[Pero] si los procedimientos fueran más rápidos, sería más fácil”.
Sobre el acuerdo con Turquía, Schönbauer asegura que el ACNUR “puede vivir” con la devolución de solicitantes sirios a suelo turco -donde hay unos tres millones de refugiados sirios-, ya que la protección temporal que Ankara les ofrece es suficientemente “sólida”.
Le inquieta más la situación de refugiados de otras nacionalidades que son devueltos al otro lado del Egeo, porque “el sistema de asilo turco todavía está en desarrollo” y “a veces hay retos para implementar la protección y el acceso a salud y educación” para este colectivo.
“RESULTADOS TANGIBLES, PESE A LAS CIRCUNSTANCIAS”
En su último informe sobre la implementación del acuerdo migratorio, publicado a principios de mes, la Comisión Europea aseveraba que el pacto “está produciendo resultados tangibles, a pesar de las desafiantes circunstancias”. La CE reconocía las “difíciles” condiciones de vida en las islas griegas y reportaba 1,487 devoluciones a suelo turco desde la entrada en vigor del trato, “muy por debajo del número de llegadas”. Asimismo, afirmaba que se habían reasentado más de 3.500 refugiados sirios desde el país presidido por Recep Tayyip Erdogan.
Cuando los refugiados ponen pie en las islas griegas, las autoridades determinan la “admisibilidad” de su petición de asilo bajo un procedimiento acelerado, partiendo de la premisa de que Turquía sería un país seguro para la mayoría de los solicitantes (las ONG cuestionan la legitimidad de esta premisa). Luego los refugiados pueden apelar la decisión.
“Para los líderes europeos la medida del éxito era si bajaban los números [de llegadas]; de acuerdo con ese estándar, el acuerdo ha sido un éxito”, afirma Elizabeth Collett, directora para Europa del Migration Policy Institute (MPI), un laboratorio de ideas que estudia los fenómenos migratorios. “Pero hemos visto múltiples desafíos en la implementación del acuerdo, sobre todo en Grecia, y aquí las mecánicas han demostrado ser problemáticas”.
Los procesos de evaluación de solicitudes son “extremadamente” lentos y el Gobierno griego no ha logrado convertir los centros de recepción en las islas griegas en puntos de tránsito donde la circulación de personas sea fluida, argumenta Collett. Asimismo, la experta asegura que existe un “vacío de poder” en la gestión de la crisis, ya que la UE no puede tomar las riendas y Grecia carece de la capacidad o la voluntad para hacerle frente.
La puesta en práctica del pacto no está siendo propiamente supervisada de manera que se garanticen los derechos de los solicitantes de asilo, afirman Oxfam, el Comité Internacional de Rescate (IRC) y el Consejo Noruego de Refugiados (NRC) en un informe conjunto titulado La realidad del acuerdo UE-Turquía.
Es más, la UE presionó a Grecia para cambiar la composición de los comités de apelación a los que acuden los refugiados cuando sus peticiones de asilo son consideradas inadmisibles, ya que fallaban abrumadoramente en favor de los solicitantes, denuncian las organizaciones. El Gobierno heleno terminó cediendo a las presiones y los nuevos comités están revirtiendo la tendencia.
Un caso ha llegado hasta el más alto tribunal administrativo en Grecia, el Consejo de Estado. La corte debe emitir en breve su veredicto, que podría facilitar la expulsión masiva de refugiados a Turquía, afirma Human Rights Watch (HRW).
UN CRECIENTE CONFLICTO DIPLOMÁTICO
Mientras tanto, la creciente fricción entre Bruselas y Ankara, acrecentada por la negativa de varios Estados europeos de permitir al Gobierno turco celebrar mítines en sus territorios de cara a un referéndum programado para el mes que viene, amenaza con romper lo que los analistas ven como un frágil pacto.
El jueves, el ministro del Interior turco, Süleyman Soylu, jugueteó con la idea de enviar 15.000 refugiados a Europa al mes. “¿Habéis integrado a Turquía en la UE? ¿Nos habéis ayudado a luchar contra el terrorismo?”, inquirió, según recoge Efe.
Por su parte, la Comisión Europea lanza una advertencia. “La Comisión mantiene su compromiso de implementar el acuerdo UE-Turquía y, como hemos dicho muchas veces, es un acuerdo de confianza mutua. Esperamos que ambas partes cumplan con sus compromisos, por el beneficio de ambas partes así como el de los refugiados sirios”, zanja un portavoz del Ejecutivo comunitario.