Un restaurante alemán veta a los niños a la hora de la cena para crear un "oasis de paz"
La medida implementada por el restaurante va en contra de aquellos padres que no pueden controlar a sus hijos.
21 agosto, 2018 13:17Rudolf Markl, dueño del restaurante "Oma's Küche" (cocina de la abuela) ha desatado la polémica en Alemania al prohibir la entrada a su restaurante en la hora de la cena a todos los jóvenes menores de 14 años, por su frustración hacia los niños indisciplinados.
"De alguna manera hemos llegado a ese punto donde dices: esto simplemente no puede continuar así", dijo Markl a la agencia de noticias DPA, y aseguró que esta medida no está dirigida contra los niños sino hacia los padres que no pueden controlar a sus hijos, que al ver cómo sus niños molestan a otros comensales, gritan, y dañan parte del inventario, solo sonríen y siguen comiendo: “no les importa nada”.
Markl busca crear un "oasis de paz" para sus clientes, y esta no es la primera vez que impone una restricción para lograrlo, ya que en el 2007 se convirtió en el primer hotelero en prohibir que se fume dentro de su local en el país. La medida generó muchas críticas en los medios de comunicación, pero Markl ha dicho que muchos de sus compañeros aplaudieron su decisión. Cada vez más hoteles y agencias de viajes de todo el mundo ofrecen servicios que excluyen a los niños, en un intento por atraer nuevos clientes. En declaraciones a la radio pública alemana NDR, el dueño del restaurante afirmó que su nueva política no es hostil para los niños, sino más bien amigable para los adultos.
Por otra parte, la Oficina de Lucha contra la Discriminación de Alemania dijo que la decisión plantea preocupaciones legales, ya que podría chocar con la prohibición del país sobre la discriminación por la edad. "Argumentos como: el mayor nivel de ruido molestaría a los invitados, no son necesariamente suficientes para prohibir a niños menores de cierta edad la entrada a un local", dijo el director de la oficina, Bernhard Franke, advirtiendo que la empresa se está arriesgando a recibir demandas de los clientes. Una mejor política, según Franke, sería simplemente pedirles a los niños y sus padres que se vayan cuando su comportamiento afecte el buen funcionamiento del local.