Fabian Picardo (Gibraltar), David Cameron (Reino Unido), Maros Sefkovic (Comisión Europea) y José Manuel Albares (España), reunidos en Bruselas.

Fabian Picardo (Gibraltar), David Cameron (Reino Unido), Maros Sefkovic (Comisión Europea) y José Manuel Albares (España), reunidos en Bruselas. FCDO

Europa

El posible acuerdo con la UE sobre Gibraltar divide a los 'tories': "Disminuye la soberanía británica"

El departamento de David Cameron admite que Gibraltar se tendrá que alinear con algunas reglas europeas bajo supervisión del TJUE.

11 mayo, 2024 02:47
Bruselas

El acuerdo sobre el estatus de Gibraltar tras el Brexit que negocia David Cameron con la Unión Europea (y en el que España tiene poder de veto) ha vuelto a sacar a la superficie las divisiones en el seno de los conservadores británicos, desatando todas las alarmas entre los sectores más euroescépticos del partido que sostiene al Gobierno de Rishi Sunak.

El borrador de pacto que está sobre la mesa supondría "una grave disminución de la soberanía del Reino Unido", sostiene en una carta remitida esta semana a Sunak y a Cameron el brexitero Bill Cash, presidente del Comité para el Escrutino de Europa de la Cámara de los Comunes. El Comité exige "descartar de inmediato" los elementos centrales de este acuerdo y "hacer una pausa en las negociaciones" con Bruselas.

Después de tres años y 18 rondas de diálogo, Reino Unido y la UE acordaron el pasado 12 de abril las "líneas políticas generales" del estatus futuro de Gibraltar, que cubren los tres puntos más sensibles: aeropuerto, mercancías y controles fronterizos. Un pacto cerrado en una reunión de formato inédito en Bruselas por el propio Cameron; el ministro de Exteriores, José Manuel Albares; el vicepresidente de la Comisión encargado de las relaciones con los británicos, Maros Sefcovic, y el ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo.

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Sin embargo, todavía no se ha fijado fecha para la siguiente reunión y también se desconoce el plazo límite para cerrar el Tratado sobre Gibraltar. Albares ha convocado una reunión el próximo lunes con todos los alcaldes del Campo de Gibraltar para explicarles la marcha del diálogo. "Saben que queremos derribar la Verja, saben que estamos planteando una libertad de circulación de personas y mercancías, saben que nosotros en ningún momento vamos a renunciar a nuestra proposición y a nuestra propuesta de soberanía", ha dicho el ministro esta semana en el Senado, sin dar más detalles.

Precisamente fue una comparecencia del secretario de Estado británico para Gibraltar, David Rutley, ante el Comité para el Escrutino de Europa el pasado 1 de mayo la que ha desatado la furia dentro de su propio partido.

Aunque tampoco fue demasiado concreto sobre lo que se está negociando, Rutley admitió que los guardias de fronteras europeos de Frontex tendrán la última palabra para decidir quién entra o no a Gibraltar a través del aeropuerto y del puerto. También reconoció que el Peñón tendrá que alinearse con algunas reglas de la UE, cuya supervisión corresponderá al Tribunal de Justicia (TJUE). Un anatema para los tories más brexiteros

"En vez de estar seguros de que usted está negociando un acuerdo que logra el equilibrio adecuado y, lo más importante, respeta la soberanía de Reino Unido, nos preocupa que esté permitiendo que el péndulo oscile demasiado en dirección a la UE. Sus palabras sobre la frontera, el alineamiento con el acervo de Schengen y el aeropuerto hablan de una grave disminución de la soberanía del Reino Unido", denuncia la carta del presidente del Comité para el Escrutinio de Europa.

Vista de Gibraltar desde La Línea de la Concepción.

Vista de Gibraltar desde La Línea de la Concepción. Europa Press

A los conservadores más euroescépticos les preocupa en particular que los guardias de Frontex puedan denegar a nacionales británicos y gibraltareños la entrada en Gibraltar, que definen como "un territorio de ultramar de Reino Unido". O que ocurra lo mismo con el personal militar de Reino Unido y sus aliados de la OTAN que entre en Gibraltar para desplegarse en instalaciones militares británicas. 

Los brexiteros tampoco quieren que la UE registre y almacene los datos biométricos de nacionales británicos/gibraltareños en el marco del nuevo sistema de Entradas y Salidas del espacio Schengen, que empezará a funcionar a finales de año. O que el tiempo que los británicos pasen en Gibraltar cuente para los 90 días permitidos en la UE para los ciudadanos extracomunitarios sin visado.

La carta de Bill Cash también protesta por la posible supervisión del TJUE en Gibraltar y por la alineación dinámica con las leyes de la UE, en particular las del espacio Schengen, por ejemplo las que facilitan las persecuciones en caliente de delincuentes. "Pocas cosas habría más ilustrativas de una soberanía disminuida que agentes de la Guardia Civil entrando en Gibraltar cuando les plazca", se queja.

En cuanto al aeropuerto, "cualquier papel de España en su gestión o cambio de su estatus, independientemente de lo aparentemente pequeño o inocuo que sea, debe descartarse". "El aeropuerto y el istmo en el que se asienta son de gran importancia estratégica y no se puede poner en riesgo su futuro por un acuerdo de servicios aéreos que cubra un puñado de vuelos comerciales al año desde Gibraltar a la UE", dice el Comité para el Escrutinio de Europa.

Por lo que se refiere a las cuestiones comerciales, los brexiteros se niegan a que el acuerdo sobre Gibraltar incorpore ningún tipo de armonización en materia laboral, medioambiental y social. "La exigencia de normas de igualdad de condiciones sólo serviría como desventaja para las exportaciones de Gibraltar a la UE", concluye la misiva.

El ministro principal de Gibraltar no coincide en absoluto con el diagnóstico del ala más radical del partido conservador británico. "Creo que los acuerdos que se están considerando no cuestionarán en modo alguno la soberanía británica en ningún aspecto, mientras que abordarán las cuestiones fundamentales que el Brexit crea para Gibraltar y nuestro actual modelo económico y social", ha dicho Picardo tras reunirse esta semana con Cameron en Londres.