En una mesa, envuelto en mortajas, yace el cuerpo de un niño sirio que espera su funeral. Es una de las cinco personas, entre ellas un niño y una niña, que han muerto en la ciudad de Douma, cerca de Damasco, después de que las fuerzas del régimen bombardearan varias zonas en la ciudad, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. Un fotógrafo de la agencia Reuters ha documentado el funeral del menor, algo que se ha convertido en una dolorosa rutina para los sirios.
Ésta es la cara más reciente del drama sirio, un conflicto que las organizaciones internacionales calculan que ha afectado, de una manera u otro, en torno a seis millones de niños. De las 600.000 personas que Naciones Unidas estima que viven en zonas sitiadas, cerca de la mitad son niños, según la ONG Save the Children.
El pasado mes de septiembre, el director adjunto de Unicef, Justin Forsyth alertaba la comunidad internacional de que "nada puede justificar este tipo de ataques contra menores y este total menosprecio por la vida humana. El sufrimiento y el impacto que está teniendo en los menores es definitivamente lo peor que hemos visto". Resaltaba que los niños sirios estaban viviendo una "auténtica pesadilla, no hay palabras para describir el sufrimiento que están experimentando".
Anthony Lake, el director ejecutivo de la organización, denunciaba que "los médicos se ven obligados a dejar morir algunos niños mientras cuidan de otros, con los escasos medios de que disponían". "la muerte de inocentes en Alepo debe parar", sentenció.
Fin de la tregua en Alepo
Tras el fin de la tregua humanitaria de 72 horas en Alepo, los combates y bombardeos se reanudaron el domingo en la urbe, en la que no entró ayuda humanitaria ni fueron evacuados enfermos o heridos durante el alto el fuego, pese a que había sido diseñado con ese fin.
Si bien la pausa humanitaria hizo disminuir los niveles de violencia en Alepo -sobre todo los bombardeos del régimen y de la aviación de su aliado, Rusia- la ayuda humanitaria no pudo llegar a los habitantes de los barrios rebeldes, cercados por el Ejército desde julio pasado.
Allí, "la situación va de mal en peor", tanto el acceso a bienes de primera necesidad como a la asistencia sanitaria, aseguró a la Agencia Efe el activista Mohamed Jaled en una conversación telefónica desde el interior de la urbe.
"La llegada de suministros es muy escasa, las reservas de harina y de combustible son casi inexistentes. Actualmente las familias reciben una cuota de alimentos cada tres días", detalló.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos aseguró que tanto los efectivos gubernamentales como los grupos rebeldes impidieron la salida voluntaria de los civiles, mientras que el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, denunció que los yihadistas estaban bloqueando la salida de los residentes y la entrada de ayuda.