Israel lanza su mayor ataque del año sobre Yemen y pone en riesgo la vida del jefe de la OMS: "Vamos a completar el trabajo"
- El jefe del Mosad, David Barnea, lleva tiempo insistiendo en la necesidad de atacar directamente a Irán en vez de enzarzarse con los hutíes.
- Más información: Netanyahu y Hamás se culpan mutuamente de retrasar un acuerdo para una tregua en Gaza y liberar a los rehenes
Las amenazas contra los hutíes se materializaron este jueves con un ataque masivo sobre la costa occidental de Yemen y la ciudad de Saná, capital de facto del régimen proiraní. En el ataque han fallecido al menos tres personas y habría once heridos.
Las Fuerzas de Defensa Israelíes (IDF) lanzaron este jueves el mayor ataque sobre Yemen en lo que va de año, siguiendo las amenazas vertidas en los últimos días por el gobierno de Tel Aviv a los líderes hutíes. Los bombardeos se centraron en infraestructuras militares y civiles, como el aeropuerto internacional de Saná, matando a tres personas e hiriendo a otras once, según la televisión hutí.
El primer ministro Benjamín Netanyahu aseguró en un vídeo que Israel estaba decidida a "cortar este brazo del terror del eje del mal de Irán", añadiendo que "seguiremos luchando hasta que completemos el trabajo".
Con la situación militar en Gaza controlada, el alto el fuego aún vigente en Líbano y la zona desmilitarizada de los Altos del Golán ocupada para prevenir cualquier hostilidad desde Siria, Israel parece que ha encontrado el momento de centrarse en los hutíes. La milicia proiraní lleva meses saboteando el paso hacia el Mar Rojo por el Golfo de Adén, lo que provocó en su momento el ataque coordinado de Estados Unidos y distintos aliados europeos. Desde hace semanas, ha aumentado el número de ataques directos sobre suelo israelí, amenazando en varias ocasiones su capital.
Netanyahu ya anunció este mes a los líderes hutíes que, de seguir este camino, su futuro sería el mismo que el de los líderes de Hamás o Hezbolá, prácticamente todos eliminados a lo largo del último año. El ministro de Asuntos Exteriores, Israel Katz, se manifestó el jueves en el mismo sentido: "Quien golpee a Israel será golpeado. Cazaremos a todos los líderes hutíes y acabaremos con ellos como hemos hecho en otros lados. Nadie podrá evitar el largo brazo de Israel".
Divergencias entre el gobierno y el Mosad
La guerra abierta contra los hutíes llega en un momento particularmente delicado para Irán, que, en pocos meses, ha visto cómo todo su Eje de Resistencia se venía abajo. Hamás es una organización prácticamente desarticulada que no es capaz ni de enviar un listado de los rehenes que supuestamente tiene a su cargo.
Por su parte, Hezbolá está en proceso de recomposición y se ha obligado a aceptar un alto el fuego por el que no solo cede territorio a Israel sino que se desvincula de lo que suceda en Gaza, una condición que se había mantenido desde el 7 de octubre de 2023.
Por si eso fuera poco, los recientes acontecimientos en Siria, con la caída de Bashar Al Asad y la llegada al poder de grupos islamistas suníes, han supuesto un nuevo golpe para el régimen de los ayatolas. Al Asad, de confesión alauita, era un aliado de Teherán como lo era de Rusia, permitiendo a ambos países entrenar sus milicias para operaciones en otros lados como por ejemplo Ucrania.
En estos momentos, de hecho, Rusia parece el único asidero de un régimen con una importante contestación interna. El problema es que Rusia está ahora mismo a otras cosas: la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca puede ayudar a Putin, pero no ayudará a Ali Jamenéi. El odio entre ambos líderes llega a lo personal.
Tal vez por esa circunstancia, el jefe del Mosad, David Barnea, lleva tiempo insistiendo en la necesidad de atacar directamente a Irán en vez de enzarzarse con los hutíes. El líder de la inteligencia israelí considera que una victoria sobre la milicia yemení será mucho más complicada si Teherán mantiene el apoyo militar, con lo que recomienda matar dos pájaros de un tiro y no afrontar cada misión de manera separada. Es un movimiento que la administración Biden no habría visto con buenos ojos, pero que Donald Trump vería con complacencia, sin descartar que ayudara incluso a su máximo aliado a debilitar al régimen iraní.
El jefe de la OMS, en peligro
Por lo demás, el ataque israelí volvió a pecar de poca atención a los posibles daños colaterales. En este caso, quien se vio afectado fue el jefe de la Organización Mundial de la Salud, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus. Adhanom se encontraba en Yemen negociando la liberación de los trece trabajadores de la ONU detenidos arbitrariamente por los hutíes cuando fue sorprendido por el bombardeo pocos minutos antes de subirse a su avión de regreso.
En un comunicado compartido en redes sociales, Adhanom aseguró encontrarse bien, aunque matizó que uno de los miembros de la tripulación había resultado herido y que había visto al menos dos cadáveres en el aeropuerto.
La noticia llega el mismo día que The New York Times publica en exclusiva una información por la cual las FDI habrían recibido permiso expreso para asumir la muerte de civiles como impacto colateral necesario en las operaciones militares en Gaza. No se trataría tanto de atacar a civiles de forma indiscriminada, sino de continuar los ataques a miembros de Hamás pese a encontrarse en sus casas con familiares o en lugares públicos como hospitales o escuelas.
Estas órdenes irían en contra de la política militar israelí de los últimos años en Gaza y confirmarían lo visto desde el 7 de octubre: un desprecio absoluto hacia la vida de los palestinos que viven en la Franja, con independencia de su militancia.
También podrían alimentar el caso que mantienen abierto el Tribunal Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional contra Benjamin Netanyahu y Yoav Gallant, su exministro de defensa. La administración Biden siempre criticó estos excesos, incluso en público. No está nada claro que la próxima ponga los mismos reparos.