Samsung ha lanzado en España el Galax Z FOLD 2, el tercer teléfono plegable de la compañía surcoreana y que supone un verdadero salto hacia adelante en las intenciones de convertir por completo a la industria de telefonía.
Al Galaxy Z Fold 2 le precede el Galaxy Fold en formato libro lanzado el año pasado, y el Galaxy Z Flip en formato concha presentado en febrero, poco antes de que la pandemia del coronavirus nos cambiara la vida por completo.
No es casualidad que el nuevo modelo plegable de la compañía haya heredado parte del nombre de estos dos dispositivos, y es que Samsung se ha fijado en las fortalezas de ambos para seguir creciendo en esta camino que lidera en el sector frente a alternativas de Huawei o Motorola.
El primer Fold era un concepto innovador, sorprendente, pero poco práctico. Era frágil, había que tener especial cuidado con él y tenía puntos negros en el diseño como una pantalla externa de reducidas dimensiones o un gran notch interno que hacían que la experiencia no fuera satisfactoria. El Flip por su parte estaba mejor construido, gozaba de empaque y su mecanismo de apertura hacía que diera gusto abrir y cerrarlo. Ahora, lo mejor de ambos se ha unido en el Galaxy Z Fold 2.
Diseño
El Z Fold 2 apuesta por el diseño tipo libro. Es decir, tenemos un smartphone que se convierte en una tableta, un verdadero dos en uno que busca ser lo más productivo posible. La evolución es especialmente llamativa en la parte externa.
En esta ocasión la pantalla externa está integrada con más acierto. Disponemos de un panel Super AMOLED de 6,2 pulgadas y 120 Hz, lo que nos permite tener un smartphone completamente funcional sin necesidad de abrir el dispositivo. Un avance frente a las 4,6 pulgadas que teníamos en el Fold original, un tamaño que en la práctica servía a modo de consulta y se hacía incómodo responder desde ella: casi siempre hacía falta abrir el dispositivo. Ahora, no.
Nos sorprenderemos de la cantidad de veces que únicamente usaremos el panel exterior, en gran parte por la costumbre que todavía tenemos con los móviles actuales. Y es que la pantalla interior, la AMOLED Infinity Flex de 7,6 pulgadas, está concebida para consumir contenido, gestionar varias aplicaciones a la vez, leer o escribir mensajes con dos manos con comodidad.
En el momento que nos acostumbremos a usar la pantalla grande nos saldrá de forma instintiva usar una pantalla u otra. Seremos capaces de decidir dónde tardaremos menos tiempo, pero lo cierto es que la experiencia de tener una pantalla grande que podemos meter en el bolsillo se siente como haber avanzado en el tiempo.
En esta ocasión tenemos un smartphone robusto, que no da la sensación de que se vaya a partir si forzamos en exceso la bisagra. Está bien construido y las terminaciones son las que esperarías de un teléfono que navega en un concepto experimental pero que cuesta 2.009 euros. Se pueden entender ciertas concesiones como el surco en la pantalla a la altura de la bisagra, pero responde en altas prestaciones en el resto del terminal.
Aún así, con un sistema de bisagra que ha sido mejorado, el nuevo Samsung plegable consigue que el surco de ésta en la pantalla se note menos, con lo que no será excesivamente molesto cuando estemos viendo una película o navegando por internet.
Una de las novedades de la renovación del mecanismo de la bisagra es la incorporación de la tecnología CAM, que permite bloquear la pantalla en multitud de ángulos, a semejanza de como lo hace un portátil. Así pues podemos tener una pantalla y un teclado, dos aplicaciones partidas o colocarlo en 90 grados para ver un vídeo con el móvil en una mesa sin necesidad de apoyo adicional.
Otro de los elementos con los que Samsung ha acabado en este modelo es con el notch que ocupaba buena parte del frontal interior. Ahora ha optado por agujerear el panel. Una solución más discreta pero que permite poder realizar videollamadas con el teléfono desplegado.
Eso sí, a nivel de diseño debemos de tener en cuenta sus dimensiones. Estamos ante un teléfono grande, con 160 mm de largo y algo más de 280 gramos de peso cuando está plegado. Esto hace no sólo que sea incómodo usar a una sola mano, sino que también lo sea llevarlo en determinados pantalones.
Potencia y rendimiento
En el teléfono nos encontramos con un procesador Snapdragon 865+, el chip más potente de Qualcomm que incorpora conexión 5G. Asimismo dispone de 12 GB de RAM y 256 GB de almacenamiento UFS 3.1, una tecnología que hace que la gestión de la memoria sea más rápido. Es decir, sus tripas están a la cabeza de la gama alta de Android.
Esto permite que la experiencia de uso vaya más allá de juegos o gestionar aplicaciones pesadas, sino que el usuario pueda tener la pantalla dividida en tres y gestionar cuatro aplicaciones a la vez sin que su rendimiento se resienta un ápice.
De hecho, el Z Fold 2 cuenta la funcionalidad App Pair, con la que el usuario puede vincular tres aplicaciones que siempre use al mismo tiempo (por ejemplo, navegador, mensajes y calendario) para abrirlas simultáneamente y así ahorrar tiempo. También es cómoda la función de arrastrar y soltar contenido entre aplicaciones, que de momento funciona especialmente bien en el ecosistema de Microsoft.
No tendremos la batería más grande del mercado (4.500 mAh), pero su gestión inteligente que se drena en ambos lados por igual hace que podamos llegar al final del día con un uso normal sin demasiados problemas. Eso sí, en el momento que se sube la exigencia habrá que emplear un cargador a última hora de la tarde. Dispone tanto de carga rápida como de carga inalámbrica reversible, lo que permite por ejemplo recargar los Galaxy Buds Live.
Fotografía
En esta ocasión Samsung ha optado por montar cinco lentes en el Fold 2. Dispondremos de una cámara frontal de 10 megapíxeles y una apertura de F/2.2 tanto en la pantalla externa como en la interna, mientras que en la parte trasera tendremos una lente principal de 12 megapíxeles (F/1.8) con estabilización óptica y dual pixel, al que acompañan un teleobjetivo y un gran angular de 12 megapíxeles.
Las cámaras rinden con nota y tendremos un buen detalle y fidelidad de color con buena luz. Samsung ha conseguido ir perfilando su HDR para evitar colores demasiado saturados que acaban con fotografías que parecían irreales. También tendremos un modo noche que, al igual que otras funciones, se activan de forma inteligente en el momento que la cámara reconoce a qué estamos disparando.
Sin embargo, el verdadero potencial de las cámaras se aprovecha con el propio diseño del terminal. Podremos tener el teléfono desplegado y usar las cámaras principales para hacernos un selfie o podremos colocarlo en 90 grados para que, con la frontal interior, con un gesto nos haga la foto sola.
Una de las funcionalidades más llamativas está pensada para los creadores de contenido. El teléfono es capaz de seguir nuestros para realizar un vídeo de enfoque continuo. El Fold es capaz de tener un encuadre automático que enfoca y centra la imagen para que siempre estemos en plano. Lo consigue ampliando o reduciendo el zoom según el número de personas en plano. Si solo hay una persona, la cámara puede seguir su movimiento y mantenerla en el centro.
¿Me lo compro?
El Samsung Galaxy Z Fold 2 no es un teléfono para todos. No sólo por sus dimensiones, diseño o concepto, sino porque está a la venta por 2.009 euros, un precio todavía prohibitivo para la mayoría de los bolsillos españoles. Es un producto premium y como tal ha de ser tratado.
Lo cierto es que tras pasar una semana con el último plegable de Samsung, se entiende el empeño de la compañía surcoreana por apostar por el sistema. Deja claro que ve el futuro de la telefonía discurrir por este camino. Un móvil que sirva para todo. De teléfono o de tableta. De ocio o de trabajo. Es indiferente, siempre lo llevaremos encima.
Por primera vez un smartphone plegable de Samsung está lo suficiente maduro como para ser tratado sin miedo, es el momento para que los early adopters que siempre buscan la innovación den el salto. Eso sí, aún queda mucho recorrido para que los teléfonos plegables sean un concepto de masa.