La automedicación está muy extendida en el reino animal
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Los padres también medican a sus hijos
La conducta de automedicación por parte de los animales es a la vez innata y aprendida. El hecho de que animales como las polillas, las hormigas o la archiconocida mosca de la fruta Drosophila melanogaster sepan automedicarse está muy ligado a la ecología y a la evolución de huéspedes y parásitos. Si el huésped aprende a cómo deshacerse de sus parásitos, los parásitos se ven “obligados” a “mejorar” su sistema de defensa contra los medicamentos.
El grupo ha trabajado mayoritariamente con insectos, observando otro comportamiento al que no se le ha prestado mucha atención hasta ahora: las plantas medicinales son repartidas de padres a hijos u otros parientes. Por ejemplo, las hormigas de madera incorporan una resina antimicrobiana proveniente de las coníferas en sus nidos y las mariposas monarca protegen a sus crías de los parásitos internos depositando los huevos en una planta medicinal, como vemos en la imagen de portada.
El grupo de investigadores sugiere, por tanto, que las futuras investigaciones en este campo deberían ampliar la definición de automedicación basada en el yo y ampliarlo a la observación de cómo los padres medican a los hijos. Las palabras del principal autor del estudio, Mark Hunter recogen la siguiente reflexión:
“Tal vez la mayor sorpresa para nosotros fue que animales como las moscas de la fruta y las mariposas pueden elegir para sus hijos los alimentos que minimicen los impactos de la enfermedad en la próxima generación. Hay un claro paralelismo con el emergente campo de la epigenética en humanos, donde ahora entendemos que las elecciones alimentarias hechas por los padres influyen en la salud a largo plazo de sus hijos”.
Los autores también señalan que el estudio de la medicina animal tiene relación directa para la producción de alimentos humanos ya que las enfermedades que tienen algunos organismos relacionados con cultivos empeoran cuando el ser humano interfiere en la capacidad que ellos tienen de medicarse.
Prueba de ello es que el aumento de las enfermedades en abejas melíferas puede relacionarse directamente con que los apicultores han reducido la capa de resina antimicrobiana que las propias abejas ponen en las colmenas. Según los autores, si los apicultores dejasen actuar libremente a las abejas y no tocar la capa de resina, las enfermedades de estos pequeños insectos se curarían mejor.
Este estudio es otro ejemplo de que muchas veces infravaloramos la sabiduría que tienen los animales y la naturaleza en su conjunto.
Fuente: Universidad de Michigan, Science