Ejercicio físico, un gran aliado contra el Alzheimer
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Sabemos que el ejercicio físico tiene grandes beneficios, ya sea a nivel general de nuestro organismo o más específicamente a nivel cerebral o a nivel psicológico. La cantidad y calidad de los beneficios es diversa e innumerable. Ahora bien, ¿podría ser un buen aliado contra la pérdida de memoria y el Alzheimer? Según un reciente estudio, parece que sí.
Ejercicio físico contra la pérdida de memoria y el Alzheimer
El estudio, a cargo Laura Baker y sus colegas de la Wake Forest School of Medicine de Carolina del Norte, afirma que el ejercicio físico aeróbico, realizado de forma regular, podría ser una fuente de juventud para el cerebro, lo que en consecuencia mejoraría la memoria en aquellos individuos con un deterioro cognitivo leve (un signo de riesgo de Alzheimer) y también en aquellos que ya se encuentren en etapas tempranas de la enfermedad.
Anteriormente los profesionales médicos ya advertian sobre el hecho de que los individuos que se mantienen activos, aún durante la vejez, tenían una mejor calidad de vida y parecían protegerse contra este deterioro cognitivo. Además, sabemos de sobra que el ejercicio físico mantiene fuerte nuestro corazón, lo que a su vez mantiene fuerte nuestro cerebro. Muchas investigaciones han demostrado que el ejercicio físico mejora la cognición y la protege en personas mayores sanas (reduciendo así su riesgo de demencia), y ahora sabemos que también existen efectos protectores aún cuando se ha llegado a la etapa de Alzheimer temprano.
Por desgracia, los medicamentos disponibles actualmente que pretenden retardar el avance de la enfermedad de Alzheimer no son tan eficaces como nos gustaría, y los cambios en el estilo de vida (como el ejercicio físico) parecen ser mucho más potentes que dicha medicación.
¿Cuánto ejercicio físico es necesario?
La duda razonable en este momento es, ¿cuánto ejercicio físico es conveniente? Según los estudios presentados por estos investigadores, los beneficios empiezan a notarse a partir de la práctica de ejercicio físico entre 45 y 60 minutos al día, tres o cuatro días a la semana (en comparación a aquellos individuos mayores que no realizaron tal ejercicio).
Como bien concreta Baker, “es necesario sudar”, que el cuerpo note que está trabajando, pues el ejercicio físico parece haber demostrado que puede afectar al desarrollo de la proteína patológica Tau, un signo inequívoco de la enfermedad de Alzheimer.
Para llegar a estos datos, Baker y su equipo estudiaron a 71 adultos mayores sedentarios con deterioro cognitivo leve, lo cual podía aumentar su riesgo de desarrollar Alzheimer. Se les equipó con monitores para asegurarse de que elevaban su ritmo cardíaco lo suficiente como para notar resultados del ejercicio físico, mientras que el grupo control mantuvo su ritmo cardíaco bajo mientras realizaban estiramientos sencillos.
Según las imágenes de resonancia magnética, aquellos que realizaron ejercicio físico experimentaron un aumento de flujo sanguíneo cerebral en zonas importantes para la cognición y la memoria; además, dichos individuos también mostraron mejoras en las pruebas cognitivas correspondientes a atención, planificación y capacidad de organización (lo que se llama “función ejecutiva”).
Finalmente, tras realizar pruebas de líquido cefalorraquídeo o líquido espinal, también se vio una reducción de la proteína tau en los individuos mayores de 70 años que realizaban ejercicio físico.
Al final de este año, Baker y sus colegas pretenden iniciar un estudio a nivel nacional de 18 meses de duración con personas con deterioro cognitivo leve y realización de ejercicio físico para comprobar sus resultados de forma más fidedigna.
Vía | ABC News.