Nettie Stevens, la mujer que descubrió por qué nacemos hombre o mujer
Os hablamos de Nettie Stevens, la genetista que descubrió cómo se hereda el sexo a través de los cromosomas sexuales X e Y.
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Ya habréis visto en Google que hoy la ciencia está de cumpleaños.
Efectivamente, se celebra el 155 aniversario de Nettie Stevens, una mujer que puso todo su empeño en conseguir el sueño de estudiar una carrera científica y que gracias a ellos nos regaló uno de los descubrimientos más importantes de la historia de la genética.
Eran muchas las teorías existentes hasta entonces sobre el origen de los caracteres sexuales, pero fue ella la que dio una respuesta genética al respecto, dando con ello un gran paso en el avance de este área de la biología. Sabiendo eso, ¿cómo no íbamos a conmemorar su nacimiento?
Biografía de Nettie Stevens
Nettie nació tal día como hoy hace 155 años, en el seno de una familia norteamericana con cuatro hijos.
Ella y su hermana asistieron juntas a una escuela pública, donde ambas demostraron sus grandes dotes intelectuales, pero por desgracia el poder económico de su familia no era suficiente para pagarle una carrera, por lo que después de terminar la secundaria se vio obligada a trabajar como maestra y bibliotecaria.
Afortunadamente, consiguió ahorrar para entrar en la Universidad de Stanford a los 35 años de edad, graduándose sólo tres años después y doctorándose a los 4 años de finalizar.
Y fue precisamente en el Bryn Mawr College de Filadelfia, en el que se doctoró, donde conoció a Thomas H Morgan, uno de los biólogos más influyentes de la época, que al comprobar su talento decidió incorporarla a su equipo de investigación.
Contribuciones a la ciencia de Nettie Stevens
Desde ese momento Nettie realizó varios viajes a Europa para completar su formación y, en uno de ellos, trabajó con el genetista Theodor Boveri, que se encontraba investigando el papel de los cromosomas en la herencia genética.
El tema le resultó apasionante, por lo que siguió aprendiendo sobre él, adentrándose en los estudios incipientes sobre la función cromosómica en la determinación sexual.
Por ese entonces se conocía el papel de los cromosomas, pero aún no estaba demostrada experimentalmente su relación con los patrones de herencia que había mostrado Mendel con sus cruzamientos de guisantes, por lo que muchos biólogos se encontraban inmersos en esta investigación.
Basándose en todo esto, Nettie comenzó a estudiar la embriogénesis y el comportamiento de los cromosomas de una especie concreta de escarabajo, publicando con ello un estudio al que tituló Studies in Spermatogenesis with Special Reference to the “Accesoty Chromosme”. En él se hablaba de los cromosomas como estructuras agrupadas en 20 parejas que procedían de 10 cromosomas del espermatozoide paterno y 10 del óvulo materno (no olvidemos que se trataba del escarabajo, no del ser humano, que tiene 23 parejas).
Curiosamente, detallaba también que, mientras que en la hembra todos los cromosomas de las parejas tenían un tamaño similar, en el caso del macho uno de los cromosomas tenía un tamaño mucho más reducido que el de su pareja.
Posteriormente se concluía que los espermatozoides que tenían este cromosoma pequeñito eran los que determinaban la herencia del sexo masculino, mientras que los que poseían sus diez cromosomas iguales transmitían el sexo femenino.
Y así fue como se describieron por primera vez los cromosomas sexuales X (grande) e Y (pequeño).
Lamentablemente, y a pesar del reconocimiento de otros biólogos que estudiaban el mismo tema, nunca se le atribuyó todo el mérito a Nettie, que constaba en la mayoría de publicaciones como ayudante de Thomas Morgan, que de hecho llegó a recibir el premio Nobel de Fisiología por sus propios estudios sobre los cromosomas.
Stevens no se rindió y continuó investigando, pero lamentablemente su carrera, que había empezado muy tarde, también terminó muy pronto, debido a su temprana muerte, que tuvo lugar en 1912 a causa de un cáncer de mama.
Sin embargo, en ese tiempo dejó escritos cuarenta artículos de gran valor y sentó las bases sobre las que estudiarían gran parte de los genetistas que llegaron detrás de ella. Imaginad lo que hubiese pasado si hubiese empezado a estudiar antes y no hubiese muerto tan joven. La historia habría cambiado mucho.