Sin duda, el Premio Nobel es uno de los galardones más deseados por cualquier profesional, sea de la disciplina que sea.

Dejando a un lado la cuantía económica que conlleva, obtener este honor supone pasar a la historia como alguien cuyo trabajo fue considerado el más beneficioso para el mundo en general, de todos los que se habían desarrollado paralelamente en su área, por lo que se convierte en la obsesión de muchas personas.

¿Pero cómo se decide quién es el mejor físico, el mejor médico o el mejor escritor? ¿Cómo se sabe quién ha hecho más por la paz en ese año? ¿Cómo puede elegirse un solo trabajo de los muchos que cada día intentan hacer del mundo un lugar mejor en el que vivir? Sin duda es una tarea complicada, que debe ser llevada a cabo por personas libres de prejuicios y, sobre todo, de favoritismos. Lamentablemente, el ser humano es fácilmente corrompible, por lo que no es de extrañar que en ocasiones se den escándalos como el que acaba de terminar con la expulsión de dos de los miembros del jurado que tendría que haber elegido este año al Premio Nobel de Medicina y Fisiología.

El escándalo en los Premios Nobel que está dando al vuelta al mundo

TUMORI: PRIMI DUE TRAPIANTI TRACHEA IN ITALIA. A FIRENZE, TECNICA PROF. MACCHIARINI UNICA AL MONDO

El origen del escándalo se sitúa sobre la persona de Paolo Macchiarini, un cirujano del Instituto Karolinska cuyo nombre se encontraba entre los favoritos para ser galardonados con el próximo Premio Nobel de Medicina y Fisiología.

Sin duda, para gozar de dicho honor un médico debe haber llevado a cabo durante toda su carrera un trabajo intachable, no sólo en el área de la investigación, sino también en su dedicación de cara al paciente.

Y a bote pronto Macchiarini podría cumplir estas premisas, pues  en 2008 formó parte del equipo que llevó a cabo el primer trasplante de tráquea elaborado parcialmente con células del paciente, convirtiéndose así en un gran héroe de la medicina, si no fuese porque poco después salieron a la luz varios casos de malas prácticas médicas, que habían terminado con la muerte negligente de dos pacientes y la puesta en peligro de otros dos, a los que no se había pedido consentimiento previamente a una operación cuyos riesgos tampoco se habían evaluado correctamente.

A pesar de todo esto y de que también se hizo patente que su expediente había sido falsificado, fue contratado en el Instituto Karolinska de Suecia, convirtiéndose en una gran eminencia del centro y en uno de los candidatos más fuertes para obtener el premio Nobel, en cuyo jurado se encontraban miembros de la directiva responsable de su contratación.

Afortunadamente, toda esta información ha llegado al gobierno sueco, que se ha encargado de destituir a la junta directiva de dicho centro, incluyendo, por supuesto, a los dos miembros vinculados al escándalo. Se espera, por lo tanto, que los nuevos componentes del jurado sepan elegir correctamente al galardonado, para que este importante premio no quede manchado por la corrupción que parece apoderarse cada vez de más ámbitos a lo largo y ancho del planeta.