Nadal, Almeida, Dell'Atte, Leonor y el trance
La autora comenta la nueva imagen de Dell'Atte, alaba el catalán de la Princesa y la fuerza de Nadal, y analiza la popularidad del alcalde de Madrid.
Rafa Nadal
Menos mal que San Rafa Nadal no es supersticioso ni papanatas. Si hubiera sido así jamás habría pasado la barrera del décimotercer trofeo Roland Garros, conquistado por el manacorí el pasado día 11 en París. La fecha era significativa, pero dudo que Rafa cruzara los dedos, tocara madera o llevara una cinta amarilla en el pelo.
Cuando el tenista se esfuerza por alcanzar la gloria, tambien se le dispara el estrés. No quiere eso decir que su genialidad mengüe o se desbarate su capacidad profesional, no es eso. Como mucho podría afectarle a su jardín capilar. Ya digo; como mucho.
La primera vez que Rafa Nadal se sometió a un transplante de pelo no quedó del todo satisfecho. Y es que perdió pelo y tuvo que pasar nuevamente por el quirófano. Ahora su jardín está más poblado. Es un jardín sin flores pero tiene buena presencia.
Durante una época me dediqué a contar los tics que desplegaba Rafa en cada saque. Ahora el tenista sigue siendo una fábrica de tics, pero yo he dejado de contárselos.
El mundo del arte, los deportes y los toros, está lleno de cenizos. Rafa no solo es nuestro guapo oficial, sino el más prudente y reflexivo. Cero supersticioso. Nada frescales. Su mata de pelo, además, está cada vez más cerca de convertirse en los jardines de Babilonia. Se lo merece.
Leonor de Borbón
Lo escribió Luz Sánchez Mellado, que sabe de todo y un poco más. Especulando sobre la figura de la Princesa de Asturias, decía más o menos “hay un verano en el que las niñas dejan de serlo para convertirse en mujeres”. Y añadía: “no sabemos si Leonor de Borbón ha pasado el trance, pero si no ha sido este verano, será el próximo”.
No te acostarás sin saber una cosa más. Esto no lo dice Luz, sino yo, que formo parte de una generación a la que hubo que desasnar a golpe de topicazos. Para empezar, yo no relacionaba el trance con las estaciones del año. En otras palabras: desde que descubrí la versión que hizo Julio Iglesias del trance de Chabeli (De niña a mujer) no había oído nada igual.
La princesa nació un 31 de octubre, durante un puente en el que Madrid se abría a las carreteras y mamá Leti aprovechaba la ocasión para parir sin dolor.
Resumiendo: la princesa de Asturias cumple 15 años, esa edad en la que las jóvenes estrenan un vestido cursi para celebrar el evento entre amigas. Leonor y Sofía son casi iguales. Que se sepa, una no es más lista que otra, ni otra más graciosa que una. Siempre han vestido igual (en todo caso, las diferencias han sido de matiz) y no parece que tengan vocaciones muy distintas. Para empezar, es muy importante que no quieran ser Reinas las dos. Solo faltaría. Mejor será que Leonor quiera ser Reina, y la infanta Sofía, futbolista. Así no se pelearán.
Resumiendo: Leonor tiene toda la pinta de ser la niña bonita de la familia, mientras que Sofía representará la facción cañera. Ignoro si las niñas son conscientes de la diferencia de roles que les ha impuesto la vida por el hecho de haber nacido predestinadas.
El viernes, en Oviedo, Leonor asumió un papel estelar en la entrega de los premios princesa de Asturias. Ella es una joven estudiosa a quien la madre ha inculcado dicción y gramática. Me llama la atención el buen catalán que habla, por encima de sus padres y hermana. Si hay algo que me fastidia de ella es precisamente que habla mejor catalán que yo.
Tanto Leonor como Sofía lucen sendas melenas a juego con su forma de ser (perfeccionistas que son ellas: no se les mueve ni un pelo). Las dos caminan con cierto envaramiento corporal, pero más Leonor, que es una muñequita de Famosa nacida para ir en una urna. Caminan con cierto envaramiento, sin mover el cuello. Sofía tiene un aspecto más natural y deportivo. En cambio Leonor tiene las dimensiones más ajustadas a la princesita que lleva dentro. Dicen que ya se pone zapatitos de tacón, aunque desoye los consejos de su madre y prefiere ser una cenicienta a bordo de unas Converse.
El alcalde de Madrid
Ayuso y Almeida son dos criaturas de Pablo Casado que dan la cara por Madrid. La criatura A (Ayuso), con más inexperiencia y osadía, y la B (Almeida), con más pausa y sensatez. No es por hacer de menos a la presidenta de la Comunidad (o sí) pero Almeida tiene en su favor que le cae bien a todo el mundo: tirios y troyanos, posición y oposición, periodistas y aspirantes.
Nació Almeida unos meses antes de morir Franco, así que por edad podría pertenecer a esa generación de madrileños que no sabe quien ganó la guerra. No es su caso. Almeida estudió para abogado del Estado, profesión que heredó de sus dos abuelos, ambos también abogados del Estado. Almeida fue un concejal desconocido de Ayuntamiento de Madrid en la era Carmena. Ahora es un valor en alza.
Compitió, al menos en las quinielas, con Cayetana Álvarez de Toledo a la portavocía del grupo popular en el Congreso de los Diputados. La segunda vez que sonó el nombre de Almeida fue cuando lo hicieron portavoz del PP a escala nacional. Su ascenso, no cabe duda, ha sido meteórico. La guerra de los virus le ha favorecido, pues su popularidad se ha disparado durante la pandemia.
Almeida es el número 3 del partido, por detrás de Casado y Egea. Últimamente Cayetana Álvarez de Toledo ha acusado a Almeida de ser un portavoz contra la portavoz.
Es empático y refractario a los enfados. De ojos claros, serenos, fue el primer polÍtico español que adoptó medidas de consenso para luchar contra el coronavirus.
De la estirpe de Esperanza Aguirre, Almeida se lleva mejor con Illa que Ayuso con Aguado.
Antonia Dell'Atte
Es tiempo de cambiar, dijo Antonia mirándose al espejo. Y fue y cambió. Al principio estaba rara porque se le olvidó afilarse las cejas y recordaba a Carrero Blanco. Ahora ha corregido el error y con su blanca transparencia recuerda una diosa romana.
Macarena Gómez no ha querido ser menos que Antonia y también se ha apuntado a la moda. Macarena se deja aconsejar por esa copia de Marichalar que se llama Aldo Comas y siempre esta recién llegado de Montecarlo.
El pelo blanco, mezclado con mechas rubias, es la bomba. No me refiero al blanco nuclear, en plan mazacote, pero sí a un blanco limpio que quiebra la uniformidad e impone el contraste.
Algunas mujeres, en lugar de teñirse de blanco optan por una solución más salvaje, dejando que las canas crezcan libremente, en plan selvático. Aparte del blanco tradicional (blanco abuelita) está el color gris perla, de gran suavidad visual, o el gris plata, que sube la edad pero baja la temperatura. Los cabellos rosa pálido y blanco brillante aportan elegancia y luminosidad.
El rosa pálido acaramelado se lo descubrí a Teresa Viejo y me pareció espectacular, pero requiere mucho cuidado. El blanco brillante aporta belleza y levedad. Se puede llevar en melena o con un recogido flojo, como lo lleva Teresa Aranda, ex de Cebrián, que pese a haber nacido en Córdoba es una mujer muy neoyorkina.
Dell´Atte reaparece con blanco transparente a juego con las cejas modelo Carrero Blanco. Aplausos, por favor.