Un estudiante de 19 años crea un robot capaz de apelar exitosamente 160.000 multas de aparcamiento en Londres y Nueva York, una tarea habitualmente llevada a cabo por abogados. Una startup desarrolla una inteligencia artificial capaz de automatizar toda la contabilidad de una compañía, un trabajo que habitualmente desarrollan contables. Una compañía contrata a un robot de seguridad para vigilar su parking, sustituyendo a tres vigilantes al día. Una flota de robots con seis ruedas comienza a repartir la compra del supermercado en Reino Unido, Suiza y Alemania, algo que antes hacían personas. Hay un robot que hace hamburguesas, sí, esas que te hacen a mano en las cadenas de comida rápida. Y si queremos terminar fantaseando, hay robots pensados para sustituir a los humanos como parejas en el sexo.
¿Qué tienen en común esas seis noticias? Que todas son de esta última semana. La velocidad con la que se está planteando la sustitución de trabajadores por máquinas no tiene precedente. Taxistas, camioneros y todo aquel que trabaja tras un volante, adiós. ¿Programadores publicitarios? Fuera. ¿Asistentes de profesores? ¿Para qué? ¿Brokers de bolsa? Innecesarios. ¿Agricultores con su tractor? No, gracias. Y así, muchísimos más.
El mercado de trabajo español está fuera de sitio. Cinco millones de desempleados que carecen de las habilidades necesarias para trabajar, haciendo que quienes ofrecen trabajo terminen contratando trabajadores fuera del país. Un ejemplo extremo de una tendencia que tiene lugar en todo el mundo, y que no puede ser negada ni ignorada más tiempo. Un enemigo que no lo es, contra el que no se puede luchar porque no tiene sentido, una simple consecuencia lógica del desarrollo humano.
China, el mayor fabricante del mundo, lleva ya bastantes años (el artículo es de 2012) planificando la sustitución de sus trabajadores por robots, y estudiando cómo cualificar a los trabajadores que se quedan sin empleo. En el artículo de 2012 se preveía que China sería en 2014 el mayor mercado para robots industriales, con más de 60.000 unidades, cada una sustituyendo a un buen puñado de trabajadores. Efectivamente, lo fue. Y no, la economía china no se está suicidando ni planeando generar la tasa de desempleo más alta del mundo. Tiene otros planes.
Esto no es una anécdota. La discusión sobre el futuro del trabajo, el papel de los robots y los esfuerzos que hay que hacer en educación y en remodelación de las sociedades para acomodar este reto no puede posponerse más. Y sinceramente, no tengo nada claro que los políticos que veo en mi país sean los mejores para ello...