La Historia ha hecho un largo camino hasta llegar a Mariano Rajoy Brey. Que del hombre de Atapuerca al hombre del sillón se tiende a la bartola la historia de España. Un largo camino, evolutivo dicen, donde los principios se van quedando atrás, lejos. Casi que por las piedras de El Escorial, berroqueñas, cuyo eco no es nada ya para Rajoy, líder por aburrimiento y primera espada de esa España cobardona que parece que vota con doble y medio de orfidal, y nada en las tripas.
"Adiós FAES, hola Andrea Levy y otros milikitos mediáticos", según me cuenta un pata negra aznarista.
Porque que Aznar debía darle candela a Mariano era justo y necesario. Pero quizá la falta de un desplante torero al rey de la abulia barcenil en plena multitud, hubiera sido justo y necesario, y no ese castellanismo de la carta. Por cantarle las vergüenzas a un soso con luz, aplausos y taquígrafos delante de los chicos de la prensa.
Perdido el PSOE en ese proceso de la autofagia -dicen que la autofagia cura lesiones tumorales-, el PP de Marianín es socialdemócrata, catalanista ahora con tragaderas, y despachito sorayil: básicamente como el asa de una maleta, que uno coge y suelta según le dé el aire a Soraya, que tiene querencia por las televisiones y las cortinas.
Del grito fundacional de Aznar, de los principios que cambiaron a España de dejar de agradecerle ad aeternum cada cuatro años a Felipe el ambulatorio y otras cosillas, apenas queda nada. Las señoronas de Serrano, con laca, abrigo, y en el descuento vital -mi casera, mismamente-, ven a Aznar como algo pasado, pues es corto el amor y largo el olvido, que diría el poeta.
Y en ese caldo se va escribiendo la historia del PP de hoy, que es hipster según Andrea Levy se va curtiendo de lecturas gafapastas por las librerías de Malasaña, que ella no hace ascos y va dejando el ensayo por lo que publica Herralde, según nos contó en la Calle del Pez. Rajoy tendrá una noción vaga de Levy, claro está. Como de todo. Porque Rajoy tiene noción vaga de todo...
A Rajoy el esfuerzo de aprobar las oposiciones se lo vamos pagando aquí todos los españoles, y hasta le perdonamos el extraño monolingüismo extramuros. Y en éstas va el divorcio de Aznar con Rajoy, que no por cacareado deja de tener morbo epistolar.
Ocurrió que el crío -Rajoy- menos lúcido -para según qué cosas- acabó abriendo el telediario caminando por Nueva York. Y el militante Aznar represaliado. España, ahora.