Al mundo de la moda le encanta generar polémicas relacionadas con la sexualidad para aparecer en los medios de un modo gratuito. Esta semana hemos podido ver algunos ejemplos. En Francia, Yves Saint Laurent ha retirado su campaña de primavera-verano tras las acusaciones de “incitar a la violación de mujeres”. En España, Zara revoluciona las redes con una operación a favor de las curvas, protagonizada por dos muchachas de aspecto famélico. En el Reino Unido, la firma Rose and Willard anuncia que obligará a sus modelos a comer delante de testigos. Y Japón marca tendencia con una novedad que podría desatar la indignación de muchos: de las feministas y de los machistas, de los padres y las madres de familia, de la izquierda y la derecha, de los religiosos, de los antitaurinos, de los veganos, de los pacifistas y de vaya usted a saber quién más en un batiburrillo ideológico sin precedentes.
La llamada pezuña de camello o cameltoe arrasa en el mercado del país del Sol naciente y amenaza con llegar a Europa. No crean que se trata de un amuleto, ni de estolas con patas del jorobado animal colgando a la manera de los visones, ni de exóticas alfombras de fauces abiertas. No, qué va. Hablamos de un accesorio erótico de lo más original. Habrá quien todavía se pregunte qué tendrá que ver el culo con las témporas, pues a priori nada hay menos sexi que la pezuña de un camello. Es literalmente cierto, pero en el mundo del erotismo nunca hay que tomarse las cosas al pie de la letra.
Nos enfrentamos a un símil nada poético. Os doy una pista: ¿recordáis el aspecto de la zona púbica femenina cuando queda marcada por una ropa muy ceñida? ¿Es o no es igualita a la pezuña del entrañable artiodáctilo, con sus dos dedos apoyados en el suelo como nardos en la cadera?
Hay a quienes el cameltoe produce una tremenda excitación, igual que hay a quienes les provoca un escalofrío de horror. Algunos lo consideran sexi y otros vulgar. No acaba de seducir en Europa, pero desata pasiones en Iberoamérica. Y, por lo visto, entusiasma en Japón, con lo que la avispada industria nipona del morbo se ha lanzado a fabricar los party paints, una ropa interior que incorpora falsas pezuñas de camello fabricadas en silicona para realzar el efecto de lo que llaman “leer los labios”. Todo sea para fomentar la lectura.
Puede que las próximas navidades, tan peculiar tipo de lencería se convierta en el regalo estrella de los Reyes Magos, que como todo el mundo sabe, vienen de Oriente (quizá este año, del mismo Japón) precisamente a lomos de tres camellos. Los party paints no sólo están pensados para mujeres adultas de cualquier edad, sino también para transexuales en proceso de reasignación de sexo, o que ya lo hayan completado. ¿Se llenará la cabalgata de autobuses naranjas? ¿O para entonces ya estarán descoloridos?