El twitter de Puigdemont compartiendo lo que en el concepto paleto del president se puede entender como la crème o el sanctasanctórum de los líderes mundiales: Jeremy Corbin, Pablo Iglesias, Xavi Hernández y hasta Punset haciendo de sí mismo.
El partido del Barcelona contra Las Palmas que sí, que no, que al final a puerta cerrada. Piqué, el intelectual de acción, convertido en adalid de no sé sabe qué democracia, votando. Alguien que sonríe a Piqué, y Piqué que devuelve la sonrisa. Entrañable escena, ay, con una urna que tanto recuerda a una papelera de reciclaje.
La alegre muchachada de Barcelona como escudos humanos, mossos con pachorra, Zoido en el día en el que quizá lo sacaron por primera vez en el informativo de la CNN. Y toda España, al fin, dándose cuenta de lo que vale un peine, de que a todo se llega degenerando, como decía El Guerra, incluyendo ese Estado de las Autonomías que en lo que a mí me toca ha devenido en concesiones, desigualdades, y una serie de gobernantes que han trincado con el argumentario de la aldea y la región.
Y luego la cara de Puigdemont, una mirada perdida que iba y venía entre la inopia, con cuatro topicazos de la CUP y patadas al sentido común. Y esa mirada perdida, insistimos, que debe ser el símbolo del libertador guiando al pueblo.
Llegamos al punto de no retorno. Saltaron la Reja que ni en Almonte. Claro. Vimos a Iceta defender la verbena del 1-0 en esa línea del pedrosanchismo que no es la dialogante, sino la manifestación más gráfica de la caraja del socialismo que se dice centenario y hay cosas que no ha aprendido.
No consta que ningún miembro del Govern se escapara por las alcantarillas, como Dencàs en el 34, cuyo "heroísmo" contamos en un reportaje aquí hace unos meses. Crónica Global adelantaba la "vergonzosa ligereza" de Trapero retratado, y esa camisa con galones y hasta vida y entidad física y biológica propia.
Después escuchamos a Puigdemont venido arriba, solemne, hablando de "vergüenza democrática" y en seguida yo empecé a pensar en las huchitas de Artur Mas y su emplumamiento. De TV3 salté a TVE, y entre la programación en bucle y Soraya comiéndose merecidamente el marrón, sacaron imágenes de archivo reciente con Trump como vacilando al Estafermo de rancho, y de liderazgo, y de éxito en la vida.
Ocurre que después de este día del 1-0, España será un país más cansado. En nada volverán los mismos a hablarme de diálogo y a secretear en el Majestic. Pero Piqué, sí, nos enseñó a los de debajo del Ebro lo que es la democracia y votar de blanco y casual.
Viví el 1-0.Ya tienen relato. El esperpento convertido en tragedia. Y estos meses acá, los corresponsales extranjeros comprados con el dinero de todos los catalanes. Que ésa es otra, claro.