Hombres de poca fe advertían graves:
—Pinchar ahora en la calle sería una catástrofe. ¿A qué arriesgarse? Es imposible repetir lo del día ocho. Será un fiasco lo que quede en las retinas. ¡No exhibamos nuestra debilidad ante los soberanistas! Además, ya están los ánimos bastante caldeados con el 155. Se crecerán en cuanto vean que no llenamos el Paseo de Gracia.
Por agotado que uno estuviera, era preciso aclarar:
—La sociedad civil catalana ha despertado, la que surge espontánea e interpela al poder. Lo contrario a ANC u Òmniun, herramientas del poder político usadas para simular la existencia de perentorias demandas sociales. Una estafa vieja: la historia del pujolismo es la de una onerosa sociedad imaginaria, Cataluña en miniatura, jibarizada, Cataluña clavada con una aguja y enmarcada para colgar en la pared de Marta My Dear.
Pujol había aprendido ingeniería social en Banca Catalana. Del tripartito baste recordar cómo creó la necesidad de un nuevo Estatuto. Los catalanes preocupados por ese asunto que llenaba las portadas de la prensa local eran el 0,4%. Pero en Cataluña todos los medios eran del régimen. En propiedad o en renting. ¿Cómo si no iban a publicar un editorial único?
Por fin, en la estulta y temeraria era Mas-Puigdemont, algunos muñecos han salido de la caja y han tomado el control. Gastos pagados, va de suyo. Siempre acompañados al flautín por los sembradores de odio que conspiran desde sus productoras al calor de TV3. Siempre en la queja preventiva, siempre estigmatizando al que nos les ríe las gracias. Embebidos de su propia ficción, dan por fin un golpe de Estado. Ridículo, eso sí. Y entonces la Cataluña silenciada, impulsada por la claridad del Rey, dice: “Aquí estoy”
Los destetados van a tener unas llantinas de aquí te espero, pero hay que dejar que las productoras del latrocinio duerman solas en su cuarto hasta que se acostumbren, las pequeñuelas. Y no se dice soberanistas sino separatistas. Y los únicos ánimos caldeados por el 155 son los ánimos de lucro y de discordia. La costumbre de premiar a los supremacistas insolidarios pertenece al viejo paradigma. Y el Paseo de Gracia lo llenaremos cada vez que haga falta, sin recurrir a los miles de autobuses que pone a los separatistas la AMI con mi dinero, sin todos los medios del lugar dando la matraca los meses previos. La odiosa matraca nacionalista que nos dará jaquecas de por vida, como a Jason Bourne. La matraca que ha amargado al compañero de celda del presidente de la ANC. La que ha acabado por despertar al león dormido.