Ayer tecleé premsa espanyola (así, en catalán) en el buscador de Twitter y al segundo me cayó encima un aguacero de brillantes reflexiones cosmopolitas como estas: “Prensa española manipuladora”; “La prensa española es un ministerio más del Gobierno español”; “Políticos y prensa española viven en el siglo XIX y Cataluña piensa en el XXII”; “¿Qué queréis que piense de los catalanes quien sólo lee prensa española?”; “La objetividad de la prensa española, prostitución informativa, vendidos al mejor postor”.
Pero mi preferida fue esta: “Españoles que queréis entender el tema catalán: dejad de leer prensa española, llamad a amigos catalanes y preguntad qué sienten y opinan”. Se refiere la tuitera a los amigos catalanes independentistas, claro. Porque yo soy catalán, escribo en la prensa española y sobre el tema catalán siento y opino que la manipulación, la mentira, el autoengaño, el odio, la xenofobia y el provincianismo campan a sus anchas por Cataluña. También en sus medios de comunicación.
Pero ¿cómo podría ser de otra manera? Sólo hay que echarle un vistazo a los nombres de la plantilla de un medio catalán cualquiera. Por ejemplo el diario Ara, uno de los que con más ahínco ha defendido el proceso independentista, perpetuado la ficción de una fantasmal república catalana independiente y diseminado el mito de una España franquista, rancia y antidemocrática.
Si no conocen el Ara, yo les suministro sin problemas la droga dura del contexto. El diario Ara recibió durante el segundo semestre de 2016 una subvención directa de la Generalidad de 499.515 €. Esa cifra no incluye las ayudas recibidas durante los seis primeros meses del año ni los ingresos en concepto de publicidad institucional, que en algunos medios catalanes pueden llegar a doblar o triplicar las subvenciones directas concedidas por el Gobierno catalán.
Pues bien. El diario Ara es propiedad del grupo Edició de Premsa Periódica Ara SL. Su presidente es Ferran Rodés (de Barcelona, Cataluña). Su consejero delegado es Salvador García Ruiz (Santa Perpètua de Mogoda, Cataluña). La directora del diario es Esther Vera (Badalona, Cataluña). Su director adjunto, Ignasi Aragay (Barcelona, Cataluña). Sus subdirectores, Jordi Cortada (Vilanova i la Geltrú, Cataluña), Silvia Barroso (Barcelona, Cataluña) y Georgina Ferri (Barcelona, Cataluña).
Entre sus columnistas de guardia se encuentran nombres como Antoni Bassas (Barcelona, Cataluña), Empar Moliner (Santa Eulalia de Ronsana, Cataluña), Xavier Bosch (Barcelona, Cataluña), Salvador Cardús (Terrassa, Cataluña) y Toni Soler (Figueras, Cataluña). Les listo los apellidos de sus redactores: Solé, Tedó, Mas, Borràs, Pruna, Mumbrú, Grau, Castellví, Freixa, Font, Llimós, Callarissa… Me intereso por los apellidos españoles: Àlex Gutiérrez (pero Àlex es de Barcelona, Cataluña), Marta Rodríguez (de Martorell, Cataluña) o Natàlia Arroyo (de Esplugues de Llobregat, Cataluña). Al rato, localizo dos concesiones a la internacionalidad: David Miró (Borriana, Valencia) y Catalina Serra (Artà, Mallorca). Que no se diga que el Ara no fomenta la diversidad.
Entonces llamo a Ana Delgado, compañera de EL ESPAÑOL, y le pregunto por los periodistas del diario. El director Pedro J. Ramírez, como ya sabrán, es de Logroño (La Rioja). Vicente Ferrer, subdirector de la sección de opinión, es valenciano (pero vivió varios años en Barcelona). Mariano Gasparet es murciano, aunque valenciano de adopción. Ana es de Sevilla. Daniel Basteiro es gallego. Alberto Lardiés, de Navarra. Jorge Sáinz, de Zaragoza. Ana I. Gracia, de Andorra (Teruel). Daniel Montero es valenciano. También lo es Juan Sanhermelando. Carmen Lucas-Torres es, como dice ella misma, “más manchega que el mostillo”. Alejandro Requeijo es de El Ferrol. Fernando Baeta, el vicedirector, es aragonés. Lorena G. Maldonado es malagueña, como Montano y Jesús Nieto Jurado. Manuel de Lorenzo es gallego. Andros Lozano, valenciano. Gregorio Morán, de Oviedo. Marta Rivera de la Cruz, de Lugo.
¡A ver si va a resultar que la cuota catalana soy yo! Pues no. David López Frías también es de Barcelona. Como Anna Grau. Hay muchos más, sobre todo en Crónica Global. Y madrileños ¿no los hay? Los hay. Peio H. Riaño o David Jiménez lo son. Javier Yanes es de Chamberí. Hasta hay uno de Carabanchel. Un tal Lorenzo Silva. Les sonará.
Vamos a dejar de lado lo que dice eso acerca de la capacidad madrileña de atraer talento de toda España en comparación con el meloso, ensimismado y barbitúrico ombliguismo regional de Barcelona. Lo relevante es que esa diferencia entre la uniformidad de orígenes geográficos de los redactores del Ara y la diversidad de los de EL ESPAÑOL es exactamente la misma que uno esperaría encontrar entre los redactores de la Vineyard Gazette de Edgartown (Massachusetts) y los del New York Times. De Nueva York, por supuesto.