Se nos cayó la venda. La cena del Nadal/Pla dejó de ser aquella puesta de largo del año entrante, donde unos lucían las mejores galas y donde el pujolismo se blanqueaba mientras el escritor español comía caliente. La entrega del Pla/Nadal era eso, un premio merecido en español y otro vernáculo, por esas cosas del viejo Lara con una tierra que antaño fue próspera y amable.
El premio vernáculo normalmente venía de los ambientes que venía, pero así y todo se internacionalizaba en la noche del Día de Reyes, aunque los límites de su imaginación fueran los de su masía, en la mayoría de los casos y según el año. La cuestión es que había que sentar a un paisano en la mesa de la literatura, y se hacía con gusto y mirando a los foteros.
Pero en la cena de este año, el ganador del Pla, Marc Artigau, sacó su discursito de los políticos presos. La valentía es eso de largar por la sinhueso cuando te han dado un cheque de 6.000 euros. Los héroes del pueblo siempre aparecen en una cena de gala, en los bises del Liceo, en una playa con una crucecita. Leyendo la biografía de Artigau entendemos que lo hiciera: porque está a sueldo de la TV3 radiofónica con un cuentecito matinal y comprendemos que todo cursi o cada letraherido tiene derecho a dos minutos de revolución y pataleo.
Claro que la soflama de un escritor sienta mal, lo supimos por Valls, al que ya le estragan que tantos intelectuales del terruño quieran hacernos pasar a los de Lledoners y sus ayunos intermitentes por mártires y prohombres de la república.
Hizo bien Valls en atragantarse y contestar, que uno va a cenar y no a una performance de ANC y Òmnium. En dejar el menú y la cena y enojarse o acalorarse, según tuitearon canaperos allí presentes durante el feliz momento de la indignación. También en culpar a Mas -y si se confirman versiones entrecruzadas- de haber llevado a España y a Cataluña a no poder darse una cena tranquila y conversada cada enero.
Es un hecho que las letras occidentales han recorrido un largo camino hasta llegar a Marc Artigau, a sus 6.000 euros y su soflama. Cuando a Camus le otorgaron el Nobel de Literatura, lo aceptó con una bella carta dirigida a su profesor de Literatura. De Artigau sabemos que recibió el cheque y que lo tendrán santificado en TV3 como un Lorca a la medida.
Anótese que si gano el Nadal, un objetivo que persigo a ratos, quiero a Valls en mi mesa.