Los sondeos del CIS pasaron de reflejar la opinión de los electores a modelar la opinión de los electores y de ahí a su fase actual, en la que los electores importan un carajo y de lo que se trata es de torcer la opinión de los partidos políticos y de los poderes fácticos capaces de influir en ellos. Que no son la banca y las energéticas sino las televisiones.
El CIS modela resultados electorales como un alfarero modela vasijas y quien no haya entendido que estamos en la era de los algoritmos matemáticos, de los ingenieros informáticos, de los Dominic Cummings y de la minería de datos que cambie de siglo porque este no es el suyo. ¿O alguien medianamente perspicaz cree que ese giro de Albert Rivera y su partido hacia formas más levantiscas de las habituales entre la clase política española, que no es precisamente un club de caballeros británico, es un capricho personal de su líder?
Pero yo hablaba del CIS. Cada nuevo sondeo del CIS tiene un destinatario diferente y así como el anterior llevaba el remitente de Unidas Podemos, este último lleva el remitente de Ciudadanos. El mensaje siempre es, en cambio, el mismo: "Tú y yo sabemos que estos porcentajes no son reales, pero también sabemos que podrían serlo si vamos a segundas elecciones".
Demostrada la capacidad del PSOE y de sus terminales mediáticas para satanizar y divinizar a capricho y en función de sus intereses coyunturales a cualquier partido de la oposición, el mensaje suele llegar alto y claro. Es la famosa "presión" de la que solemos hablar los periódicos. La misma que ejercen las grandes cadenas de supermercados sobre sus pequeños proveedores. Quien tiene los clientes y los canales para acceder a ellos impone las condiciones de la transacción.
Y el PSOE tiene a los clientes, que pastan en masa en el centro y el centroizquierda del arco ideológico español, y también los canales para acceder a ellos, que son La Sexta, la Ser y El País. Quizá dentro de poco también Facebook y Newtral, cuando se conviertan en organismos paragubernamentales con permiso de Moncloa para censurar las noticias verdaderas de los medios desafectos y corregirlas con sus propios datos falsos. De momento, aún andan perfeccionando la metodología y fichando a las mejores redactoras de fake new de este país, pero no pasará demasiado tiempo hasta que empiecen a inundar el mercado con su producto.
Retratar a José Félix Tezanos como un mamporrero socialista de la demoscopia puede aliviar tensiones larvadas, pero no soluciona el problema porque nada de lo que hace este CIS es gratuito. Los sondeos de Tezanos generan realidad y el único peligro real es que se pasen de frenada lo suficiente como para llegar a desincentivar el voto socialista.
Nada más y nada menos que el 97% de los españoles creen que la pobreza se ha doblado en el mundo durante las dos últimas décadas por culpa del capitalismo en vez de reducirse a la mitad gracias, precisamente, al capitalismo, que es la respuesta correcta. ¿Cómo no va a creerse ese 97% de españoles que el PSOE ronda el 40% del voto, que Ciudadanos es extrema derecha y que Bildu es un actor legítimo de la política española?
Se creerán lo que les echen porque los sondeos del CIS han sido diseñados a la medida de sus prejuicios. El CIS es ya poco más que ese anuncio del BBVA que aparece en la página web de tu diario habitual en el preciso instante en que andas pensando en pedir un préstamo. ¿Cómo lo saben? Pues de la misma manera que el CIS sabe que te estás muriendo de ganas de votar al PSOE y que, como bien dice Rafa Latorre, sólo estás esperando una excusa medianamente creíble para hacerlo.
En realidad, el CIS no modela a los españoles: son los españoles los que modelan el CIS. En qué manos estamos, por dios.