En los últimos días ha menudeado un tipo de pregunta que suele retornar con la misma regularidad que las estaciones del año: ¿qué van a hacer las Bolsas de aquí al 31 de diciembre?
Esta vez la pregunta viene trufada de lo que tiene de específico el otoño de 2019 para la cotización de las empresas españolas: ¿cómo es posible que la situación en Cataluña tras la publicación de la sentencia del Tribunal Supremo no esté haciendo que la Bolsa española caiga y que aumente la prima de riesgo? Y también de lo específico europeo: ¿se hundirán las Bolsas europeas con el brexit?
Todo ello preguntado claro está, con el telón de fondo de una desaceleración económica mundial que sigue avanzando; con una virtual recesión industrial en Alemania desde junio de 2018 (o, tras la última rectificación de sus propios datos por el instituto de estadística alemán, desde junio de 2019); con una clara recesión industrial en Alemania (que ya dura diez meses) y una incipiente recesión industrial en EEUU; con un PIB chino que se ralentiza sin pausa… y así sucesivamente.
La pregunta más fácil de responder es la de Cataluña: la Bolsa española no se ha visto afectada por la misma razón que las manifestaciones muy violentas de los chalecos amarillos tampoco han afectado a la Bolsa francesa. Así, desde noviembre del año pasado, fecha en que se inició la protesta amarilla en Francia, la Bolsa allí (medida por su índice CAC 40) ha subido un 14%, algo más, pues, que el 11,5% que ha subido el conjunto de las Bolsas europeas.
Y no es porque la violencia en Francia haya sido de menor gravedad que la de las protestas en la Cataluña de los últimos días (como pudo contemplar cualquiera que viera los telediarios en los meses de su máxima virulencia) sino porque en Francia, como en España, se dan dos características que le quitan hierro a la situación: 1) ambas son democracias consolidadas, y 2) se trata de países desarrollados, donde el nivel de exasperación que puede darse en países pobres está ausente, y donde la Policía cuenta con medios adecuados para hacer frente a esta clase de situaciones.
"La Bolsa española no se ha visto afectada por la misma razón que las manifestaciones violentas de los chalecos amarillos tampoco afectaron a la francesa"
Para hacerse una idea de hasta que punto llegaron las cosas en Francia piénsese solo en esta anécdota: en el mes de junio hubo en París una manifestación de los llamados “mutilados de los chalecos amarillos” entre los que había de todo: pérdidas de manos, de ojos, de testículos… Al menos 2.500 heridos entre los manifestantes y 1.800 entre la Policía (y esto son cifras de antes del verano).
La respuesta a la pregunta sobre cómo afectará el brexit a las Bolsas es algo más complicada de responder, pero también es muy sencilla. Las Bolsas en Europa se están comportando de manera muy parecida a como lo hicieron en el preámbulo de otro momento delicado en la construcción europea, la crisis del Sistema Monetario Europeo, que tuvo lugar en 1992 y que terminó con la devaluación de varias monedas (entre ellas la peseta, la libra esterlina y la lira italiana) frente al marco alemán y con la expulsión de Reino Unido e Italia del proyecto embrionario de lo que después habría de ser, finalmente, el euro (Italia regresaría a él algo más tarde).
Lo probable es que, en mitad de una crisis que tiene en común con la de entonces el que el Reino Unido se desgaja (ahora voluntariamente, y en 1992 muy a su pesar) del proyecto europeo, las cosas discurran de manera muy parecida a la de entonces: altibajos importantes de las cotizaciones en las Bolsas europeas, sin nada catastrófico en el horizonte, pero con caídas dentro de 12 meses que podrían ser importantes, y sustos, de reparación relativamente fácil, entre tanto.
Finalmente, la pregunta que afectaría a la Bolsa española: ¿dónde se situará el IBEX a finales de 2019? Mi respuesta en estos días atrás ha sido invariablemente la misma: el IBEX 35 debería estar a 31 de diciembre en niveles muy parecidos o ligeramente por debajo a los de ahora; es decir, alrededor de 9.300.
"Sobre las consecuencias del 'brexit' es probable que haya altibajos importantes de las cotizaciones en las Bolsas europeas, sin nada catastrófico en el horizonte"
No hay razones para que no sea así, no solo porque lo más probable es que le pase algo parecido a lo que le sucederá a las Bolsas de todo el mundo (que se dilatarán estos meses en un estancamiento benévolo) sino que es lo que le va también a la Bolsa española, por esa mezcla de crecimiento económico relativamente elevado de alrededor del 2% que aún conserva la economía, mezclado con la incertidumbre sobre el alcance que tendrá la desaceleración.
En suma, Bolsa española y Bolsas mundiales, todas viven la misma situación: un compás de espera hasta ver lo profunda que llega a ser la desaceleración del comercio internacional y de la economía global.
De hecho, esa es una situación que no es nada nueva ya que se arrastra desde enero de 2018. Aunque quien no se dedique a estos asuntos profesionalmente no lo haya percibido, las Bolsas mundiales están estancadas desde hace ya casi dos años. Por ejemplo, la de EEUU, que es el faro guía de todas las demás, en los últimos 21 meses apenas ha ganado un 4%. Eso sí, con dos grandes movimientos de caída (-12% y -20%) primero, y de recuperación total, después, de esos que pueden hacer fortunas o provocar bancarrotas. Pero el saldo neto de tanto movimiento en casi dos años es el comentado: un 4% de subida.
Es decir, desde mucho antes de que se empezara a hablar en la prensa de la desaceleración mundial, las Bolsas de EEUU, y las del resto del mundo por contagio, ya había detectado que “algo olía a podrido en Dinamarca” y no han dejado de hacer mohines de disgusto desde entonces. Por suerte, tanto ese estancamiento neto de las Bolsas, como otros indicadores (por ejemplo, el comportamiento reciente, relativamente benevolente, de la cotización de los metales industriales) está hablando de una situación que está lejos de ser ideal pero que también está lejos de señalar algo catastrófico. En fin, que señala un compás de espera hasta ver donde va a parar la desaceleración económica.