La marca de gafas Hawkers la ha liado parda con su campaña de Halloween. Entendemos que la publicidad busca provocar impacto, pero se supone que un impacto positivo, por aquello de que compramos lo que nos gusta, no lo que nos asusta.
A estos chicos de Elche se les ocurrió que mandar un mensajito, de parte de un tal Vlad (ojo con el matiz draculiano y empalador del nombre) que empezaba diciendo que “Hace dos noches te estuve siguiendo”, era una buena idea para aumentar ventas. Vamos a ver, lo que tenemos claro es que, por miedo, lees hasta la última palabra, más que nada por si te tienes que ir pitando a la comisaría más cercana.
Lo que viene después de tal despropósito es un “Me gustaría pasar la eternidad contigo”, seguido de un clásico 2x1, compra ya, date prisa que esto se acaba. Para cuando llegas ahí, el mal rollo ha invadido por completo tus ansias consumistas.
Con las primeras lecturas del mensajito por parte de los usuarios empezaron a arder las redes. Que si me borro de la base de datos, que vaya acojone, que si banalizan el acoso.
El caso es que, sin entrar en el trasfondo ético de la campaña, no se acaba de entender muy bien la intención final de los publicistas, ni qué principios del marketing se han aplicado. Los responsables del asunto se excusan alegando que el mensaje se envió tanto a hombres como a mujeres, como si a los tíos no les pudieran seguir con intenciones malignas. Sí es verdad que, en las pelis de terror, las que huyen entre alaridos suelen ser las féminas. Ellos son más de enfrentarse al de la motosierra.
También cuentan que el anuncio ha tenido un éxito tremendo, supongo que por aquello del que hablen mal, pero que hablen. Afirman que han vendido las gafas del canguelo como si no hubiera un mañana. Qué van a decir, por otra parte. Lo que todavía no han aclarado es qué narices tienen que ver las gafas con Drácula, con Halloween, con pasar la eternidad pegaditos o con dejarte mal cuerpo.
Parece que a estos chicos de Hawkers les va lo de la polémica, porque ya la desencadenaron hace un tiempo con un tuit en el que trivializaban la construcción del muro de Trump en México. Aquello les costó un gabinete de crisis, pero o no les afectó demasiado o su espíritu humorístico es superior a su temor de perder ventas.
La cosa ha llegado a presentarse ante el Instituto de la mujer (parece a que los tíos, efectivamente, no le preocupa si les siguen por las calles) y ahí verán qué medidas toman, pero a mí la duda que me invade es cómo a nadie, en todo el proceso que supone lanzar una campaña de este calibre, se le ocurrió que quizás no era una buena idea lo de la persecución y el sobresalto, por mucho que sea Halloween. Se les ha olvidado que los contextos son importantes y que todas las tías y muchos tíos han sentido miedo al entrar en su portal de noche o caminando por una calle solitaria. No es que lo considere ofensivo, sino estúpido.
Y es que la polémica está muy bien siempre que no te reste seguidores o compradores y, en estos tiempos en los que las redes sociales son tan fáciles de incendiar, a lo mejor lo suyo sería hacerlo gracias a comentarios positivos. Algo que, desde luego, no va a suceder con estrategias como esta. Nos gusta compartir lo que nos ilusiona, lo que nos alegra o lo que nos sorprende, pero para bien.