"La presidenta de Madrid se instala en el secesionismo" decía hace unos días el diario local La Vanguardia. No está solo en sus disparates.
Durante la última semana, en El País han llamado a Isabel Díaz Ayuso "secesionista", "anarcolibertaria", "nacionalista", "icono ultraliberal", "trumpista" y "populista". Lo explicaba Rafa Latorre en su columna de ayer jueves en El Mundo.
Isabel Díaz Ayuso secesionista, anarcolibertaria, nacionalista, icono ultraliberal, trumpista y populista. Qué cosas hay que leer (por obligación profesional).
También es la presidenta de la única comunidad española que crea empleo en pandemia. Pero ¿quién quiere un tres estrellas Michelin cuando tiene sus tres comidas diarias venezolanas? En la España del populismo se come relato. "Vuelve el fascismo" y tal. El liderazgo económico, intelectual y cultural de Madrid, para los fachas.
¿Dónde habrá vivido esta gente durante los últimos 40 años para llamar "secesionista" a Ayuso? En España (Unión Europea, planeta Tierra, Vía Láctea) desde luego no.
A ver si el que se ha secesionado de la realidad es el periodismo progresista. Ese astronauta de aldea mental con campanario que orbita los melones intelectuales que Podemos, ERC, Junts, la CUP, Compromís y EH Bildu le sirven en bandeja como "argumentario de partido".
¿Ayuso secesionista? Claro que sí, hombre. Y fetichista del pie derecho. ¿Por qué no?
Hay que tener la garganta como la de una oca de foie para achacarle "secesionismo" a Isabel Díaz Ayuso a la vista de lo que la ultraderecha local ha liado en la comunidad autonómica catalana durante los últimos cuarenta años.
Si Ayuso es "secesionista", ¿qué son la CUP, ERC y Junts? Si Ayuso es "nacionalista", ¿qué son el PSC y el PNV y Compromís? Si Ayuso es "populista", ¿qué es Podemos?
Es llamativo también que Ayuso sea una secesionista madrileña radical y, al mismo tiempo, una ultranacionalista española, centralista jacobina y franquista de caballo y espadón. Eso es equilibrio ideológico y lo demás son leches.
Esta es la misma izquierda mediática que el miércoles se escandalizaba por el grito del entusiasta de turno a Íñigo Errejón, a cuenta de la salud mental, cuando lleva un año llamando "loca" a Isabel Díaz Ayuso a bombo y platillo.
De hipocresía van bien servidos, eso tampoco lo vamos a negar.
Pero ya saben: la astracanada sólo ofende cuando fluye en una de las dos direcciones posibles. A la izquierda que ha hecho del bullying a sus rivales norma de cortesía le escandaliza la paja en ojo ajeno. Que nos den lecciones de cómo fustigar al prójimo de forma progresista, por favor, que a la vista está que lo hacemos mal.
Pero vete tú a explicarle a un rodaballo populista lo que es la tierra firme de los principios democráticos cuando ha vivido toda su vida en el mar. Probablemente confundiría esos principios con "un tipo" de populismo, que es lo mismo que pensaría el rodaballo de la tierra firme: que es "un tipo de mar".
Por eso ven nacionalismo en Ayuso y no en el espejo de su casa, mientras se podan los alambres de la barba antes del vídeo del día.
Esta campaña por la presidencia de la Comunidad de Madrid, en fin, será la más zafia en muchos años. Llega a ella, como Atila con sus elefantes, un tipo que añora ese Madrid que resistió durante tres años a las tropas de Franco.
Mejor dicho. Que añora la idealización de ese Madrid que él ha fabricado en su cabeza, a partir de cuatro pegatinas y media docena de eslóganes adolescentes de muro de facultad de Ciencias Políticas. Una cosa muy de serie de Netflix.
Cree ese tipo que Madrid ha cambiado. Que Madrid era tierra de antifascistas y que ahora lo es de fascistas. Ni siquiera se le ha pasado por la cabeza la posibilidad de que los que luchaban en 1936 contra el autoritarismo sigan dentro de Madrid y sea él el que está fuera de sus murallas, intentando entrar en ella.
Le acompaña en el empeño parte de la prensa local nacionalista y todos esos que alientan irresponsablemente la madrileñofobia con su insondable estupidez del "separatismo madrileño".
¿Pero qué separatismo, rodaballos de mi alma, si fuisteis vosotros los que empujasteis a Cataluña por el barranco por el que ahora se despeñan también Baleares y Valencia? ¿No estáis ya mayores para estos aceitosos trabajos de fontanería?