Si creen que han tenido una mala semana, piensen en Ciudadanos. La hemofilia provocada por la fallida moción en Murcia amenaza con ser letal para un partido que ya estaba en fase menguante, en parte por sus errores, en parte por la ola de polarización que sufre el país.
La candidatura de Edmundo Bal a la Asamblea de Madrid quizá contenga la hemorragia y permita a Ciudadanos conservar una mínima representación en la Comunidad. Si así fuera, ni PSOE ni PP tendrían que buscar el pacto en los extremos, y Ciudadanos, aun estando más lejos que nunca del poder, prestaría un importante servicio a la convivencia; la utilidad democrática no siempre coincide con la ostentación del poder.
El otro hito de la semana fue la intervención de Íñigo Errejón en el Congreso a favor de un plan nacional de salud mental. Aunque quizá sea el exabrupto del diputado popular Carmelo Romero (“¡Vete al médico!”) lo que ha colocado la cuestión en el centro de la conversación pública (moviliza más la ira que la empatía) es de agradecer que se abra un debate que llevaba años ignorado.
Si a este despegue mediático lo acompaña una iniciativa legislativa, los tres diputados de Más País ya habrán sido más rentables políticamente que los treinta y cinco de Unidas Podemos.
Vuelvo sobre la declaración de Pablo Iglesias en Salvados: “Estar en el Gobierno no es estar en el poder”. Iglesias debería fijarse en Errejón. Insisto: algunos políticos son más útiles cuanto más lejos están del poder, especialmente si han visto demasiadas series. Entre los seriófilos existe la tentación de incorporarse a un Ejecutivo sin otra pretensión que hacer Historia en la primera temporada. Algo imposible incluso para un vicepresidente del Gobierno, con escaño en el Congreso de los Diputados y mando en el Centro Nacional de Inteligencia.
Lo extraño es que Iglesias lamentara no tener suficiente poder y semanas después cese en sus cargos para liderar el sexto partido de la Asamblea de Madrid. Quizá, como su excolega Errejón, logre destacar desde la insignificancia de su nuevo escaño.
La salud mental, y en especial el suicidio, es un tema que reclama atención desde hace décadas. Sigue siendo la primera causa de muerte externa en España, con una tasa de 7,6 suicidios por cada 100.000 habitantes. Sin embargo, los medios no informan, ni las instituciones lanzan campañas de prevención, como si hacen, por ejemplo, con la salud vial. Se trata, nos dicen, de evitar el efecto Werther, pero el riesgo de imitación no ha impedido que nos volcáramos socialmente contra la violencia de género.
De hecho, si algo eché de menos en el debate fue la perspectiva de género: siete de cada diez suicidas en España son varones. Dentro del tabú del suicidio clama otro que nos negamos a atender. La triste y asumida idea de la prescindibilidad masculina.