Parece que Joe Biden ha pasado por alto que Pedro Sánchez combinara el traje azul marino con alpargatas. El presidente de Estados Unidos llamó a Moncloa para agradecer el ofrecimiento español de albergar en las bases de Morón y Rota a los afganos en tránsito a Estados Unidos y, según mis fuentes, el comandante en jefe no mencionó el asunto. E hizo bien. Mejor no arriesgarse a estropear la ocasión de remendar la relación bilateral con un comentario sobre calzado.
La llamada de Biden es una buena noticia para los españoles. Como lo es que Ursula von der Leyen elogiara la decisión del Gobierno de hacer de Torrejón un hub internacional de refugiados y remarcara que esa actitud representa los valores europeos. Esto parece evidente y, sin embargo, la oposición sigue enlatada en su discurso improductivo.
Pedro Sánchez fue justamente criticado al inicio de la crisis: no interrumpió sus vacaciones y se negó a comparecer con la prontitud esperable de un líder cuyo país ha tenido presencia militar en Afganistán durante 20 años y ha perdido más de 100 vidas, lamentado cientos de heridos e invertido miles de millones de euros. Justo fue criticarle entonces, y justo es reconocer ahora la buena labor del Gobierno tanto en la evacuación de españoles y sus colaboradores, como en su astuto posicionamiento en la trama internacional.
Las conocidas ignominias de Sánchez no eximen al Partido Popular de ejercer una oposición constructiva e inteligente. Bien está que denuncie los tejemanejes del Gobierno con el nacionalismo, pero convendría que hiciera una propuesta sobre cómo aseguraría el cumplimiento de la ley en Cataluña.
Lamentar el sufrimiento de muchos hogares ante la subida de la luz es necesario, pero mejor sería acompañarlo de una propuesta seria para abaratar la factura.
¿Y cómo solucionaría el paro juvenil? ¿Y la desigualdad? ¿Les inquieta que cobren más los pensionistas que los asalariados? ¿Tiene un programa el Partido Popular para enfrentar el cambio climático? ¿Cuál es su propuesta para renovar el Poder Judicial? ¿Y son conscientes de que gobernaron España entre 2011 y 2018?
Se lo diré en un registro léxico que les resultará familiar: los de Pablo Casado han aceptado ser el mascarón de proa en el buque pirata de la nada, una embarcación en la que no hay nadie al timón y la improvisación hincha las velas. Pero ahora es un barco fantasma, que sólo espera el naufragio de Sánchez, pero que acabará desfondado si no traza su propia singladura.