He de reconocer que cada año el cerebro me cruje cuando, para describir una subida de temperatura, los medios de comunicación hablan de “buen tiempo”.
A pesar de mi origen caribeño, lo de achicharrarse bajo el astro que rige nuestro sistema planetario no está entre mis actividades favoritas. Y muchas son las razones, algunas científicas, por las que lo evito.
De cualquier manera, hoy no te hablaré de las pocas bondades del bronceado costeño. En cambio, quiero detenerme a charlar contigo sobre esos grandes y pequeños avisos que la madre naturaleza nos está enviando con elevada frecuencia.
En las últimas semanas en España estamos viviendo una singularidad meteorológica que no debemos pasar por alto. Por citar un dato de alarma: en algunos momentos y lugares se reportó una desviación de 4,2 grados por encima de la predicción de ola de calor. Si eres de los que piensa que todos los años ocurre lo mismo, te digo que la ola más potente que se había registrado fue la de agosto de 2021, con una anomalía de 4,1 grados. Por lo tanto, esta sería la más intensa sufrida en España desde 1975, año en que se establece una metodología fiable y unificada para todo el país. Pero no sólo rompe récord en cuanto a calor, también se sitúa entre las tres más largas.
¿Es esto algo puntual? Antes de responderte la pregunta veamos qué ocurre en otros lares.
Mientras Francia reporta temperaturas de 15 grados por encima de la media para estos meses, en el Reino Unido ya se conoce lo que es una noche tropical sin tener que tomar un avión hacia zonas ecuatoriales. Por primera vez en la historia de la Gran Bretaña se han alcanzado y superado, en un mismo día, los 40 grados. Siendo precisos, en la localidad de Coningsby el termómetro marcó 40,3 grados y en Escocia, tierra fría y húmeda donde las haya, han estado cerca de los 35 grados.
Como consecuencia de todo ello y debido a la poca preparación de sus infraestructuras, el aeropuerto londinense Luton tuvo que cerrar porque la pista, literalmente, se derretía. Mis amigos científicos de por allí me dicen que, algunas noches en Londres se ha “dormido” con mínimas superiores a los 25 grados.
¿Estaba esto previsto? Sí, algunos modelos ya vaticinaban que estas subidas, casi increíbles, de temperaturas se darían, mas los cálculos fijaban el momento temporal para ello en 2050. ¡Se han adelantado tres décadas!
Volviendo a España, creo que con sólo encender dos segundos la televisión te habrás percatado que los incendios abren y cierran todos los programas informativos. La sequía y las elevadas temperaturas son ideales para la ignición. Varios son los incendios que ya se han clasificado como inextinguibles, llevándose consigo vidas y bienes materiales.
No te negaré que el clima del planeta ha experimentado cambios constantes a lo largo del tiempo geológico, entre ellos las fluctuaciones de las temperaturas y otras variables climáticas. Sin embargo, el calentamiento actual se está produciendo aparentemente mucho más rápido que cualquier fenómeno pasado.
Por otra parte, es una verdad palmaria que el calentamiento se ha acusado por la acción de los seres humanos al emitir gases capaces de retener calor y crear lo que conocemos como efecto invernadero. Esto ocurre cuando, fundamentalmente, quemamos combustibles fósiles; aunque también la agricultura y otras actividades vitales para los seres humanos contribuyen en gran medida al cambio climático. Un dato alarmante: los gases de efecto invernadero se encuentran en su nivel más alto de los últimos miles de años.
¿Qué consecuencias tiene esto? El clima cambia a una velocidad vertiginosa y a varias especies, entre ellas nosotros, nos costará adaptarnos, si es que podemos.
[El fuego arrasa España: las imágenes más impactantes de los incendios]
Te recalco que el cambio climático no sólo provoca un aumento de las temperaturas. También induce fenómenos meteorológicos extremos como la elevación del nivel del mar, cambios de corrientes marinas, desaparición de ecosistemas, aumento de las tormentas y la incertidumbre climática, incremento de las alergias, destrucción de cosechas y un etcétera abultado.
La comunidad científica reconoce la existencia del calentamiento global y las devastadoras consecuencias que acarreará para el planeta y los humanos. Según una estadística fiable, el 97 % de nosotros advierte que estamos cerca de lo que llamamos punto de inflexión, es decir, el momento en el que ya nada será solucionable.
¿Sabes desde cuándo estamos hablando de cambio climático desde la ciencia? Las advertencias saltaron a la prensa en los ochenta; poniendo un contexto social: en plena movida madrileña.
¿Tiene solución? Por una vez te digo que soy algo pesimista. Ya lo dijo Einstein: “… Sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana”. Las medidas tienen que venir desde los Estados con la colaboración del sector privado y la población en general. Se necesitan acuerdos que vaya más allá de la ideología y los detalles que nos hacen perder lo más codiciado en este contexto: el tiempo.
Una apuesta científica es necesaria; tal y como se hizo para frenar la COVID-19 se debe invertir en buscar soluciones y aplicar medidas para detener las emisiones de gases y transformar nuestros hábitos.
Mientras tanto, algo podemos hacer desde la individualidad. Destierra las ideologías y credos, esto no va de partidos. Todo es importante y puedes aportar: desde apostar por transporte público hasta apagar esa luz que no necesitas.
Abraza la ciencia y las humanidades, es decir, busca las explicaciones con base sólida y establece una vida saludable.
Suprime la frivolidad de un viaje innecesario y de una compra para exhibir en las redes sociales.
Apuesta por la educación para evitar caer en las tendencias negacionistas.
Consolida los hábitos que reducen nuestro impacto, y aquí te hablo de acciones sencillas como: usar bombillas LED, aislar las puertas y ventanas y reducir el gasto de papel al imprimir documentos de manera innecesaria.
Evita la deforestación. Recuerda que esto no sólo contribuye una bajada significante de oxígeno, la deforestación también contribuye a la aparición de enfermedades víricas que devienen pandemias.
Piensa en verde: la desaparición de otras especies puede causar daños irreparables. Por ejemplo, sin mariposas se puede acabar la diversidad en las plantas y lo que viene después es de película apocalíptica.
Ahora te respondo la pregunta que dejé en suspenso: no, esto no es puntual. Los pequeños y grandes fuegos por doquier son señales que la naturaleza nos está enviado cada día. Y si esto no es suficiente, alguien me ha recordado aquella escena desternillante de Aterriza como puedas donde, luego de una lista de calamidades recibidas en silencio, se añade que “se acabó el café”. Pues, si seguimos con el calentamiento global, te quedarás sin café en unas décadas. ¿Te vas a quedar sin responder?