Queridos Reyes Magos: este año fui muy buena, pero me defendí porque tengo uñas y dientes y un teclado donde boxeo con los dedos. Tal vez eso me deje sin regalos. No puse la otra mejilla, no sé hacerlo.
¿Se puede ser bueno y listo a la vez? Siempre me lo ando preguntando, y siempre sacrifico en la duda a algún soldadito de mi ejército. No siempre vale esconderse de Herodes. Alguna vez hay que pisarle el cuello. Pero qué os voy a contar.
Chicos, sé que tenéis trabajo y yo más años que un bosque, pero estoy viva y tengo deseos. Si os pilla a mano, os diré que lo suyo sería que este año trajeseis a España la disposición transitoria que se le olvidó, por lo que sea, a Irene Montero y su equipo en la redacción de la ley del 'sólo sí es sí', y que ahora permite que los violadores dancen como liebres antes de tiempo.
Quisiera también que los asesinos de mujeres se suiciden antes de matarlas, no después, ¿será posible? Eso sería tan hermoso e higiénico.
Pido que la palabra gane a la imagen. Que nos rule la intuición. Que la raya del ojo me dure negra y larga todo el día para mirar hondo como las brujas. Que Vladímir Putin se suba a un cohete y conozca el espacio. Que midamos nuestra educación en el trato al taxista y al camarero.
Que seamos amables porque eso es rebelde, que seamos rebeldes porque eso es lo digno.
Pido que el año que viene me dé tiempo a llegar a la rave de Granada, pido que los vecinos se nos unan a las fiestas. Que el trabajo no nos impida ver la vida. Que la vida no nos impida ser conscientes de la muerte.
Que suenen las campanas de los hospitales a la vez y que la ciencia nos salve de la autoayuda y la cursilería. Que nos dé tiempo a desayunar tranquilitos. Que las cañas sean tan baratas como en el Congreso de los Diputados.
Que descanse en paz Nicolás Redondo Urbieta. Que los pobres no sean fachas, que los fachas no sean tan jóvenes.
Pido justicia para la gente con talento. Pido que la gente ame a la gente con la fuerza con la que ama a sus perros: pido que los perros no lleven chubasquero y que puedan seguir siendo perros con pasiones de perro.
Pido que seamos capaces de querer al otro en su complejidad, en su dificultad, y que no nos sintamos estatuas ecuestres cuando nos quieren con servidumbre, devoción y docilidad, así como los canes adoran a sus dueños.
Pido saber querer porque eso es saber negociar.
Pido que sigamos escribiendo ficción. Que haya espacio para el símbolo, el mito y el sueño, que nos encontremos en lo tácito, que saque músculo la fantasía para lograr entender la vida. Que se vacíen los gimnasios y se llenen los talleres de cuento.
Pido que la modernidad biempensante deje de retorcer los clásicos, como con La Sirenita negra, y cree nuevas ídolas para el hambriento y luminoso mundo nuevo. Pido imaginación para ellos, para los facilones y los oportunistas.
Pido que muera el Excel. Que se nos revelen las cosas que nos hacen un nudo en la garganta. Que sintamos compasión. Que expulsemos a los mercaderes del templo.
Pido seguir mirando el fuego y los acuarios y las cúpulas de las iglesias y los jardines y a los niños como rascando un misterio.
Pido que nuestros ancianos sean atendidos con respeto y paciencia en los bancos y que la burocracia tecnológica no esté tan sorda y tan ciega. Pido que no se nos vaya la vida hablando con una máquina al teléfono.
Pido Antalgín sin receta. Pido que no cierren el Tempo II.
Pido hombres a la altura de las mujeres que admiro y que amo. Pido buenos conversadores, seductores divertidos y amantes enteros, no sólo valientes y claros bajo el cobijo del chat de Instagram.
Pido que las mías nunca más se conformen. Pido que se levanten los hombres de entre los machos de su especie.
Pido que nadie nunca vuelva a dar un primer beso con demasiada lengua.
Pido que nos toquemos las manos, porque en las manos está la verdad del cuerpo.
Pido que no vuelvas con tu ex imbuido/a por el espíritu navideño, cariño, porque eso es reaccionario. Eso es pensar que lo mejor que te puede pasar ya te ha pasado.
Pido que los columnistas varones dejen de hacer corrillos ridículos y autorreferenciales entre sí, porque no les leen ni las águilas y empieza a ser de psiquiátrico. Pido salud mental para todos, pero primero para ellos.
Pido que los viejos amigos nos recuerden por nuestra mejor anécdota. Pido que los nuevos hablen siempre de nosotros como si estuviésemos sentados a su mesa.
Pido que la última puta escupa en la cara del último putero.
Pido que hagamos lo que nos gusta, porque nos vamos a morir.