El presidente Joe Biden debería escuchar lo que me dijo el candidato de la principal coalición opositora venezolana, Edmundo González Urrutia, sobre la reciente reanudación de las conversaciones entre Estados Unidos y la dictadura venezolana a pocas semanas de las elecciones del 28 de julio.
En resumen, el candidato pidió que ningún país se deje engañar por las promesas de último momento del dictador Nicolás Maduro.
González Urrutia, de 74 años, un embajador retirado que está encabezando las encuestas, me dijo que vio con buenos ojos la reunión a distancia del 3 de julio entre altos funcionarios venezolanos y estadounidenses sobre las próximas elecciones.
Pero en la extensa entrevista por Zoom que me concedió para CNN en Español y el Miami Herald, agregó que Maduro muchas veces inició negociaciones con Estados Unidos como una forma de proyectar una imagen más moderada poco antes de las elecciones en Venezuela, y luego incumplió sus promesas.
"Lo ha hecho en varias ocasiones", me dijo González Urrutia, refiriéndose a Maduro. "Es una medida para ganar tiempo y asegurarse un ambiente menos hostil en un momento clave de la campaña".
Maduro probablemente esté buscando "dar la impresión de que se está aliviando la situación de tensión con Estados Unidos", me señaló. Ambos países llevan varios años sin tener relaciones diplomáticas, "y eso plantea numerosas incomodidades", agregó.
Además, es posible que Maduro haya aceptado reiniciar las conversaciones con Washington para buscar "un respiro" de la grave situación económica del país, añadió. Maduro ha exigido que Biden levante las sanciones petroleras a su régimen que Estados Unidos restableció en abril, tras haberlas suspendido el año pasado a cambio de promesas de Maduro de que permitiría un proceso electoral limpio.
En la reunión remota entre Estados Unidos y Venezuela del 3 de julio, las dos partes acordaron mantener una comunicación "constructiva y respetuosa", dijo el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y negociador del régimen, Jorge Rodríguez. La Casa Blanca dijo que había pedido al régimen venezolano que garantizara que las elecciones fueran "competitivas e inclusivas", informó la agencia de noticias Reuters.
Cuando le pregunté si Estados Unidos hizo lo correcto al participar en estas recientes conversaciones con el régimen de Maduro, González Urrutia respondió que "es bueno" aprovechar cualquier ocasión para exigir respeto a las reglas de la democracia en Venezuela.
Pero cuando le pregunté si Washington debería ofrecer nuevamente suspender algunas sanciones económicas a cambio de promesas de Maduro de realizar elecciones equitativas, González Urrutia me respondió: "No llegaría hasta ese punto. Creo que esas son situaciones que van aparte". Y agregó: "Una cosa no debería depender de la otra".
El candidato opositor subrayó que lo principal que tendría que hacer la comunidad internacional es "denunciar situaciones irregulares y exigir que se respeten los resultados".
González Urrutia, quien fue elegido por la principal coalición de la oposición para presentarse como candidato tras la inhabilitación de la líder opositora Maria Corina Machado y una candidata sustituta que ella había nombrado, no se hace ilusiones de que estas elecciones serán libres y justas.
A unos 4,5 millones de votantes venezolanos que viven en el extranjero no se les ha permitido registrarse, me recordó. Además, el régimen ha arrestado a muchos activistas de la oposición para intimidar a otros, prohibió la venida de misiones de observación electoral creíbles como la de la Unión Europea, y hay grandes restricciones a la libertad de prensa.
Pero, en mi opinión, sería un gran error que Estados Unidos vuelva a tenderle un salvavidas económico a Maduro a cambio de promesas de concesiones democráticas de último momento antes de las elecciones. Eso ya se intentó con el acuerdo de Barbados el año pasado, y Maduro no lo cumplió.
Washington y otras democracias deberían prepararse ahora para adoptar sanciones coordinadas contra la dictadura de Venezuela si Maduro trata de robar estas elecciones, como lo hizo en el 2018. Es demasiado tarde para los gestos de buena voluntad de Estados Unidos, especialmente cuando los anteriores fracasaron estrepitosamente.