La polémica y la injusticia están servidas en los Juegos Olímpicos de París. Dos hombres, Lin Yu-Ting e Imane Khelif, descalificados en el Mundial de Boxeo femenino de 2023 por no superar los criterios de elegibilidad relativos al sexo, siguen hoy compitiendo y tienen ya asegurada, como mínimo, la medalla de bronce en sus respectivas categorías.

La Organización Mundial de Boxeo ha sido clara al respecto. Su vicepresidente ha confirmado que Khelif es biológicamente un hombre y que fue detectado en 2022 junto con otros cuatro casos de "boxeadoras que en realidad eran hombres".

No se trata, como los defensores de la injusticia pretenden que creamos, de mujeres con un alto nivel de testosterona o de mujeres con un trastorno de desarrollo sexual (DSD). Se trata de personas nacidas varones y con cromosomas masculinos XY.

Es el caso de Imane Khelif, un hombre XY con un trastorno de desarrollo sexual que obviamente no lo convierte mágicamente en mujer. En 2022, la Organización Mundial de Boxeo avisó de su caso al Comité Olímpico Internacional. El Comité, servil a la ideología woke que niega la realidad biológica, no hizo nada.

También avisó al COI la Asociación Internacional de Boxeo. En su carta, la Asociación señalaba que las dos pruebas realizadas a Imane Khelif determinaban que "su ADN compuesto por cromosomas XY es el de un hombre"

El COI ignoró deliberadamente, hasta en dos ocasiones, esta información, permitiendo el juego sucio contra las mujeres deportistas.

Imane Khelif durante un combate en los JJ. OO. de París 2024.

Imane Khelif durante un combate en los JJ. OO. de París 2024. Reuters

Ha sucedido lo previsible, lo que muchas llevamos años advirtiendo. La inclusión de varones, ya sean varones transfemeninos ("mujeres trans") o varones con DSD, es decir hombres biológicos, supone destrozar el deporte femenino, vulnerar la integridad física y emocional de las mujeres deportistas, y regalar una vía de éxito para varones mediocres y tramposos.

Cuarenta y seis segundos le bastaron a Imane Khelif para derrotar a la boxeadora Angela Carini. Boxeadora que se disculpó, presumo que coaccionada, por haber denunciado públicamente la injusticia sufrida.  

No basta con poner en riesgo la vida y la integridad física de las mujeres deportistas haciéndolas pelear con varones. Hay que humillarlas y maltratarlas psicológicamente por atreverse a denunciar la injusticia.

Lo que estamos sufriendo todas las mujeres que exigimos juego limpio y respeto por los derechos de las mujeres es una luz de gas infame.

Lin Yu-Ting e Imane Khelif han pasado ya por encima de las aspiraciones de mujeres deportistas que llevan toda su vida trabajando para participar y ganar en unos Juegos Olímpicos. Ambos han expulsado a mujeres de sus propias categorías deportivas y ambos van a encaminados a robar la plata o el oro a las legítimas campeonas.

¿Es o no es esto el borrado de las mujeres?

Frente a estos hechos, los representantes políticos y mediáticos "progresistas" han salido en tromba a decir que Imane Khelif es una "mujer CIS" (o una "mujer intersexual") y para defender una falsa inclusión y diversidad que no es más que juego sucio y expulsión de las mujeres de los espacios conquistados con tanto trabajo.

En su habitual línea, el progresismo y un feminismo que no es más transgenerismo nos acusa a quienes defendemos el deporte femenino de ultraderechistas, reaccionarias, transfóbicas, intersexualfóbicas y racistas.

El movimiento transgénero y sus sectarios activistas queer sólo pretenden generar confusión y relato instrumentalizado el caso de Imane Khelif porque este puede suscitar algunas dudas entre neófitos o personas desconocedoras de la problemática ya que no es el típico caso de varón autoidentificado mujer trans, algo que cada vez engaña a menos gente.

El movimiento transgénero defiende así la existencia de más de dos sexos. Esa irracionalidad defienden los ideólogos queer para seguir imponiendo unas políticas transgénero que vulneran los derechos de las mujeres y que maltratan a la infancia.

Todo lo que advertimos que iba a ocurrir con la imposición de las políticas y las leyes transgénero está ocurriendo ya. Son ya cientos los casos de varones (transfemeninos y también hombres con trastornos de desarrollo sexual) en categorías deportivas femeninas, de varones en prisiones de mujeres, de varones que se mofan abiertamente de las mujeres entrando incluso en los espacios de las mujeres que han maltratado.

Son miles los niños sanos a los que, para beneplácito de la industria farmacéutica, se ha convertido en pacientes crónicos con el cuento de que han "nacido en un cuerpo equivocado".

Frotándose las manos están con esta burda instrumentalización de la intersexualidad (DSD) para justificar el atropello de los derechos de las mujeres y los niños/as. Personajes progresistas, que han estado silentes durante años ante las consecuencias de las políticas transgénero, quieren ahora convertir a Imane Khelif en un símbolo del feminismo antirracista.

Conscientes de que la hegemonía cultural e institucional es la woke, estos cínicos cobardes han callado ante la vulneración de los derechos de las mujeres y de la infancia para no perder sus réditos mediáticos y económicos.

Esos cínicos y cobardes instrumentalizan ahora la anomalía y la excepcionalidad porque es más fácil hacerlo que con el típico caso trans. Y lo hacen para ponerse del lado de un movimiento que violenta a mujeres y maltrata a la infancia y para aleccionar con la despreciable moral woke, acusándonos a los demás de reaccionarios.

Cabe destacar la esforzada estupidez de personajes como Antonio Maestre, que nos acusa de ser las tontas útiles de Putin. Y digo "esforzada" porque hace falta mucha experiencia en el ejercicio de la estulticia para argüir semejantes memeces.

Mención aparte merecen las acusación de racismo. Muchas llevamos años denunciando los casos de varones en el deporte femenino, sin importar la etnia o la nacionalidad. Lo hicimos con Lia Thomas, hombre blanco estadounidense. Lo hicimos con Laurel Hubbard, hombre blanco neozelandés que ocupó el lugar de una mujer turca.

Lo hicimos y seguiremos haciendo con cualquier varón, blanco o negro, cristiano, musulmán o ateo, que sea utilizado para construir causas identitarias. Que usurpe los logros y ocupen los espacios conquistados por y para las mujeres. Vienen a hablar de antirracismo y feminismo quienes defienden que la "inclusión" y el "progresismo" es ver a un varón "racializado" apalizando a una mujer.

Que le quede claro a este progresismo posmoderno que levanta el dedo acusador que los hombres transfemeninos ("mujeres trans") son hombres. Que los hombres con DSD son hombres. Y que las mujeres no vamos a sacrificar nuestra seguridad ni nuestra integridad por los delirios del movimiento transgénero que nos acosa y violenta. Ni en el deporte, ni en cualquier otro ámbito.

El progresismo está amparando y promoviendo la violencia contra las mujeres. Se disfrace de lo que se disfrace, lo vamos a seguir combatiendo.