Las signos de debilidad del Gobierno ante el separatismo, que Pedro Sánchez trata de disfrazar como ejemplo de disposición al entendimiento, no han pasado inadvertidos para Marruecos. Nuestro vecino del sur ha iniciado una ofensiva para asfixiar a Ceuta y Melilla con el evidente propósito de ver qué cesiones puede arrancar a España.
Lo curioso es que el modo de proceder de Rabat es muy similar al de los independentistas catalanes. Aunque su decisión de cortar las fronteras con las ciudades autónomas españolas es unilateral y causa graves perjuicios a la población, las autoridades marroquíes apelan una y otra vez al "diálogo" y a las "buenas relaciones" con España.
Cierres y prohibiciones
Lo último en Ceuta, la semana pasada, ha sido prohibir hasta las compras personales a un lado y otro de la frontera, e impedir que llegue el pescado de las lonjas marroquíes a la ciudad. El porteo de mercancías ya se había prohibido en octubre.
En cuanto a Melilla, el cierre aduanero es efectivo desde agosto de 2018. El porteo de mercancías se ha mantenido por los temores de Rabat a soplar de nuevo sobre las brasas del descontento rifeño. Aun así, el jueves pasado se impidió el porteo, en lo que parece ser un ensayo de nuevos cortes en el futuro.
También Canarias
Pero además del hostigamiento a Ceuta y Melilla, Marruecos ha empezado a presionar en Canarias, con la aprobación de una ampliación de sus aguas territoriales que afecta directamente al archipiélago. Todo ello obliga al Gobierno de Sánchez a reaccionar. Los alcaldes presidentes de Ceuta y Melilla, Juan Vivas (PP) y Eduardo de Castro (Cs). se reúnen hoy para hacer frente común y ya piden medidas "contundentes".
Vivas envió hace tres semanas una carta al presidente del Gobierno pidiéndole que active una estrategia que impida que la población de la ciudad "dependa de decisiones que puedan tomarse al otro lado de la frontera". Por ahora, sólo ha obtenido la callada por respuesta. La inacción no contribuirá a solucionar los problemas.