José Manuel Albares compareció ayer a petición propia en el Congreso para denunciar la “inaceptable” agresión de Ucrania a Rusia, para reclamar unidad “también en España” y para recordar la regla de la cuádruple D que rige la estrategia contra Vladímir Putin: diplomacia, desescalada, distensión y disuasión.
El ministro de Exteriores reiteró además su propósito de agotar la vía diplomática, pero también de preparar la vía militar en el indeseable caso de una agresión rusa.
Dos "ausencias" sobrevolaron su comparecencia.
La primera, la de Pedro Sánchez en la reunión telemática organizada por Joe Biden este lunes por la noche con los líderes de Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y Polonia, la presidenta de la Comisión Europea, el presidente del Consejo Europeo y el secretario de la OTAN.
Una exclusión que es reflejo de la irrelevancia internacional de nuestro país. Y eso a pesar de los esfuerzos del Gobierno para participar con fragatas, bombarderos y soldados en las maniobras de la Alianza en el mar Negro, Bulgaria y los países bálticos.
La segunda "ausencia" fue la de la inexistente llamada del presidente del Gobierno a Pablo Casado, líder de la oposición, después de que este mostrara su apoyo al Gobierno en la crisis entre Rusia y Ucrania.
Informar a la oposición
Es cierto que es el Gobierno el que carga con la responsabilidad de llamar al líder de la oposición para informarle del desarrollo de una crisis que afecta a la seguridad nacional.
El Gobierno ha demostrado, por tanto, poco tacto. Sobre todo si se tiene en cuenta que han sido PP y Ciudadanos los que le han dado el apoyo que le han negado sus socios parlamentarios. Hace ya además demasiados meses (ocho) que Pedro Sánchez y Pablo Casado no tienen una conversación personal.
Pero también es cierto que esta crisis es lo suficientemente preocupante, y tiene repercusiones lo suficientemente gravosas para el país, como para que los reproches pasen a un segundo plano y la oposición deje la batalla política para otro momento.
Prueba de ello es la noticia que da hoy EL ESPAÑOL: Marruecos ha ordenado la retirada de los carteles de "frontera" en las proximidades de Ceuta y Melilla y su sustitución por carteles de "puerta". Es obvio que el desprecio de los Estados Unidos ha envalentonado al régimen de Rabat, que posiblemente tenga motivos ahora para creer que un ataque contra las ciudades de Ceuta y Melilla dejaría sola a España, abandonada por sus propios aliados de la Unión Europea y de la OTAN.
No es en consecuencia el momento más oportuno para que PSOE y PP escenifiquen en público sus discrepancias.
Seguridad nacional
En la trascendente videollamada de ayer participaron países menos involucrados en la defensa de Ucrania que España. Pero ese es el precio a pagar por los errores diplomáticos cometidos por España. Tanto por esta Administración como por las anteriores, como explicamos en el editorial de ayer martes.
El camino de España para recuperar el prestigio va a ser muy largo. Es muy probable que el desplante de Joe Biden no sea la última decepción que sufra un Gobierno español. Pero los pasos a seguir deben ser firmes. España, con Gobierno y oposición unidos bajo una misma hoja de ruta, debe ir de la mano de sus aliados y mostrar la misma proactividad que la exhibida en la crisis con Ucrania.
No hay otra manera de recuperar nuestra imagen y nuestro prestigio como país de primer nivel. Tampoco hay otra manera de que nuestros aliados nos vean como un país leal y fiable, y no como una nación de segunda fila en el contexto internacional.