Cuando el PSOE apenas había comenzado a desplegar el argumentario sobre la justificación de un eventual indulto a José Antonio Griñán, esta estrategia de aclimatación de la opinión pública ha recibido su primer revés desde dentro. Juan Espadas se ha desmarcado de la doctrina de Ferraz, anunciando ayer que no apoyará la petición de la medida de gracia para el expresidente de la Junta.
El líder del PSOE andaluz es el primero de la formación en hablar abiertamente sobre el problema que entraña la concesión del indulto a Griñán. La encomiable reticencia de Espadas supone asumir una verdad incómoda para los socialistas: el de los ERE es un caso de corrupción igualmente reprobable que todos los demás.
Desde la publicación del fallo, la jefatura socialista y figuras históricas del PSOE han venido retorciendo el relato para defender que el expresidente no se ha lucrado a título personal, abonando así las tesis de un indulto justificado por la "integridad moral" del condenado.
Pero ha tenido que ser precisamente un antiguo cargo del gobierno de Griñán el que haya hablado abiertamente de que el indulto supone una retractación de la postura defendida por Sánchez en 2014, cuando criticaba que los políticos pudieran indultar a políticos. Y quien haya explicado que se estaría violando el código ético del PSOE. El cual, en su apartado 8.1, recoge que "los cargos públicos del PSOE se comprometen a no proponer ni apoyar el indulto de cargos públicos condenados por delitos ligados a corrupción".
Asuntos distintos
Hay que conceder que Ferraz tiene razón al denunciar que el Tribunal Supremo haya dado a conocer el fallo del caso de los ERE sin haberlo acompañado de la argumentación de la sentencia. No hay derecho a esta dilación procesal para unos ciudadanos que antes de ser condenados ya habían tenido que soportar once años de investigación, con la consiguiente 'pena social'.
Pero esto no es óbice para insistir en que la defensa socialista del indulto a Griñán no se sostiene. ¿En base a qué se prueba la "honradez" de Griñán, quien permitió conscientemente un entramado clientelar de subvenciones arbitrarias? ¿Son "justos que pagan por pecadores" aquellos que han desviado dinero público a sabiendas para un uso partidista?
Además, el condenado ni siquiera ha pedido perdón, ya que se sigue considerando inocente. ¿Qué es lo que hay que perdonar entonces con el indulto?
Cosa distinta son las consideraciones humanitarias. Griñán es un hombre mayor, al que el proceso judicial ha pasado una severa factura psicológica. Además, no tiene ninguna responsabilidad política ni posibilidad de volver a delinquir, por lo que hacerle pasar sus últimos años entre rejas no tiene demasiado sentido.
Es por eso que no resultaría una monstruosidad desde el punto de vista ético que, en el caso probable de llegar al Gobierno, Feijóo concediera la medida de gracia a Griñán.
No parece lo más conveniente, en cambio, para un gobierno socialista que ya ha abusado discrecionalmente de la figura del indulto para casos de dudosísima pertinencia. Y, menos aún, si pretenden fundamentar su apoyo al mismo sobre los argumentos equivocados, como la falacia de la supuesta impecabilidad moral del condenado.
La franqueza de Espadas provoca un auténtico incendio en el PSOE. Uno que amenaza con arrasar el crédito moral de un partido que se la va a jugar en pocos meses en las elecciones municipales y autonómicas. Porque viene a confirmar lo que todos los españoles saben: que Griñán sí se benefició personalmente, aunque de forma indirecta, del dinero malversado de los ERE.