'Goiat'

'Goiat' Generalitat

EL PASEÍLLO

Estamos contigo, oso 'Goiat'

18 noviembre, 2018 01:53

No puedo dejar pasar la historia del oso que vive en los Pirineos ejerciendo de oso salvaje, algo que ha pillado desprevenidos a los expertos en osos de la Generalitat, que tenían la esperanza de haber dado con un ejemplar polite y socialdemócrata pero el bicho está hambriento de caballos y ovejas, y se da unos garbeos acojonantes por el bosque bajo y ya se ha hecho el rey del lugar.

De un lado a otro de la frontera pasea la bestia, saltándose a su antojo la burocracia administrativa que rige esa cosa llamada parque natural, la proyección sobre la naturaleza de la complicada vida de la ciudad, sus normas, obligaciones, hasta funcionarios: sólo falta un prohibido para indicar al oso que no debe dirigirse hacia donde le da el hambre, como si fuese otro refugiado.

En la imagen, Goiat aparece de espaldas y no se aprecia su volumen. Lo camufla la sombra y el tono de la piedra. Sólo resalta el collar con GPS que le han instalado como puertecilla a sus juergas.

Llegó a España desde Eslovenia para refrescar con su ADN la consanguinidad de la comunidad de osos que por allí se mueve. Hay otro macho que ya había fecundado a sus nietas y los burócratas también vieron en esto un delito terrible: Goiat debía desbancar a este ser depravado, repoblar la tierra con oseznos limpios y además cumplir con el contrato y merendar sólo frutos secos y agua del tiempo. Querían algo salvaje pero no demasiado. 

Los ganaderos están hartos de las correrías de Goiat. A los hombres de campo nunca les sobra una cabeza de ganado ni una hectárea de las que arrebataron a la naturaleza en su momento, les jode cuando les cobran el préstamo. Todo parece poco para ellos, incluido lo que no es suyo. Se ponen nerviosos cuando ven la silueta de Goiat cerca de las granjas, ya han elevado una hoja de reclamaciones a la autoridad competente porque no contaban con esta versión granuja del ser vivo, que, parece ser, mata por diversión, como haría cualquiera.

La solución propuesta da una perspectiva fantástica de lo viciada que está nuestra relación con los animales: deben espantarlo a voces o con bengalas. Por lo que no sólo le faltan respeto al oso, tratándolo como un niño descarriado, sino también a las personas, arrebatándoles la gloria local de ver colgada del ayuntamiento de cualquier aldea la furiosa cabeza de colmillos sanguinarios de Goiat. ¿Oiga, y un disparo al aire? Tampoco, por los traumas. 

A este paso, el oso puede acabar donde quiera mientras lo intentan detener a voces, igual en TV3 si sigue bajando camino de la población con ese swag con el que osean los osos al moverse. Balancean el culo, un poco como Isco, pero con más mordiente. No sorprendería ver otro animal más en esa televisión pública. Nosotros ya estamos perdidos con el mundo que nos están montando, no jodamos también al oso, por favor. Al menos que nadie lo apunte a un CDR.

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