¿Puede España atreverse con una GroKo?
El autor plantea repetir en España la 'grossen koalition' germana para dar estabilidad y certidumbre a España en un momento de turbulencias.
La poderosa derecha económica española tiene miedo real a un gobierno fruto del pacto entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Ve sólo la mitad del problema, no el desarrollo de la legislatura. Si se atreviera, impulsaría y defendería una GroKo (Grossen Koalition), pero no se atreve.
Hace llamamientos a la abstención de Ciudadanos para que el Congreso elija al líder del PSOE sin entender que el problema de gobernabilidad se mantendría durante cuatro años. No se trata de elegir un presidente, se debe elegir un camino para la economía española en su conjunto con una meta fijada en la primavera de 2023.
La preocupación por un cambio radical en la política económica española se extiende hacia la Comisión Europea, el Banco Central y el Fondo Monetario. Todas las instituciones desde las que se gobierna este mundo multipolar desean que España se mantenga estable y en una dirección moderada durante los próximos años.
Creen que el papel director le corresponde al PSOE como partido ganador pero que con una minoría de 123 escaños necesita un pacto que asegure la estabilidad del gobierno sin tener que recurrir a largas y complejas negociaciones cada vez que haya que aprobar alguna ley; y hay unas cuantas sobre todo de índole económica o de repercusión económica que deberían haberse planteado ya.
Sin querer establecer un paralelismo con la situación de España en 1982, cuando el PSOE de Felipe González y Miguel Boyer llegó al poder, el amplio centro sociológico de este país, que va del liberalismo a la socialdemocracia, defiende que los cambios que necesitamos para afrontar la competencia internacional son de mayor calado aún que los que se tuvieron que afrontar, defender y poner en marcha en aquellos momentos.
El espejo en el que mirarse es Alemania: las dos principales fuerzas políticas han llegado a un acuerdo en dos ocasiones
El gran espejo en el que mirarse es Alemania. Por dos veces ha sido capaz de llegar a un acuerdo entre las dos principales fuerzas políticas del país. Conservadores y socialdemócratas pusieron por delante de sus propios intereses personales y de partido, los intereses del conjunto de los ciudadanos que les habían elegido. La última vez, si se quiere, con un esfuerzo de seis meses de duras negociaciones y bajo la amenaza de una creciente ultraderecha que consiguió, por primera vez desde el fin de la Gran Guerra, entrar en el Bundestag.
La GroKo les ha servido a los alemanes para afrontar las sucesivas y duras crisis europeas durante 16 años, los mismos que puede estar en el poder una, ahora, tambaleante Angela Merkel. Su aplicación en España sería un pacto entre socialistas y populares, entre Sánchez y Pablo Casado, entre las dos grandes fuerzas que han gobernado la Nación durante 40 años. Un ejemplo para las ciudadanos que entenderían la necesidad de ese acuerdo y lo valorarían a la hora de acudir a las urnas dentro de cuatro años, y no de dos o cuatro meses.
Una Groko -suena a personaje de serie televisiva pero por eso mismos sería muy asimilable a la hora de explicarla- elaborada a partir de un programa de consenso, con mutuas renuncias por parte de los dos partidos. Explicado con claridad y transparencia, dispuesto a soportar las críticas de los extremos e incluso de ese centro difuso por el que se mueve Ciudadanos.
España la necesita y es lo que han dicho las urnas, si es que se quiere entender la fragmentación del voto, del que tiene representación parlamentaria y del que no la ha conseguido, como las 300.000 papeletas del Pacma. Es más que posible que esa necesidad real y positiva sea un imposible y que nuestros dirigentes políticos nunca se parezcan a los alemanes, pero quién sabe. Un día se bajan de las torres de sus aislados castillos y son capaces de sentarse delante del pueblo soberano para decirle que van a gobernar juntos con un proyecto para todos.
*** Raúl Heras es periodista.