Es el fin de Trump, no del trumpismo: las 52 claves de las elecciones americanas
La ajustada victoria de Joe Biden, menor de lo previsto por los sondeos, divide al país en dos y permite vaticinar la supervivencia de un trumpismo sin Trump.
1. A las 21:00 del miércoles 4 de noviembre de 2020, parece razonable apostar por Joe Biden como próximo presidente de los Estados Unidos.
2. Los seguidores de Donald Trump confían en un milagro de última hora. Ya sea en forma de remontada final, ya sea en forma de batalla legal en el Supremo que obligue a un recuento de todos los votos por correo en los estados clave.
3. Según las autoridades de Michigan, el recuento oficial en este estado clave podría demorarse hasta el viernes. Quizá no sepamos hasta entonces quién será el próximo presidente de los Estados Unidos.
4. La jefa de campaña de Biden, Jen O'Malley Dillon, ha dicho: "Joe Biden está en camino de ganar esta elección y será el próximo presidente de los Estados Unidos".
5. El jefe de campaña de Trump, Bill Stepien, ha dicho: "Si contamos todos los votos legales, el presidente gana".
6. Las tendencias del recuento en los estados clave, los grandes territorios industriales del norte –Wisconsin, Michigan y Pennsylvania, aunque también Carolina del Norte y la sureña Georgia–, parecen favorecer a Biden. Pero el resultado está siendo muy justo. Nevada también está todavía por decidir.
7. Es el escenario de pesadilla con el que habían soñado muchos en Estados Unidos. Un resultado tan ajustado que diera argumentos a uno de los candidatos para plantear dudas sobre la validez del resultado. Un escenario de polarización y tensión.
8. Fue Bernie Sanders, el eterno candidato de la rama más izquierdista del Partido Demócrata, el que hace días previó lo que podía ocurrir este martes.
9. "Me preocupa el hecho de que estados como Pennsylvania, Michigan y Wisconsin van a recibir muchos votos por correo y de que no se van a poder contar esos votos hasta el día de las elecciones", dijo Sanders.
10. Sanders sabía que los votantes demócratas son más proclives a votar por correo o por anticipado, y los republicanos, a votar en persona. De hecho, Biden y Trump pidieron exactamente eso a sus seguidores.
11. Y dijo Sanders: "Así que puede ser que el día de las elecciones, Trump vaya ganando en el recuento de esos estados y salga a declarar su victoria por televisión. Pero podría ser que el recuento del voto por correo le diera luego esos estados a Biden y que Trump dijera que el proceso es un fraude, que los votos por correo están amañados y que no piensa abandonar la Casa Blanca".
Bernie’s prediction on the election is spot on so far. pic.twitter.com/nMtwlqTd4S
— Predictors (@ppredictors) November 4, 2020
12. Y eso es, exactamente, lo que ocurrió. "¿Qué está preparando Trump?", se preguntaba ayer el semanario británico The Spectator. Es la pregunta que se hace medio mundo. Nadie, salvo Trump, conoce la respuesta.
13. A la hora de escribir este artículo, y con cientos de miles de votos todavía por contar, Trump acumula 67.572.000 votos. En 2016 obtuvo 62.984.000.
14. Biden acumula 70.231.000 votos. Hillary Clinton obtuvo 65.853.000 en 2016.
15. Ambas cifras se explican por un aumento en la participación. En 2016 votaron 137 millones de americanos. En 2020 se estima que lo han hecho entre 157 y 165 millones. Es seguro que tanto Biden como Trump tendrán finalmente más votos que el Barack Obama de 2008.
16. La mayoría de los sondeos le daban a Biden una ventaja de casi diez puntos sobre Trump. Esa ventaja está siendo finalmente de menos de dos puntos. "Cuando los sondeos se equivocan en direcciones distintas, es varianza estadística. Cuando se equivocan en la misma dirección, es parcialidad", decía ayer el analista electoral Jay Cost.
When polls are wrong in random directions, that's statistical variance.
— 𝐉𝐚𝐲 𝐂𝐨𝐬𝐭 (@JayCostTWS) November 4, 2020
When polls are wrong in the same direction, that's statistical bias. pic.twitter.com/rp5v3nr179
17. Se ha repetido el mismo error de 2016. Parece razonable pensar que unos medios de comunicación volcados casi de forma unánime en favor de Biden y en contra de Trump han puesto, una vez más, sus deseos por encima de la realidad.
Ocurra lo que ocurra, muchos medios nacionales e internacionales tienen que hacer una autocrítica sin precedentes. Después de 2016 no hay justificación alguna para tal fraude informativo.
— José Ramón Bauzá (@JRBauza) November 4, 2020
Esto, leyendo los datos y no interpretando deseos, se pudo ver venir.
18. La primera gran derrotada de estas elecciones es la credibilidad de los grandes medios de prensa americanos y sus analistas de postín. El desconcierto en sus caras, durante las primeras horas del recuento, era digno de marco.
19. "Hace cuatro años no entendimos el fenómeno Trump, y seguimos sin entenderlo", decía Iñaki Gabilondo también. Fue una reflexión muy común este miércoles entre los periodistas de izquierdas españoles.
"Hace cuatro años no entendimos el fenómeno Trump, y seguimos sin entenderlo" #LaVozDeIñaki https://t.co/EWpCZVSnzk
— EL PAÍS (@el_pais) November 4, 2020
20. Por supuesto, hablan por ellos. El fenómeno Trump es perfectamente comprensible para cualquier observador imparcial. Sólo hay que dejar los prejuicios de lado y atender a las grandes tendencias sociológicas y culturales actuales. Pero, sobre todo, a sus desequilibrios.
21. ¡Como si en España no supiéramos lo que es el populismo de izquierdas y el de derechas! ¡Pero si hasta tenemos uno de ellos en el Gobierno!
22. Trump es tan difícil de entender como Bolsonaro, Le Pen o Abascal. O como Iglesias, López Obrador o Corbyn en la trinchera opuesta. No hace falta un máster para entenderlos. Sólo tener ojos y orejas.
23. Estas elecciones americanas las decidirá el voto por correo. Ese eterno olvidado que apenas suele servir en España para mover uno o dos diputados en circunscripciones remotas donde la victoria no se mide en decenas de miles de votos, sino en cientos.
24. En los Estados Unidos, sin embargo, el voto por correo y anticipado moviliza a decenas de millones de ciudadanos.
25. De ahí la sorpresa de algunos en España que no conciben la posibilidad de que el voto por correo pueda cambiar las tendencias del voto presencial. Sí puede si ese voto por correo es masivo, claro. Como ha sido el caso en 2020.
26. Una evidencia. El procedimiento electoral español es la NASA comparado con el sistema electoral estaounidense, más parecido a la Agencia Espacial catalana.
27. Para cuando los americanos aún no han empezado a contar votos, en España ya conocemos el resultado de las elecciones, bramado a gritos en las calles a quién no queremos como socio de gobierno, rodeado sedes, formado coaliciones, demonizado a la oposición, pactado con EH Bildu y ERC, atacado al Rey, dado un golpe contra la democracia y convocado elecciones anticipadas.
28. Es precisamente ese primitivo sistema de votación y recuento, que cada estado americano diseña como dios le da a entender, el que permite que las elecciones sean puestas en duda una y otra vez cuando los resultados son ajustados.
29. Recordemos los 537 votos de diferencia que le dieron la victoria a George Bush sobre Al Gore en las elecciones de 2000. Recordemos las rocambolescas papeletas mariposa de esas elecciones y el caos que generaron.
30. Biden será un presidente mucho menos progresista que Barack Obama. Si es que el eje progresista-conservador tiene algún sentido a día de hoy, cuando el eje es más bien populismo autoritario-democracia liberal.
31. Biden es un arquetípico político de Washington. Está a la derecha del partido demócrata y en España sería considerado un conservador moderado en la línea de, por poner tres ejemplos al azar, Ana Pastor, Juan Manuel Moreno Bonilla o Alberto Núñez Feijóo. Sin duda alguna, Biden votaría al PP en España. Ni siquiera a Ciudadanos.
32. Obama lo escogió como vicepresidente en 2008 por una razón esencial: porque su avanzada edad le impedía aspirar a la presidencia en 2016, algo que suele provocar problemas entre presidente y vicepresidente durante los últimos años de mandato.
33. Pero Biden será presidente en 2020.
34. Muy pocos confían en que Biden aguante en el cargo ocho años. Y muchos sospechan que la tapada, o no tan tapada, es Kamala Harris. La verdadera candidata del Partido Demócrata.
35. Kamala Harris sustituiría a Biden si este se viera imposibilitado, por cualquier razón, para continuar ocupando la presidencia.
36. Es una mala noticia para Alexandria Ocasio-Cortez y otras jóvenes promesas del ala más radical del Partido Demócrata. Harris es una pragmática en la línea de Pedro Sánchez y es muy improbable que se deje comer la tostada del liderazgo del partido por alguien tan inconsistente, política e intelectualmente, como Ocasio-Cortez.
37. Puede que Donald Trump haya perdido las elecciones, pero estas no suponen el fin del trumpismo. De hecho, la victoria pírrica del Partido Demócrata ha sido tan apurada que estas elecciones pueden ser vistas como un espaldarazo social al trumpismo.
38. ¿Habría ganado las elecciones Donald Trump de no ser por la epidemia de Covid-19? Es muy probable que la respuesta sea sí. Biden era un mal candidato. Apenas el mal menor para muchos votantes demócratas. Sólo levemente mejor que Hillary Clinton en 2016.
39. El problema para el Partido Repúblicano ahora será rellenar el vacío que dejará una personalidad tan avasalladora como la de Trump. Quizá la transición corra a cargo de Mike Pence, el término medio entre el trumpismo y el republicanismo tradicional.
40. Es probable también que el futuro del Partido Repúblicano esté en senadores como el antiguo Navy Seal Dan Crenshaw, una de las revelaciones políticas de los últimos años.
41. Otras de las grandes derrotadas en estas elecciones han sido las políticas de la identidad. Porque Trump ha mejorado sus porcentajes en todos los sectores sociales. Incluidos negros, mujeres y latinos.
Trump support down among white men compared to 2016.
— ian bremmer (@ianbremmer) November 4, 2020
Up among white women and Blacks and Latinos of both genders. pic.twitter.com/0PhtLgb542
42. Es razonable pensar, de hecho, que las políticas de la identidad han jugado en contra del Partido Demócrata.
43. Parece razonable pensar también que a Biden le ha dado estas elecciones el voto del hombre blanco. El único nicho electoral en el que Trump se ha desempeñado peor que en 2016.
44. Esta conclusión es demoledora para el Partido Demócrata. Porque demuestra que un país más multirracial y multicultural no le asegura necesariamente la hegemonía electoral durante las próximas décadas.
45. La deducción es más bien la contraria. El Partido Demócrata se confirma como el de las elites blancas de muy alto nivel adquisitivo. Periodistas, actores, profesionales liberales. El Republicano, como el partido de las clases populares.
46. Campo contra ciudad, si lo prefieren simplificado al máximo.
47. Me lo decía un empresario agrícola español ayer: "Todas las cuentas de Twitter que sigo de agricultores americanos con decenas de miles de seguidores, de esos que viven en el inmenso centro de los Estados Unidos, son partidarios de Trump".
48. El Partido Demócrata, en fin, ha aprendido a las bravas que ni el voto femenino, ni el negro, ni el de las minorías le pertenece. Si alguien tan extremo como Trump ha mejorado en esos sectores, ¿qué no podría hacer alguien más "convencional"?
49. Parece razonable pensar también que los disturbios violentos provocados por la extrema izquierda americana, la de los antifa y Black Lives Matter, han jugado claramente en contra de las aspiraciones del Partido Demócrata.
50. ¿Quién iba a decir que a los americanos no les gusta ver sus ciudades arder? ¿Que no les gusta que les amenacen con retirar a la Policía de las calles y negarles toda financiación mientras hordas de radicales saquean comercios, queman casas y aterrorizan barrios enteros?
51. Déjenme recomendarles un buen análisis de un periodista que conoce bien el escenario político americano y que no suele dejarse llevar por las neurosis y los aspavientos de uno y otro lado. El Partido Demócrata se estrella contra la realidad, de Borja Bauzá.
52. Un resumen rápido por estados. Biden ha ganado en todos los estados donde ganó Clinton en 2016. Trump ha perdido Arizona y Wisconsin, y va camino de perder también Michigan. Ahí se le ha escapado la victoria entre los dedos.