El Vaticano y su 'diplomacia del perdón'
Los gestos del papa Francisco hacia los indígenas de Canadá no son sólo un acto de contrición personal, sino parte de una tendencia diplomática basada en la petición de perdón.
El papa Francisco se desplazó el pasado lunes a Canadá, donde completó su peregrinación penitencial para pedir perdón "por el mal que tantos cristianos hicieron a los indígenas" en ese país. Y, en particular, por la cooperación e indiferencia de "muchos miembros de la Iglesia".
Se estima que desde finales del siglo XIX hasta la década de 1990, unos 150.000 niños indígenas fueron separados de sus familias y trasladados a internados dirigidos por órdenes religiosas cristianas en un intento por asimilarlos a la cultura dominante.
El plan no formaba parte de ninguna agenda oculta. Esta política asimilacionista estuvo especialmente activa tras la promulgación de la Ley India de 1867, que otorgaba al Ejecutivo canadiense la potestad de legislar sobre los indios y sus tierras con el objetivo de que alcanzaran "un mayor grado de civilización".
En 1920, el poeta y funcionario del Departamento de Asuntos Indígenas Duncan Campbell Scott escribió en la misma línea: "Nuestro objetivo es continuar hasta que no haya un solo indio en Canadá que no haya sido absorbido por el cuerpo político y no haya una cuestión india, ni un departamento indio".
A través de la administración de la red de escuelas residenciales, las comunidades cristianas desempeñaron un papel determinante. Y el resultado fue, en palabras del pontífice, "devastador". Alcoholismo, drogadicción, suicidio o desarraigo fueron algunos de los traumas que todavía hoy enfrentan las comunidades indígenas en el país.
[El papa pide perdón por el "sufrimiento" que los cristianos infligieron a los pueblos indígenas]
Las palabras de Francisco fueron contundentes: "Quisiera repetir con vergüenza y claridad: pido perdón humildemente por el mal que tantos cristianos cometieron contra los pueblos indígenas". El papa también habló del "profundo sentimiento de dolor y remordimiento que he sentido en los últimos meses".
Lo hizo delante de miembros de los pueblos originarios, pero también de autoridades políticas del Gobierno encabezado por Justin Trudeau, con quien posteriormente mantuvo un encuentro personal.
"Durante 450 años, ningún papa aceptó que él o alguno de sus antecesores se hubieran equivocado"
Por eso el gesto de Francisco no es sólo un acto de contrición o una manifestación de piedad personal, y se enmarca en el ámbito de lo que algunos han bautizado como diplomacia del perdón, una tendencia que ha venido cobrando importancia desde principios del siglo XXI.
En las relaciones internacionales (y el Vaticano ha sido durante siglos un gran actor de la escena global) el perdón es fundamentalmente un acto político de reparación destinado a recuperar la confianza del interlocutor. El arrepentimiento sincero por los errores cometidos es, en ocasiones, un paso necesario para reconstruir un futuro de acercamiento y beneficio mutuo.
En su encuentro con Trudeau, Francisco manifestó su deseo de "renovar la relación entre la Iglesia y los pueblos indígenas de Canadá". ¿Sería esto posible sin el perdón? Probablemente no. Como apuntó Phil Fontaine, ex jefe nacional de la Asamblea de las Primeras Naciones a cuenta de la visita del pontífice, el perdón "no es el final de la historia, sólo el comienzo".
Algunos estudios han analizado la presencia del perdón en las relaciones internacionales, y los resultados son sorprendentes. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial se han producido 346 disculpas políticas por violaciones de derechos humanos, y el 72% han sido pronunciadas desde principios de nuestro siglo.
También para el Vaticano la actitud resulta novedosa. En su libro Mea Culpa, el vaticanólogo Luigi Accattoli señala que en el siglo XIX, el papa Gregorio XVI teorizó incluso sobre la inadmisibilidad del arrepentimiento de la Iglesia, y que desde Adriano VI hasta Pablo VI ningún papa aceptó que él o alguno de sus antecesores se hubieran equivocado. "Es decir", añade, "la resistencia de los papas a la autocrítica duró 450 años".
"La diplomacia de Francisco ha mostrado un interés especial por acercarse a todas las periferias existenciales"
El nuevo siglo trajo cambios en este sentido. En 2000, el presidente alemán Johannes Rau pidió perdón ante el parlamento israelí por la responsabilidad germana en el exterminio de seis millones de judíos durante el Tercer Reich.
Otros lo han hecho de forma ambigua. En 2014, Erdogan pidió disculpas a los descendientes de los armenios asesinados bajo el Imperio otomano, pero en ningún momento pronunció la palabra "genocidio".
En total, Japón es el país que más veces se ha sumado a la diplomacia del perdón por los abusos cometidos durante su periodo imperial.
El papa Juan Pablo II pidió disculpas hasta en más de 90 ocasiones por los errores cometidos por la Iglesia en el pasado.
Hoy, a nadie se le escapa que en muchos de los conflictos de las últimas décadas la identidad grupal constituye un factor determinante. Las relaciones actuales y futuras entre estos grupos están condicionadas por los sentimientos o recuerdos de experiencias pasadas.
He viajado a #Canadá como peregrino para caminar con y por los #PueblosIndígenas: para que se siga adelante en la búsqueda de la verdad, en los caminos de sanación y reconciliación, y se siembre esperanza en indígenas y no indígenas, que desean vivir juntos fraternalmente.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) July 30, 2022
Por ello, más allá de su dimensión espiritual, el reconocimiento público de los errores cometidos es condición de posibilidad para el restablecimiento de las relaciones. Sobre todo cuando implican a comunidades que han vivido experiencias dolorosas y silenciadas.
Estas últimas son una prioridad para la diplomacia de Francisco, que ha mostrado un interés especial por acercarse a todas las "periferias existenciales".
Como era de esperar, la visita del papa Francisco no despertó simpatías entre sus críticos de cabecera, para quienes su ruta del perdón constituye una forma de populismo, sumisión o un intento vano por ganarse el favor de sus adversarios.
Se equivocan. Francisco sabe que en el mundo de hoy el perdón es, además de una virtud cristiana, una valiosa herramienta diplomática.
*** Diego Martínez es jurista y periodista.