Jankto sale del armario, dulce Jeanette, abrazo de Benítez y adiós a 'El Cuerpo'
Jakub Jankto, Jeanette, 'El Cordobés' y Raquel Welch; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.
Jakub Jankto
Desconozco si este nombre tiene traducción al castellano, aunque la pista definitiva nos la ofrece Jacob, que se mire por donde se mire es el Jacobo de toda la vida en múltiples versiones. Seguro que también es Yago, Tiago, Jaime, Santiago, Diego, etc. Tal vez me deje alguno perdido en el santoral. No me extrañaría, aunque son variantes del mismo nombre y tienen origen hebreo. Aquí donde lo ven (o lo imaginan), Jacob Janco (o Jakub Jankto, que tiene una pronunciación más próxima a la original) es un futbolista del Getafe cedido al Sparta de Praga.
Rubio y pelo pincho, flaco, de 27 años, juega en posición de extremo (también llamado lateral, por la banda) y se ha convertido en uno de los futbolistas europeos que suscitan más curiosidad. El motivo es que acaba de hacer pública su homosexualidad, y el eco de su confesión resuena por todos los rincones de la UEFA.
En el futbol no son frecuentes las salidas del armario. Por cada futbolista que sale hay dos que se quedan con las ganas y otros dos que deslizan un sospechoso silencio. El ejemplo de Jacob Janco -prefiero castellanizarlo- ha sido un clamor mundial. El propio futbolista lo reconoce sin morderse la lengua: "Estoy harto de vivir escondido, necesito la libertad." A sus 27 años, el chico se siente feliz de haber aireado su armario y su exesposa, Markéta, con la que tiene un hijo de casi 4 años, se ha declarado "orgullosa del padre de mi hijo".
Ahora todo cambiará. Por otro lado, el futbolista checo ha transmitido su agradecimiento a los dirigentes del club, con quienes consultó su deseo de hacer pública su orientación sexual.
En el futbol, y en general en los deportes donde hay mayor concentración de testosterona, muchos armarios están sellados. En este sentido, la actitud de Jacob ha sido honrada. El no engaña a nadie. Muchos compañeros del equipo comentan ahora la hazaña por lo bajo. Nadie está obligado a seguir su ejemplo, pero quien desee respirar la libertad, que abra el armario y le siga.
Jeanette Anne Dimech
Nunca como ahora dos generaciones estuvieron tan unidas por la música, pensé mientras escuchaba a Jeanette, que el otro día cantó ¿Por qué te vas? en la capilla ardiente de Carlos Saura. Ante momentos así una descubre que el tiempo vive hermanado con la música, el arte o la poesía.
Lamento confesarlo, pero creo que nunca había escuchado a Jeanette. En cambio ahora no es que la escuche, la devoro. Este súbito entusiasmo se lo debo en buena parte a Carlos Saura, que encumbró la canción al convertirla en banda sonora de Cría cuervos.
Los cursis de entonces somos los modernos de hoy. En última gala de los Goya me dio por derramar las lágrimas que antes me tragaba. La música tiene efectos nerviosos. Es muy fácil derretirse de pena cuando los recuerdos te tocan la fibra. No solo ocurre cuando alguien entona "¿Por qué te vas?, ya sea en versión de Jeanette, de Natalia Lafourcade o de Juliette Binoche.
[El emocionante homenaje del cine español a Carlos Saura en los Premios Goya]
No es un caso único. También tiemblo escuchando Frente a frente, otra creación de la cantante que un día fue rebelde porque el mundo la hizo así. La canción es obra de Manuel Alejandro, el mejor compositor de España según opinión generalizada. Jeanette, la cantante hispano-británica nacida en Barcelona, fue la primera intérprete que se atrevió con Frente a frente. Lo digo como lo siento: la fuerza de su ternura es imbatible.
La 37 edición de los Premios Goya concedió este año el Goya internacional a Juliette Binoche, icono del cine francés, que batió palmas al ritmo de ¿Por qué te vas?. Para el público de la sala fue uno de los momentos más emotivos. Cada vez que alguien nombraba a Saura, la cámara enfocaba a Fernando Mendez-Leite, director de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas, que apretaba los labios y miraba con ojos vidriosos. La gente del Séptimo Arte es así de enternecedora.
Manuel Benítez e hijo
Ellos son El Cordobés I y El Corbobés II. O sea, Manuel Benítez (el padre) y Manuel Díaz (el hijo). Manuel Benítez fue uno de los españoles más famosos de los años sesenta. Era un mito. Llevaba el pelo largo como los Beatles, no conocía el miedo y creó una pirueta taurina bautizada como "el salto de la rana". Los ortodoxos dijeron que era una payasada. "El Cordobés" facturaba sin parar. Triunfaba por todo lo que nacía y hasta por lo que no hacía, dentro y fuera de los ruedos. Era un picaflor. Tenía mucho imán con las chicas, especialmente con las guiris, que se lo rifaban cono antes se habían rifado a Luis Miguel y al maestro Ordóñez.
Manuel Benítez era de Palma del Rio, pero cuando la economía empezó a sonreírle compró la finca Villalobillos, con plaza de tientas incorporada, y ya no salió de allí. Ser el amo de Villalobillos era como ser el gobernador de Córdoba y el capitán general de Andalucía. Cuando bajaba desde Madrid en el Mercedes la gente le saludaba por la Mancha y, a la altura de Despeñaperros, los campesinos se quitaban el sombrero a lo lejos. Estaba llegando a casa, todos los que le salían al paso a partir de aquel momento eran mayorales, subalternos, capataces, vigilantes y encargados.
Manuel Benítez fue haciéndose mayor y se casó con Martina Freysse, francesa de Biarritz a la que apodaban "la pantera" por el color verde de sus ojos. Martina le dio cuatro o cinco hijos, pero El Cordobés, no contento con lo que le daban en casa, sembró hijos fuera de las lindes de la provincia. El hijo no reconocido que más sufrió fue Manuel Díaz, nominado El Cordobés y torero como su padre. Esperó 54 años, pero acaba de recibir el abrazo público de la paternidad tantas veces negada. Hasta que, gracias a la ayuda de Julio Benítez, uno de sus hermanos, también torero, logró el abrazo de ratificación del padre.
A estas alturas, Martina Freysse ya se había separado de Benítez. Así que su antigua resistencia a recibir en el seno familiar al hijo no reconocido no ha servido de nada. Manuel Díaz ya tiene padre. Es el mejor regalo de su vida. El chico se lo dedica a su madre, Maria Dolores Díaz, que ha esperado 54 años. Era su asignatura pendiente.
Raquel Welch
La mujer inmortal, la musa eterna, ha dicho adiós al cine. No ha podido prolongar su condición de sex-symbol. Ha muerto a los ochenta y dos años, cuando las imágenes que le hicieron famosa dormitaban en el recuerdo.
Tom Hanks dijo hace mucho que ya no importan los actores de Hollywood, o importan menos de lo que creemos. La fama también es resbaladiza y efímera. Ahora solo somos cuatro los que recordamos a la hija del boliviano, también conocida como El Cuerpo por la perfección de sus curvas.
[Raquel Welch, la 'sex symbol' que ayudó a transformar la sociedad y acabó con el puritanismo]
Rachel Welch vino a Madrid en uno de los múltiples viajes que hacían los actores americanos de entonces para hacer cine a bajo coste en las tierras de España. La actriz era casi tan bajita como yo y para disimularlo calzaba alzas muy pronunciadas. La película que le hizo más famosa fue Hace un millón de años, donde sale vestida de troglodita, con un bikini prehistórico que recorrió el mundo y le dio mucha popularidad.
También en España, aunque el franquismo no quiso verla tan desabrigada y la censura acabó tuneando la famosa imagen que convirtió a Raquel Welch en un mito erótico, en reñida competencia con los bikinis de Úrsula Andress en las películas del agente 007. Las dos forman parte de la iconografía del salto español del puritanismo nacional-católico a la aparición del bikini en los primeros años setenta del siglo pasado.