'Coitus interruptus' en la contraofensiva ucraniana
Puede haber sido positivo para Kiev recibir un vapuleo inicial, ya que ha servido para repensar la ofensiva antes de haber comprometido un número excesivo de batallones.
Desde diciembre de 2022 Ucrania ha permanecido a la defensiva, acumulando fuerzas y esperando pacientemente mientras resistía las acometidas del Grupo Wagner en Bakhmut y del ejército ruso en Vuhledar.
Precisamente fue al comienzo de 2023 cuando, ante la perspectiva de la ofensiva de invierno rusa, Occidente, liderada por Estados Unidos y Alemania, apostó por dar un paso más en el apoyo a Ucrania, comprometiendo por primera vez grandes cantidades de blindados de combate y muchos otros suministros.
La entrega de blindados puede parecer menos impresionante que la de cazas MiG-29 o la de misiles de crucero como el Storm Shadow. Sin embargo, lo estratégico para avanzar por tierra es disponer de grandes cantidades de infantes y blindados con los que romper el frente enemigo y acercarse a los objetivos estratégicos.
Se comprometieron casi 1.500 VCI (Vehículo de Combate de Infantería) y carros de combate, junto a más de 3.000 coches blindados y blindados de transporte, sumados a varios miles de vehículos ucranianos de origen soviético.
Buena parte de ese material era necesario para reequipar al baqueteado ejército ucraniano, particularmente en el Donbás. Pero también había de servir para equipar a las nuevas brigadas mecanizadas que se constituirían en la retaguardia mientras la infantería ucraniana resistía en primera línea.
Pero no solo se enviaron blindados. Junto a ellos la OTAN se comprometió al adiestramiento de miles y miles de artilleros, ingenieros de combate, operadores de la defensa aérea, carristas e infantes y junto a todos ellos numeroso personal de mantenimiento.
En definitiva, Occidente hizo una apuesta muy cara. Proseguir la guerra, no forzar a Ucrania a negociar y, en cambio, doblar la apuesta, entregarles equipamiento para que organizaran una gran ofensiva. Occidente ha elegido un curso de acción político que necesita ser sustentado por los hechos.
Tras los compromisos occidentales, en febrero la movilización parcial de Rusia permitió al Kremlin acumular suficientes tropas como para avanzar diez kilómetros, agotando su capacidad combativa el pasado mayo con la captura de Bakhmut y sus alrededores.
Precisamente fue en abril-mayo cuando se filtraron abundantes documentos de Estados Unidos sobre la ofensiva ucraniana, revelando que se estaban constituyendo doce brigadas mecanizadas equipadas a razón de 120 blindados por brigada y buena parte de ellas con personal bisoño recién adiestrado en Europa.
"El primer asalto en la zona central de las defensas rusas ha recibido tal vapuleo que ha hecho recapacitar a los planificadores militares ucranianos"
Sin embargo no fueron las únicas filtraciones. En la prensa rusa e incluso ciertos personajes de redes sociales en la órbita de Moscú publicaron los supuestos planes de ataque de Kiev. Todo lo que entonces parecía disparatado, sin embargo, visto en perspectiva, y con aquellos planes detallados, revelan que el Kremlin tenía muy buena inteligencia sobre lo que había ideado el Estado Mayor ucraniano, ya que el inicio de los mismos se ha cumplido.
Efectivamente, la aguardada ofensiva comenzó en torno al 4 de junio. Y esa misma semana la 47ª Brigada lanzó una fuerza equivalente a dos batallones mecanizados organizados en lo que se conoce como "equipos de tareas". Esto es, unidades temporales constituidas específicamente para atacar un objetivo. En este caso, la primera línea defensiva rusa.
Aquellos batallones llevaban lo más granado del ejército ucraniano. A saber, carros de combate Leopard 2A6 y blindados Bradley con capacidad de combate nocturno. Y todo ello precedido por los potentes carros de ingenieros fineses Leopard 2R capaces de abrir pasos a través de los campos de minas.
Pero aquella fuerza no fue capaz de superar siquiera la mitad del primer cinturón avanzado de Rusia antes de sufrir bajas que les forzaron a retirarse.
Y es que incluso daba la sensación de que los rusos estaban esperándoles, ya que habían concentrado en la zona activos tan escasos como helicópteros de ataque Ka-52, lanzaminas Zemeldeliye y brigadas de reserva de los Spetsnaz.
Por suerte para Ucrania, las operaciones de recuperación de blindados inmovilizados fueron buenas y lograron reapropiarse de una parte muy importante de los blindados dañados.
Simultáneamente, en el sector de Velyka Novosilka los ucranianos, aunque padeciendo fuertes bajas en la aldea de Novodonetske, han logrado reducir el saliente ruso a la mínima expresión, logrando penetrar siete kilómetros.
La sensación que le queda a quien escribe es sencilla: hemos asistido a un coitus interruptus en la ofensiva ucraniana. El primer asalto en la zona central de las defensas rusas ha recibido tal vapuleo que ha hecho recapacitar a los planificadores militares.
Es normal, pues si asumimos que las líneas rusas distribuyen su potencia defensiva con los siguientes porcentajes (primera línea avanzada, 20%; línea defensiva principal, 60%; y línea defensiva secundaria, 20%), lo cierto es que se han perdido 1,5 batallones solo para penetrar hasta la mitad de la primera línea avanzada. Si fuera proporcional, los ucranianos habrían necesitado teóricamente 15 batallones para lograr perforar el frente ruso. Esto es, 15/48 batallones más potentes que tiene el país invertidos en esta campaña militar.
Con esas cifras, el fracaso total sería altamente probable y además devolvería a Rusia una renovada iniciativa estratégica. Quizás por ello ha sido positivo para Ucrania recibir ese vapuleo inicial, ya que ha servido para repensar la ofensiva antes de haber comprometido un número excesivo de batallones en el sector mejor defendido de todo el frente ruso.
En conclusión, puede que Ucrania haya perdido tres o cuatro batallones hasta la fecha y esté desgastada. Pero conserva la iniciativa y con ella la posibilidad de asestar nuevos golpes en otros puntos del frente, por lo que Rusia seguirá teniendo que estar atenta para evitar una derrota.
*** Yago Rodríguez es analista militar y geopolítico, y director de The Political Room.