Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, durante una comparecencia de prensa.

Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, durante una comparecencia de prensa. Reuters

LA TRIBUNA

En Ucrania, ya estamos en una guerra de desgaste

Si los combates se alargan varios años, Ucrania tiene más posibilidades de triunfar en la guerra.

4 octubre, 2023 02:27

Tras un año entero de trincheras, lodo y, sobre todo, avances nulos por ambas partes, y con una ofensiva ucraniana que (desgraciadamente) no ha logrado ningún éxito estratégico ni operacional, sólo podemos concluir que estamos ante una guerra de desgaste que se alargará como mínimo hasta bien entrado 2024 y más probablemente hasta el año 2025.

Tropas rusas ante un edificio destruido de Azovstal, en abril de 2022, en Mariúpol.

Tropas rusas ante un edificio destruido de Azovstal, en abril de 2022, en Mariúpol. Chingis Kondarov Reuters

Los datos que sustentan semejante conclusión son de difícil refutación: no solo ningún bando ha alcanzado un objetivo relevante en más de un año de guerra, sino que el coste de tan magros resultados ha sido muy alto. Han quedado por el camino 180.000 ucranianos y 300.000 rusos. Mil almas mueren o caen heridas a diario (¡cada nación sufre un 11-M cada 24 horas!) y todo ello al módico precio de hundir la economía, renunciar a los bienes de consumo para fabricar tanques, y entretanto ver arder buques, blindados y cazas en una suerte de pira funeraria postmoderna.

El lector debe desconfiar de que la paz llegue en los próximos meses y debe mentalizarse de que está ante una guerra larga. Ninguna de las partes piensa ceder y ambas tienen poderosas razones para justificar semejante actitud. De un lado, el régimen de Moscú necesita blindarse, y no puede soportar la idea de una derrota que abriría las puertas a una nueva década negra en Rusia. De otro lado, Ucrania, el pueblo injustamente invadido, vilmente maltratado y territorialmente amputado tiene el derecho (y el deseo) de restituir su integridad y dar una lección al invasor, y en ese camino cuenta con Occidente, si bien ese "contar" está firmemente delimitado por el uranio de las cabezas atómicas rusas.

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La ofensiva ucraniana

Durante las dos primeras semanas de septiembre, los ucranianos decidieron introducir en la batalla por el corredor terrestre (en el marco de la ofensiva que empezó el 5 de junio) a la 82.ª Brigada de Asalto Aéreo y a la 46.ª Brigada Mecanizada. Los ases de Ucrania ya están sobre el tapete y no hay brigadas de la misma calidad para reemplazarlas.

En respuesta, los rusos han desplegado a su propio as, la 76.ª División VDV, así como a diversas unidades de los Spetsnaz y varios regimientos de tropas movilizadas con los que reforzar ese mismo sector.

Entretanto, sobre el mapa los avances no engañan: los ucranianos han penetrado unos 7,5 km de territorio rural (sin ciudades de por medio) de la línea avanzada rusa a lo largo de un periodo de tres meses. En estos momentos los primeros soldados ucranianos arañan el primer tramo de la línea fortificada principal en Verbove, que para colmo está respaldada por una segunda línea fortificada a 15 km de profundidad.

"Rusia tampoco ha logrado ningún avance significativo, si bien ha logrado ocupar Bajmut a un coste disparatado"

Aunque los ucranianos lograran mantener este ritmo de avance intermitente hasta diciembre, cosa impredecible, ¿acaso no darían tiempo a los rusos para efectuar nuevas olas de movilización? ¿Acaso no darían a los rusos tiempo para refortificar el frente? ¿Acaso no sería una manera de reconocer que en 6 meses se habría avanzado 20 km? ¿Acaso no necesitarán un esfuerzo adicional de Occidente? ¿A caso semejante dinámica de consumo humano y material no es la de la Gran Guerra?

Visto en perspectiva, Ucrania no ha logrado un gran avance desde hace casi 10 meses, cuando los rusos abandonaron Jersón. Pero Rusia tampoco ha logrado ningún avance significativo, si bien ha logrado ocupar la ciudad de Bajmut a un coste disparatado: un año de combates inútiles, decenas de miles de bajas y la ruptura entre el Ministerio de Defensa y la compañía Wagner, que desembocó en un estrambótico golpe de Estado.

Esta es la cruda y despiadada realidad de la guerra, pese a quien pese.

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Tiempo a favor, tiempo en contra

En principio, Rusia aspira a producir dos millones de proyectiles al año, cifra que alcanzarán y superarán Europa, Estados Unidos y sus aliados en los próximos años. Pero ¿cuánta munición puede entregar Corea del Norte a Rusia? ¿Podrán los drones ucranianos golpear a las fábricas de munición rusas? ¿Consentirán los aliados occidentales que sus misiles de largo alcance Scalp o ATACMS sean usados para ese mismo fin?

¿Cuántos F-16 recibirá Ucrania en los próximos años? ¿Y cuántos cazas fabrica Rusia al año? ¿Y qué hay de China, Irán, Japón, Corea del Sur, India y otros fabricantes de munición? ¿Qué grado de compromiso adquirirán con las partes en conflicto? ¿Y si China entrega millones de drones civiles de DJI a Rusia? ¿Cuántas bajas puede soportar la demografía ucraniana? ¿Logrará Ucrania romper el bloqueo naval ruso?

Tenemos muchas más incógnitas que respuestas para averiguar quién está en una posición favorable para vencer. De hecho, la respuesta probablemente varíe en función de si fijamos el fin de la guerra en 2025, 2027 o 2029.

"La guerra se va a alargar fácilmente hasta 2025 y ello entraña abundantes cisnes negros y riesgos de todo pelaje"

A mi entender, si los combates se alargan varios años, Ucrania tiene más posibilidades de triunfar en la guerra de desgaste, ya que, con el respaldo de la ayuda occidental y la inhibición de China, Rusia no podrá obtener la superioridad industrial necesaria para vencer. Además, desde el punto de vista demográfico, y asumiendo una guerra que durase diez años, cabría esperar 1,2 millones de bajas ucranianas, una cifra alta pero que Kiev podría soportar.

Ante todo debemos tener una cosa muy clara. La guerra se va a alargar fácilmente hasta 2025 y ello entraña abundantes cisnes negros y riesgos de todo pelaje, pero también opciones de avanzar el interés nacional español sea cual sea, si tenemos la habilidad de transformar las amenazas en oportunidades. Como país, nuestros líderes políticos deben buscar la mejor manera de adaptarnos (y aprovechar) semejante escenario regional e internacional.

*** Yago Rodríguez es analista militar y geopolítico, y director de The Political Room.

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