Maya Villalobo,  Bernard-Henri Lévy, Pedro Sánchez y la princesa Leonor.

Maya Villalobo, Bernard-Henri Lévy, Pedro Sánchez y la princesa Leonor. Guillermo Serrano Amat

EL BESTIARIO

El sacrificio de Maya, pitidos para Sánchez y la sonrisa de la Princesa

Maya Villalobo, Leonor de Borbón, Bernard-Henri Lévy y Pedro Sánchez; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.

15 octubre, 2023 02:27

Maya Villalobo

Maya Villalobo.

Maya Villalobo. Guillermo Serrano Amat

Maya es la cara humana de un conflicto inhumano. Uno más. La joven sevillana, secuestrada en la base militar de Israel donde estaba destinada, fue la primera víctima de esta guerra que se lleva ahora. Su foto apareció en las portadas de todos los periódicos haciendo la señal de la victoria con los dedos. Su sacrificio la ha convertido en la primera mártir de Israel, víctima de Hamás, los terroristas de la bandera verde que también mueren por la causa. Morir por la causa viste mucho en la épica de los pueblos injustamente tratados por la historia.

Lo comprobé en su día. En todas las casas de Gaza te enseñaban el retrato de un hijo mártir presidiendo el comedor. Eran las casas del campamento de refugiados, casas con tejados de uralita y una habitación de varias camas para que durmieran todos. Ahora apenas queda una casa en pie. El ultimátum de Israel les ha movido a abandonar la franja y emprender camino del sur bajo la consigna de "carretera y manta". La acogida en Egipto no está asegurada, pero la marcha atrás es inviable.

El subsuelo de Gaza está formado por una espesa red de túneles donde seguramente solo se almacenan rehenes. Según comentó un portavoz de nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores, se sospechaba que Maya Villalobo había desaparecido. Serían los compañeros de la propia Maya quienes se percataron de que la española había sido víctima de un ataque de Hamás. El ministro Albares dio personalmente el pésame a los familiares de la joven. El drama estaba servido. En aquel momento aún no se conocía el paradero del vasco Iván Illarramendi, natural de Zarauz, ni el de su esposa de origen chileno.

Ella llevaba más de 30 años viviendo en un kibutz próximo a la frontera de Gaza. Un día conoció a Iván y los dos hicieron planes de futuro, pues a menudo la vida se encarga de hacer planes por adelantado. Es posible que la pareja esté recluida en un almacén de rehenes que carece de electricidad y de suministros. La desaparición de Iván y su esposa ha creado un clima de angustia entre sus familiares de Chile y España. Nadie sabe que ha sido de ellos.

Es un sufrimiento soportar las desgarradoras escenas cruentas de los noticiarios, con las furgonetas depositando cadáveres a la orilla de los hospitales y las sirenas chillando por lo alto. Insoportable. Estamos viviendo las jornadas más brutales de cuantas se han vivido a lo largo de los setenta y cinco años de la historia de Israel. Sin embargo, la más inhumana de todas las matanzas que han tenido lugar estos días es la que hace referencia a los bebés degollados. Circulan distintas versiones. Unas sugieren que se trata de una fake (o sea, un bulo) pero según las fotografías que obran en poder de cancillerías o periódicos, algunas de estas fotos de los muertos o mutilados pertenecen a la realidad más desgarrada. Iker Jiménez, que el viernes pasado hizo un programa especial sobre esta guerra infame, puede dar fe de ello.

De Jerusalén me llega una segunda historia basada también en cuentos de niños. En este caso habrían sido encontrados nueve niños con las manos atadas y tiros en la cabeza. Los cohetes llegan a Jerusalén, pero no aciertan. La puntería es peligrosa. Hamás tiene miedo de cargarse Al-Aqsa.

Bernard-Henri Lévy

Bernard-Henri Lévy.

Bernard-Henri Lévy. Guillermo Serrano Amat

Mi segunda percha de acercamiento al espanto de esta nueva guerra, como si no tuviéramos bastante con la de Ucrania, es la de este filósofo francés de origen argelino, liberal, azote de la izquierda alumbrada en Mayo del 68. Este controvertido personaje, judío sefardí por más señas, defiende a Israel y publica en EL ESPAÑOL. Ha escrito un rabioso artículo en el que propugna la destrucción de Hamás. En Francia, los judíos han salido a la calle para defender lo que Bernard Henri Levy defiende desde su ordenador.

Se me hace cuesta arriba escribir sobre el hambre de los gazaties ("no hay electricidad, ergo no hay pan") sin sentir un estremecimiento que va desde la punta del pie hasta el pelo del flequillo. Estremecerse es gratis. Todo lo que he visto o me están contando parece un episodio de ciencia ficción, pero desgraciadamente es un capítulo de cruda realidad, como la invasión del festival Música por la paz a cargo de los amantes del terror. Caían como moscas. Eran gritos desesperados y corrían sin norte. Según los expertos israelíes, su error fue dirigirse a los automóviles y salir huyendo porque los terroristas ya les tenían preparada la trampa y en cuanto llegaron al coche, la muerte los abrazó.

Cada media hora nos sacude una noticia sobrecogedora. Mientras escribo sobre el festival se produce el ultimátum israelí. La población debe abandonar Gaza en veinticuatro horas, con la prórroga humanitaria del sábado. Hasta las 16:00 para que un millón de palestinos abandonen Gaza.

Las noticias no siempre vienen solas. Los niños degollados cuya muerte dimos por falsa, podría ser más real de lo que nadie ha imaginado jamás. Una médico israelí lo confirma en EL ESPAÑOL: "Yo retiré sus cuerpos".

Leonor de Borbón

La princesa Leonor.

La princesa Leonor. Guillermo Serrano Amat

El cambio de registro me da para celebrar que en España cuando te sobrevuela un avión no es para bombardear sino para celebrar el 12 de octubre y la presentación en sociedad de la princesa de Asturias, que acaba de jurar bandera en la Academia Militar de Zaragoza. Con el mismo traje de gala de días anteriores (y el mismo moño y la misma boina), doña Leonor acompañó a sus padres en el desfile de la Fiesta Nacional y la posterior recepción en el palacio de Oriente.

Allí estaban todos: políticos y no políticos, periodistas y no periodistas, nobles y plebeyos, escritores y lectores, artistas, diplomáticos, gente de la tele y un largo etcétera. Hablando de diplomáticos, el monarca se entretuvo especialmente con la embajadora de Israel en España, a la que dio el pésame por las numerosas víctimas causadas por el terrorismo de Hamás. Otro momento para la historia fue el paso adelante del Rey, la Reina y la Princesa, para aproximarse a Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, con severas limitaciones de movilidad, mientras Felipe VI explicaba a su hija que este hombre era uno de los siete padres de la Constitución.

[El aplomo de Leonor en su primer 12-O de uniforme afianza la Corona a 19 días de su jura como heredera]

La estrella de la jornada fue Leonor, que sonrió a todo el mundo. Particularmente a los compañeros de academia militar que asistieron al acto para darle una sorpresa. Y se la dieron. Leonor no podía estar más divertida. Los Reyes estaban atónitos. Parecía una obra de Mihura. Incapaces de disimular, el rey y la reina no perdieron ojo. Los periodistas, siempre tan cotillas, antes de terminar el besamanos ya habían decidido qué cadete era el que más le gustaba a la princesa. Leonor no pudo disimular los nervios Y para redondear la escena se le cayó un guante al suelo. Eso del guante da mucho juego, sobre todo en los cuentos de príncipes y princesas.

Leonor estaba al loro de todo. Y cuando no se le caía un guante se le resbalaba un pendiente. El Rey la vigilaba para comprobar que hacía correctamente el saludo militar.

A la recepción no asistió la infanta Sofía. Ni la infanta Cristina y tampoco la infanta Elena. El día anterior, unos periodistas le preguntaron a la infanta Elena si pensaba asistir al festejo (léase recepción), a lo que ella respondió, con la sobriedad que le caracteriza: "Yo no voy porque no me invitan". Era una respuesta calcada a la que suele dar el emérito en situaciones semejantes.

De tal palo, tal astilla.

Pedro Sánchez

Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez. Guillermo Serrano Amat

No sé de quién fue la idea, pero pondría la mano en el fuego de que quitarse al público del medio se le ocurrió a Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno en funciones y candidato a seguir en la Moncloa lleva varios años sorteando las pitadas como quien sortea los autos de choque en la verbena de la Paloma. El público es pitón por naturaleza. A los Reyes no suelen pitarlos. Más bien todo lo contrario, los aplauden. Pero a los presidentes de Gobierno, la gente no les pasa ni una cuando tienen ocasión de hacerlo con motivo de la Fiesta Nacional. Sobre todo a los socialistas.

Que yo recuerde, este país solo ha pitado a Zapatero y a Sánchez cuando pudo hacerlo (lo suyo es el desfile militar de cada 12 de octubre). Con energía, eso sí. Zapatero caminaba con la cabeza erguida, como si la pitada no fuera con él, mientras que Pedro Sánchez movía los brazos de forma desganada y chula. Si el público decidía insistir, entonces levantaba la manita y saludaba como una princesa. Solo le faltaba una carroza.

El público volvió a la carga. "Que te vote Txapote" y "Puigdemont, a prisión", Fue la banda sonora de este año. Inspirada por Feijóo, a quien en Moncloa le atribuyen unas portentosas condiciones para ganarse la vida como ventrílocuo.

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