El enfado le abre el camino a la ultraderecha en Argentina
En Latinoamérica, el enfado domina los procesos electorales. El castigo a los anteriores gobiernos, para el que sobran los motivos, es la marca de la región.
Si hay un cliché que se asocia a la imagen de Argentina es el dramatismo. Y las últimas elecciones presidenciales del domingo no han decepcionado en ese sentido.
Una apuesta de máximos en la que el todopoderoso pastiche peronista se ha enfrentado con un candidato que supera todos los extremos, Javier Milei. El libertario reconvertido a ultraconservador, la estrella emergente de la extrema derecha, ha arrasado en la segunda vuelta electoral con un 56% de los votos.
— Tucker Carlson (@TuckerCarlson) November 20, 2023
Argentina se suma así a un camino que ya han recorrido Estados Unidos y Brasil, al entregar el poder a un candidato emergente, representante de una idea de rebeldía contra las instituciones, contra el Estado y contra la izquierda, que no conoce de mesura. Al menos discursiva.
La fórmula del éxito de los ultras sigue una agenda común que les ha permitido construir una suerte de corriente internacional en la que Milei promete jugar un rol protagonista.
El presidente electo hizo de la motosierra su logo de campaña. La "herramienta" perfecta para representar su idea de acabar con la "casta política". Su programa recoge elementos del neoliberalismo más clásico: recorte del Estado, pasando a sólo 8 ministerios; fin de una política social de subsidios a la oferta, concentrándose únicamente en los subsidios a la demanda. En el caso argentino, siempre marcado por la crisis, la propuesta se complementa con una radical dolarización del país y el cierre del Banco Central.
Pero el neoliberalismo, en estos tiempos, ha hecho buena amistad con el conservadurismo social. De hecho, Milei es uno de los mejores ejemplos de este proceso.
Libertario extremo, defensor del libre comercio de armas, órganos o incluso niños, pasó a convertirse en férreo opositor al aborto, que promete prohibir. Una fusión que el expresidente Bolsonaro representó de forma muy efectiva, aunque en Brasil la importancia del voto evangélico es mucho más alta que en el caso argentino.
"Llegando a la mitad de su mandato, los líderes latinoamericanos de la izquierda deberían advertir las maniobras para adelantarles de los ultras"
Otro punto, en el que converge con sus compañeros de cartel en los extremos es el revisionismo histórico. Un punto que también llama la atención en una Argentina que sufrió una de las dictaduras militares más amargas y sanguinarias.
Pero las heridas de la dictadura y el valor de la democracia están amortizadas para las nuevas generaciones, que ya no miran con espanto el pasado, sino el futuro. El voto de Milei es un voto joven y popular al que sólo se le resiste la provincia de Buenos Aires.
El voto del miedo también hizo presencia en la campaña. La inseguridad ciudadana creciente fue un punto clave, y Milei siguió el guion correspondiente con promesas clásicas de mano dura. Aunque quizás este era el único punto en el que no había mayor diferencia entre los candidatos. Massa, el contrincante peronista, es recordado por su política inflexible en sus tiempos como alcalde del municipio de Tigre.
En política exterior, Milei moderó su discurso hacia el final de la campaña. De su rechazo frontal a comerciar con la China "comunista" pasó a dejar el asunto en manos del libre comercio. Una cosa es la ideología y otra cerrarle la puerta al mayor socio comercial del país, por muy socialista que sea.
En este punto, tanto Milei como Bolsonaro marcan distancia con Trump. Los ultraderechistas latinoamericanos son fieles al libre comercio y al alineamiento con Estados Unidos. Por su parte, el expresidente y candidato norteamericano es proteccionista, y poco o nada interesado en el otrora conocido como patio trasero de EEUU.
La victoria de Milei es un terremoto de dimensiones regionales. Por un lado, confirma lo que el giro a la izquierda en la zona planteó: en América Latina, el enfado domina los procesos electorales. El castigo a los anteriores gobiernos es la marca de la región. Y hemos de reconocer que sobraban las razones para el enfado de los ciudadanos argentinos.
Llegando a la mitad de su mandato, los líderes latinoamericanos de la izquierda en el poder harán bien en ajustar sus espejos retrovisores para ver a sus opositores más ultras empezar las maniobras para adelantarles. Milei, además, será una piedra en el zapato para los esfuerzos de coordinación regional que tan lentamente empezaban a promover los presidentes alineados por las simpatías izquierdistas.
Javier Milei 2023🇦🇷
— Milei 2023🇦🇷 (@JMPresidente23) November 20, 2023
Donald Trump 2024🇺🇸
Jair Bolsonaro 2026🇧🇷
Quizás el mas afectado será el MERCOSUR. La relación con Brasil se prevé tensa, en un marco regional que ya acusaba fracturas importantes en Uruguay y Paraguay. Una mala noticia para Europa y para España, que en sus últimos días en la presidencia de la Unión apuraba para destrabar, de una vez por todas, los más de veinte años de negociaciones, y poder crear el acuerdo comercial birregional de la mayor zona de libre comercio del mundo.
Argentina ha dado un salto al vacío buscando salir de su sempiterna crisis. Falta saber si Milei, con 38 diputados, encontrará en los congresistas macristas el apoyo que le dé alas a sus propuestas. Epecialmente, la dolarización, cuyos efectos en el corto plazo pueden ser devastadores socialmente y peligrosos en el largo plazo.
Para las fuerzas políticas argentinas más tradicionales viene un periodo durísimo. El peronismo habrá de revisar su vigencia, y muy en especial la corriente del kirchnerismo. Macri, por su parte, líder de la oposición que dio el poder a Milei, tendrá que jugar al equilibrismo de facilitar el proyecto que apoyó sin desvanecerse ante su creciente fuerza. Haría bien en recordar lo que ocurrió en el vecino Brasil.
*** Érika Rodríguez Pinzón es profesora de la Universidad Complutense, investigadora del ICEI y Special Advisor del Alto Representante de la Unión Europea.