Nicolás Maduro, en un momento de su programa de televisión 'Con Maduro +'.

Nicolás Maduro, en un momento de su programa de televisión 'Con Maduro +'. Reuters

LA TRIBUNA

Algunas lecciones que deja Venezuela

Causa asombro que sigamos pensando que los países que caen en las garras del socialismo autoritario pueden revertir estos procesos pacífica y democráticamente.

9 septiembre, 2024 13:18

Las lecciones que cabe extraer del caso venezolano son muchas y variadas, algunas incluso incómodas. Me voy a limitar a las siguientes.

La primera es una reflexión general. Causa asombro que gente instruida en las cosas del mundo siga pensando que los países que caen en las garras del socialismo autoritario pueden revertir estos procesos y hacerlo pacífica y democráticamente.

Hay que estar muy despistado. Una vez estos regímenes desarrollan una nueva clase extractiva, una dirigencia de malhechores y criminales, además de unas bases y redes civiles abducidas por el fanatismo, la conservación del poder es su único fin, que defenderán con fuego y sangre si es necesario.

María Corina Machado y Edmundo González, tras la victoria electoral de julio.

María Corina Machado y Edmundo González, tras la victoria electoral de julio. Reuters

Teniendo en cuenta lo sucedido en Cuba, Nicaragua, Bolivia, ahora Honduras, Ecuador, también México, y no sabemos si Brasil y Colombia, cuyos mandatarios apuntan fuerte en la dirección narcobolivariana, causa perplejidad tanta candidez.

"La vía diplomática", dicen.

Llevamos décadas de fracasos de esa vía que llamamos "diplomática", pero que en realidad es de alineamiento ideológico, de simpatía con el mito del guerrillero hispanoamericano y de los intereses espurios subyacentes.

La segunda enseñanza que nos deja Venezuela, y no sólo Venezuela, es la importancia de reaccionar a tiempo cuando las tiranías se activan. Conseguir neutralizar al tirano es la prioridad absoluta, todo lo demás es secundario o irrelevante.

"Ya estamos viendo para lo que sirve verdaderamente ese magma de burocracias perdidas y confundidas en intereses de lo más variopinto"

Sé que esto no es fácil y viene condicionado por múltiples factores, empezando por los financiadores electorales y siguiendo por el acompañamiento mediático, y en algunos casos por entramados internacionales de todo tipo.

Igual es inevitable, puede que sean las reglas del juego democrático.

Pero lo cierto es que son pocos quienes tienen los suficientes reflejos políticos para advertirlo. Si no se reacciona, esa sociedad queda condenada por décadas.

Aquí desempeña un papel importante la cuestión del reconocimiento o la validación de determinadas acciones por parte de eso que llamamos "comunidad internacional". Pero ya estamos viendo para lo que sirve verdaderamente ese magma de burocracias perdidas y confundidas en intereses de lo más variopinto, la mayoría de las veces incluso concurrentes con no pocas satrapías, de las cuales hasta sacan partido. Ya sean Caracas, Moscú, Rabat, Doha o Pekín.

Porque, no nos engañemos, la corrupción es el destino natural de las estructuras lejanas de control y fiscalización. ¿Debemos creer ciegamente en el mito del globalismo y el multilateralismo y en el sinfín de organismos internacionales que los alimentan?

Por eso hizo bien Nayib Bukele en pensar en los salvadoreños y no tanto en los reconocimientos democráticos de no se sabe muy bien quién.

A veces pienso en España. ¡Estamos los españoles para criticar gobiernos por antidemocráticos o poco respetuosos con las exigencias del Estado de derecho!

También recuerdo el caso de Egipto con los Hermanos musulmanes, allá por 2012. Nadie se acuerda ya, pero fue muy ilustrativo. Claro que el canal de Suez lo condiciona todo.

Por no hablar de Erdogan en Turquía y su autogolpe de 2016. Ahí lo tenemos hoy, como uno de los actores más importantes de la OTAN.

O de China, el gran socio comercial de todas las democracias occidentales, y a quien nadie es capaz de recriminar sus crímenes contra los derechos y las libertades civiles.

Este es el nuevo orden mundial, un orden inmoral, de realpolitik y de infamias de todo tipo.

"Por mucha esperanza que se vuelque en Venezuela, el resultado es el que estamos viendo: la muerte, la tortura y decenas de miles de dramas familiares"

La tercera lección es sobre la responsabilidad del drama humano venezolano. Millones de desplazados o refugiados, estos sí de verdad. Miles de presos y torturados, cientos de ejecutados de modo sumario por el régimen.

Es evidente que los principales responsables de la muerte y el sufrimiento son quienes disparan, encarcelan y torturan.

Pero quienes pidieron que confiáramos en proceso electoral y luego siguieron pidiendo que confiáramos una vez consumado el enésimo fraude bolivariano, condenando a mucha gente a la muerte o la prisión, también tienen parte de responsabilidad. Incluidos los nuevos aguerridos defensores de la causa venezolana desde Madrid u otras latitudes, a golpe de tuit o artículos de prensa.

He echado de menos una voz autorizada como la de Mario Vargas Llosa estos días. Le imagino muy mayor, retirado en Perú, país que también lleva lo suyo desde que el narcochavismo aupó a Castillo.

Me habría gustado saber si comparte, después de todo lo vivido y sufrido, la opción panameña de 1989. Es decir, la intervención militar para eliminar al criminal Noriega.

Por mucha esperanza que se vuelque en Venezuela, el resultado es el que estamos viendo: la muerte, la tortura y decenas de miles de dramas familiares.

Hagan el favor, por tanto, de callarse. Limitémonos a decirles a esos pobres venezolanos que están solos ante la tiranía y que recurran a la vía de autotutela que consideren oportuna, mientras nuestros gobiernos siguen haciendo negocios de todo tipo con la satrapía, disfrutando incluso de las ventajas que supone la cercanía al régimen.

*** Juan José Gutiérrez Alonso es profesor de Derecho administrativo de la Universidad de Granada.

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