El PSOE gobierna en 22 capitales de provincia, en numerosos municipios de más de 50.000 habitantes, ostenta el poder en nueve comunidades autónomas y está al mando del país. El partido más grande de España, sin embargo, no gobierna la capital, ni lo hace desde 1989. Esto son 33 años. 35, si se toma en cuenta la última victoria en unas elecciones municipales en la Villa y Corte. Madrid es la gran maldición del PSOE.
A siete meses de las elecciones del próximo mayo, aún no hay candidato socialista a la alcaldía. Nadie quiere ocupar la silla caliente. Se decidirá el aspirante a esta especie de cadalso político en unas primarias en noviembre, y los nombres que suenan, esquivan la propuesta. Entre las filas socialistas se ha barajado para sufrir el castigo a los ministros Fernando Grande-Marlaska, Margarita Robles, Pilar Llop o Reyes Maroto. También al poeta Luis García-Montero o a la delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes González.
Excepto González, todos ellos son fichajes mediáticos. Nombres conocidos y 'estrellas' que redundan en el gran problema madrileño del PSOE y del cual el partido parece no aprender desde hace más de tres décadas. Así lo percibe Juan Barranco, el último alcalde socialista de Madrid. Dejó el cargo en 1989, tras ser desalojado por una moción de censura. “La candidatura del PSOE al ayuntamiento de Madrid parece la Pasarela Cibeles. Se cogen nombres que luego se descartan. Es un desfile de personas que luego no se mantienen en la oposición, sin interés real por los madrileños. Esto provoca desafección en el electorado”, dice en conversación con EL ESPAÑOL | Porfolio.
Mantener la apuesta
Por esa "pasarela" de la que habla Barranco han desfilado, después de él, y sin éxito, el fallecido Fernando Morán (1999), Trinidad Jiménez (2003), Miguel Sebastián (2007), Jaime Lissavetzky (2011), Antonio Miguel Carmona (2015) y el exentrenador de baloncesto Pepu Hernández (2019). Seis candidatos para seis mandatos, algo que, para Barranco, es síntoma de que el partido en la ciudad de Madrid ha buscado siempre “fórmulas mágicas”.
“Los conejos de la chistera y los mirlos blancos no existen. Existen el trabajo y la dedicación. Eso es lo que recupera la confianza y la autoestima de los votantes madrileños de izquierdas, que los hay”, explica Barranco.
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El exalcalde trabajó codo con codo, como primer teniente de alcalde, con el mítico regidor socialista de Madrid, Enrique Tierno Galván, entre 1983 hasta su muerte en 1986. Entonces tomó el relevo y revalidó su mandato en las urnas en 1987. En 1989, la moción de censura expulsaría al PSOE del consistorio hasta hoy.
Barranco fue posteriormente concejal, diputado en la Asamblea regional y en el Congreso de los Diputados; Senador y, finalmente, presidente del PSM. Desde 2015 está jubilado y se dedica a cultivar olivos en un pueblo en el Valle del Tiétar (Ávila), desde donde ve con escepticismo que, por ahora, se repita el éxito que tuvo en los 80.
“La candidatura a la alcaldía de Madrid se ha utilizado, desde que me fui, como trampolín para ser ministro u ocupar cargos importantes. Ahí están Miguel Sebastián o Trinidad Jiménez. No hay un compromiso real con la ciudad, ni un programa. Cuando uno se presenta desde la nada, es natural que pierda. ¡Pero luego hay que mantener la apuesta, y bregar ocho años en la oposición si hace falta! Es lo que hicieron Gallardón y Álvarez del Manzano”, dice Barranco.
Con la metáfora del trampolín, Barranco se refiere a que los alcaldables socialistas, tras batirse en una única campaña y perder, han hecho brillantes carreras lejos del municipalismo madrileño, tanto en la política como en el ámbito privado. Es la paradoja de la maldición madrileña del PSOE: una responsabilidad que nadie quiere aceptar porque conduce a una derrota segura... Pero, precisamente por ello, se premia a los valientes que dan el paso al frente.
Proyectos efímeros
La receta del exalcalde Barranco para revertir la situación del PSOE en Madrid es similar a la de un equipo de fútbol que confía en un nuevo entrenador, pese a las derrotas y a la presión de la prensa. De nada vale cambiar de técnico cada vez que hay un mal resultado, porque el proyecto nunca llega a consolidarse.
Esto último es lo que ocurrió, como apuntaba Barranco, con Trinidad Jiménez. Asumió la Secretaría de Relaciones Internacionales del PSOE con José Luis Rodríguez Zapatero, se presentó a las elecciones madrileñas de 2003 y, tras perder y apenas permanecer tres años en la oposición, pasó a ocupar la Secretaría de Estado para Iberoamérica. Luego sería ministra de Sanidad y, posteriormente, de Exteriores. Tras abandonar la política en 2016, es la directora de Estrategia Global de Asuntos Públicos de Telefónica.
"El problema es que el PSM no es capaz de generar candidatos propios y viene ‘papá Ferraz’ e impone uno"
Otro proyecto efímero fue el del exsecretario de Estado para el Deporte Jaime Lissavetzky: se presentó en 2011 y, tras su derrota, se quedó en la oposición cuatro años. Fue el que más duró, pero no revalidó su candidatura. En la actualidad, ya apartado de la política, es presidente de la Fundación España Activa. En los comicios de 2015 le sustituyó Antonio Miguel Carmona.
Carmona era el candidato mejor valorado en las encuestas antes de las municipales de aquel año, pero sus resultados apenas le dieron el tercer puesto. Pudo ser alcalde después de que Esperanza Aguirre, del PP, le ofreciera los votos. Carmona y el PSOE rechazaron la oferta, y Manuela Carmena fue investida alcaldesa, aprovechando la ola del cambio que introdujo Podemos.
Las fricciones internas en el PSOE durante la campaña y después de las elecciones, hicieron que Carmona rechazara varios cargos en el organigrama local de su partido, entre ellos, la portavocía del Grupo Municipal. Más tarde, Carmona ha ocupado la vicepresidencia de Iberdrola, cargo que ha dejado por una posición ejecutiva dentro de la misma empresa esta semana.
Algo parecido a lo que sucedió con Carmona pasó con el primer candidato socialista a la alcaldía después de Barranco, hasta quien se remonta la mala fortuna socialista en la capital. Fernando Morán, exministro de Exteriores de Felipe González, concurrió como cabeza de lista del PSOE a las elecciones municipales de junio de 1999. Obtuvo 20 escaños, pero quedó como jefe de la oposición. Meses después, en diciembre de 2000, renunció a su acta de concejal, momento en que prometió seguir trabajando por Madrid como "un vecino anónimo".
“Los votantes necesitan ver que los aspirantes a mandar tienen vocación para defender los intereses de la ciudadanía, no los propios. Tienen que conocer al candidato para confiar en él”, prosigue Barranco. Este cree que la solución pasa por un perfil madrileño del PSOE que venga desde la militancia, que conozca Madrid, y por un programa y un discurso que sean una “alternativa” a la derecha.
“A lo largo de los años se han ido desinflando distritos de la capital en los que tradicionalmente ganaba el PSOE, como Vallecas, Vicálvaro, San Blas… Hay que analizar por qué hemos perdido, y luego estar dispuestos a forjar un proyecto político que lleve el tiempo que sea”, añade.
Una plaza difícil
El economista y actual consejero de Indra Miguel Sebastián fue otro de esos candidatos malditos. Lo hizo justo después que Trinidad Jiménez, y tras una oposición de tres años que él no había encabezado. Perdió en 2006 contra Ruiz-Gallardón y fue, de forma similar a Jiménez, nombrado Ministro de Industria en el Gobierno de Zapatero a los pocos meses.
“Yo no era ni militante, era un secretario de Estado. Pepe Blanco [entonces Secretario General del PSOE] me pidió que me presentara a la alcaldía y, por compromiso con el partido, acepté. Uno no está en un ministerio porque sea muy bueno, sino porque el partido confía en él, y yo tenía que estar donde el partido me pidiese”, explica Sebastián en conversación telefónica con esta revista.
El exministro subraya que no le conocía nadie, y coincide con Barranco en que quien gane el ayuntamiento para el PSOE será alguien en contacto con la ciudadanía. “El problema es que el PSM no es capaz de generar candidatos propios y, entonces, viene ‘papá Ferraz’ e impone uno. Pero luego resulta que el PSM tampoco quiere al que le viene de arriba”, dice Sebastián.
Para él, esto se debe a una dificultad propia de Madrid: al ser una gran capital, el contacto con el ciudadano de a pie es mínimo. Además, a Madrid le cuesta retener a sus talentos políticos. “La mayoría de políticos que salen de Madrid aspiran a hacer carrera a escala nacional, en el Gobierno central o en instituciones estatales. En el PP es diferente, porque apuesta decididamente por Madrid. La base sociológica de la ciudad es de derechas y no les faltan candidatos, porque saben que van a ganar, dice Sebastián.
Según el análisis de los datos electorales desde 1977, la derecha obtiene más votos que la izquierda en la ciudad de Madrid desde 1986, el primero en que Barranco fue alcalde. A pesar de su gobierno hasta 1989 y al de Manuela Carmena en 2015, el abismo entre izquierda y derecha solo ha ido en aumento. Su punto álgido llegó en 2019, cuando José Luis Martínez Almeida se hizo con la vara de regidor. Es la gran anomalía española, donde la capital es la única de las de su entorno europeo gobernada por la derecha.
“Madrid no es una plaza fácil, ni para un torero ni para un político de izquierdas”, recuerda Barranco. “Hay datos objetivos desde un punto de vista sociológico que hacen que ganar las municipales sea complicado y difícil para nosotros. Pero hay errores que se pueden evitar repetir, y eso es responsabilidad del partido”, añade el exalcalde.
“Madrid no es una plaza fácil, ni para un torero ni para un político de izquierdas. Ganar las elecciones es complicado”
Fuentes cercanas al PSOE madrileño coinciden, desde una experiencia similar, en “que el candidato no multiplica los votos”. “Es un problema del partido que no deja madurar a los candidatos. El proceso es siempre el mismo: se busca al candidato 'estrella' promocionado desde las alturas, pierde las elecciones y se reemplaza”, dicen.
“No puede venir un ministro y decirle a los madrileños lo que tienen que hacer. El 95% de la culpa de lo que le pasa al PSOE en Madrid es del propio partido, el 3% de los militantes y, el 2% del candidato. Mientras no se asuma esto, no hay nada que hacer”, añaden.
El candidato socialista que vaya en mayo a por el consistorio capitalino no tiene una tarea fácil por delante. Para Barranco, “el que diga que sí, sale con plomo en las alas”.