24 septiembre, 2023 02:07

Que el fútbol es un estado de ánimo lo dijo Jorge Valdano. Y que esa definición es extrapolable a la política lo sabe el PNV, el partido que desde 2004 se toma el pulso con su militancia en las campas de Foronda, un prado a escasos kilómetros de Vitoria (Álava). Los jeltzales lo llaman el Alderdi Eguna [el 'Día del Partido'] y lo celebran desde 1977 el último domingo de septiembre, el día más cercano a San Miguel, patrón del País Vasco y del propio partido. "Va a ser un termómetro muy importante de la situación, y [Andoni] Ortuzar y el lehendakari [Iñigo] Urkullu lo saben", explica un veterano exdirigente del PNV con experiencia en Madrid en conversación con EL ESPAÑOL | Porfolio.

Más de 100.000 personas acudieron durante años a la llamada del PNV para dar el pistoletazo de salida al año político, "una cita única en el panorama político europeo", según Ortuzar, volcado el líder del PNV en que el evento sea una exhibición de músculo nacionalista. Allí lanzó durante décadas sus arengas y mensajes más cruciales Xabier Arzalluz, cuyos "baños de militancia" esperan rememorar este domingo tanto el actual lehendakari como el líder del Euzkadi Buru Batzar [el comité ejecutivo del PNV], para quienes la jornada se presenta trascendental.

Porque el PNV ha perdido tantos asistentes al Alderdi Eguna como votos el pasado 23-J. "El año pasado pinchamos", reconoce la figura del PNV consultada, "y la de este año será una encuesta muy fehaciente de cómo están las cosas". "Si se pincha como el año pasado, el PNV tiene que hacer una catarsis", diagnostica sin matices.

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Y es que el Partido Nacionalista Vasco vive un "momento raro", uno de los más decisivos en sus 128 años de historia. La competencia con EH Bildu es feroz. Jamás estuvo más ajustada la rivalidad electoral entre las dos formas de entender el nacionalismo vasco. Agitar el árbol o recoger las nueces, según el siniestro aforismo acuñado Arzalluz, ya no es una disyuntiva. ETA ya no existe. Y tanto EH Bildu como PNV muestran una adhesión inquebrantable a la opción de Gobierno progresista liderada por el socialista Pedro Sánchez. Una situación inédita, habida cuenta de la honda alma conservadora que vertebra al PNV.

El temor del PNV a perder la lehendakaritza es palpable. El exdirigente consultado reconoce la "preocupación" que recorre los cimientos del partido. En un momento donde las certezas son tan volubles, el sistema de filias y fobias pende de un hilo. Las elecciones municipales del 28-M evidenciaron el desgaste peneuvista, aún más socavado tras las generales del 23-J. 

El independentismo abertzale mejoró sus resultados en las principales capitales y municipios vascos en mayo. En julio, EH Bildu superó en votos al PNV. Mientras los herederos de Herri Batasuna cosecharon 333.362 votos y seis diputados, el PNV se quedó en 275.782 papeletas y un diputado menos. Es decir, 11 diputados al servicio de Sánchez.

El lehendakari Iñigo Urkullu junto al líder del PNV, Andoni Ortuzar, el 9 de abril de 2023.

El lehendakari Iñigo Urkullu junto al líder del PNV, Andoni Ortuzar, el 9 de abril de 2023. H. Bilbao EP

No es ninguna revelación que la actitud postelectoral del PNV, implacable en su negativa a negociar con el PP de Alberto Núñez Feijóo una investidura, se explica por las elecciones autonómicas previstas para mayo de 2024. Ligar su futuro a Vox, según las tesis del PNV, daría la puntilla a sus intereses y pondría en peligro la hegemonía jeltzale sobre Ajuria Enea, residencia del presidente vasco. No en vano, el socialista Patxi López ha sido el único lehendakari no nacionalista desde 1980.

Mientras tanto, en el horizonte, la figura de un pendenciero que ya no porta la pistola al cinto cobra relevancia. "Tiene 65 años y sabe que es su último tren", estiman desde el PNV. "Me presentaré si Bildu quiere", se postuló este verano el coordinador general de EH Bildu, un hombre cuya inhabilitación política por intentar refundar Herri Batasuna levantó el Tribunal Supremo en 2020 y que se llama Arnaldo Otegi.

"El PSE no puede pactar con Otegi"

Se trata de una situación inimaginable hace escasos años, imposible de adivinar hace una década. "Lo dije hace aproximadamente cuatro años en una entrevista: que quizás por mi edad ya no lo viese, pero que los más jóvenes verían a Otegi lehendakari", asegura a EL ESPAÑOL el filósofo vasco Fernando Savater. "En aquel momento, todo el mundo dijo que qué barbaridad y qué exageración. Hoy, sin embargo, a todo el mundo le parece ya perfectamente probable. No posible, sino probable, que el año que viene veamos a Otegi como lehendakari". 

La última encuesta elaborada por Sigma Dos y publicada por El Mundo esta misma semana advierte esa posibilidad. El sondeo estima 27 escaños —seis más que en 2020— para los abertzales y 25 para el PNV, seis menos que en las últimas elecciones. Por su parte, el PSE sacaría 13 diputados por los seis del PP y el diputado que obtendría Vox. Sumar se quedaría en tres escaños autonómicos. "No nos afecta en nada, sus electores en Euskadi caben en un 600", dijo Ortuzar sobre la encuesta.

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En el PP, un partido que no encuentra ni sitio ni discurso en el País Vasco y que prepara un relevo en su liderazgo —la diputada en el Parlamento Vasco Laura Garrido es la favorita de Génova para sustituir a Carlos Iturgaiz—, no lo tienen claro. "Pondrán a otro que saque todavía más votos que Otegi", estima un diputado popular fajado en la lucha antiterrorista. "Claro que presentarán a Otegi, y no tengo tan claro que el PSE, como tan seguro está el PNV, no pueda llegar a apoyar a Bildu. Sánchez es capaz de presentarlo como otro hito en su política de convivencia", contradice otro compañero de bancada. Todas las fuentes del PP consultadas temen una fuga de voto útil hacia el PNV en las próximas elecciones vascas.

"Ya no hay partidos de centroderecha en Cataluña y País Vasco con los que podamos contar: el PNV y Junts son sólo nacionalistas, y eso en el mejor de los casos", se lamenta otro veterano dirigente del PP. Es la lectura tras la reunión mantenida entre Ortuzar Carles Puigdemont en Waterloo el pasado 15 de septiembre. Una cita donde ambas formaciones acercaron posturas tras años distanciados. "No creo que sea así", replica el exdirigente del PNV consultado, "estoy seguro que estarían todos con el pinganillo y aplaudiendo si le llegamos a decir a Feijóo que sí en la investidura".

Pero, ¿sería capaz el PSE de hacer lehendakari a Otegi en caso de cumplirse los pronósticos? "Hoy por hoy, el PSE no puede pactar de ningún modo con Bildu", estima. "Es imposible que el PSE haga lehendakari a Otegi", sentencia. "Y, todavía menos, después de las últimas declaraciones del propio Otegi sobre el remero que dedicó su victoria a los presos de ETA", apostilla.

Se refiere a las declaraciones de Iñaki Goikoetxea, un remero de Bermeo que dedicó la victoria en una regata a los etarras convictos, y en especial a Iurgi Garitagoitia, condenado por el asesinato de Ignacio Uría Mendizabal. Urkullu censuró públicamente el aplauso de Otegi a la celebración. "Esa imagen no es la que más tranquiliza", sigue el peneuvista. "Si hubiera sido otra persona, que no tuviera ese pasado, pero mientras esté Otegi no hay ninguna posibilidad de ningún pacto del PSE con Bild, ninguna", estima.

Y es que los resortes etarras le afloran por las costuras a Otegi, un hombre instalado en la filigrana retórica para justificar su pasado. El estreno de No me llame Ternera, la entrevista/documental dirigida por el periodista Jordi Évole y estrenada en Festival de Cine de San Sebastián, ha rescatado otras imágenes: las de Otegi y José Antonio Urrutikoetxea 'Josu Ternera', exlíder de ETA, compadreando en los escaños del Parlamento Vasco cuando ambos fueron diputados autonómicos por la ilegalizada Herri Batasuna.

Josu Ternera, exjefe de ETA, y Arnaldo Otegi, coordinador general de EH Bildu, comparten escaño en el Parlamento Vasco como diputados Herri Batasuna, en 2002.

Josu Ternera, exjefe de ETA, y Arnaldo Otegi, coordinador general de EH Bildu, comparten escaño en el Parlamento Vasco como diputados Herri Batasuna, en 2002. E.E.

"Ya no es el Bildu que apoyaba a ETA, que ya no existe, pero hay una cierta amnesia e infantilismo político por parte de la gente joven", estima el expolítico del PNV consultado. Para Savater, "amnesia" también "es lo que pasa con el PNV, que es un partido amnésico porque no se acuerda de que, hace todavía 10 años, estaba esperando debajo del árbol que agitaba ETA para recoger las nueces". 

Acuerdan las fuentes que dos son las incógnitas a despejar en los próximos meses: si el PSE estaría dispuesto a investir lehendakari a alguien de Bildu y si Sánchez sería capaz de aguantar las réplicas en Madrid. "Esas dos jugadas se tienen que dar en una, y no la veo por ninguna parte", sigue el exdirigente del PNV. "Eso no va a pasar", asegura el primer diputado del PP citado. "El PNV no va a desaparecer y, en Madrid, Sánchez va a seguir necesitando al PNV. Si el PSE descabalga al PNV pudiendo pactar con el PNV, sería de género tonto seguir apoyándole".